Thursday, August 30, 2007

Testimonio de la separación

a mi ex-esposa


Claro está:
¡yo admiro a los fieles
que gravitan por contrato,
ante el altar, sus vidas enteras
diciéndose el amor con mil demonios
hasta sacar ternura de las órbitas,
compensación de los puercos neutrinos
y girones de belleza de los tuétanos radiantes!
Los hay.

¡Pero no somos de esos!
Somos precarios bichos de lo oscuro.
Te conocí como al amor hecho abeja en el Foro Boario
y acepté tus dulzuras de magnetones,
limpio de polvo y paja, ambicioso del beso y la maraña
que prometió tu cuerpo endemoniado.

Fue una noche medieval del espacio que te ví,
bruja con curvas de capricho
y elipsoide maña de panales.

Me propuse ser tu zángano de turno,
a perpetuidad, por 1031 años de aspavientos...
Tú, en mi lomo, tomándome de escoba, trapeándome
el salario para vestir de ángel tus hambrientos antojos.
¡Tan mediocre, vedezuela de bazofia y bambalinas!

Nos horneamos en la mufla de panes desiguales
que se muerden en la gavia del estómago
a pesar de beberse como velámenes de entena.

Zarpamos juntos a la aventura de ir al viento
con la ambición de ser felices
a cuestas, calle abajo,
hacia inciertos puertos
y mares de amor y farándula.

Queríamos volar,
con esta piel atada a la murria de la Urania;
pero, ¿cómo, cazadora de hadron, sí...
vestimos con biotina amarga
y sobre camarotes de chalupas y no vimos
otro sol que dos cuerpos
contra el denso océano de eclipse
y el telón del teatro?

¡Claro está, en la carne, sí fuimos felices!
Tú fuíste el lipocito más sabroso
y, exclusivamente, por eso me gustaste.
Y si el amor es placer, ¡fuimos felices
hasta el día que quisimos un sorbito del dolor
que la pasión esconde,
veta del sol que al amor quema!

Prometíste cien millones
de íntimos momentos angulares
y derramar la horchata en brincos de isospín
y desvanecer sobre mi pecho
tus peras térmicas de abrazo,
puchunguita de helio,
y rozar sobre mí tu vientre y tu ombligo,
tu clítoris que es 18 a la 40 potencia mayor al Amazonas,
es decir, es el protón amado,
al que obsequié electrones
(y así, pensamos, tendríamos hijos de luz,
gusanos con porvenir).

... pero luego hicíste chafaldetas con el ano
porque, ¡eso ni qué! rumbas con sabiduría.
Todo lo tienes en forma de cadera y culo maravilloso.
¡Duras y redondas serán tus nalgas
hasta que, a tontas y locas, se colapsen
entre las espirales del quarkonio y en la candela lipoide
de la danza y el polvo sideral, sin nadie que te aplauda!

... pero, si por algo te amé, fue por tus nalgas,
por tu cuerpo de sirena, por tus duros muslos
y esos tobillos de vedette, bruja del cosmos...
Trajíste a mi vida la Urania en mancebía
y yo me embravecí como una ola
para entrar en pabellones de tu alcance
e intimar con tu útero y carpelo,
tu fragua más sabrosa,
porque eras mujer con olor grato
para labios golosos como los míos.

Yo, el zángano de la chufa,
tuve anhelos volátiles, ab irato,
y una soledad de pocilga soñadora.
Necesité de tí, desesperadamente.
Estuvíste sedienta de espectáculo,
cantante, actriz, modelo, bailarina...

¡Eras la extroversión,
la pirotecnia del lenguaje,
el carnaval de la emoción
y la anarquía del cariño y el juego!

Me enamoraste entonces.
¡Me enamoraste!
Llenaste con deleite mis ojos
hasta el fondo del iris.
Entraste en forma de palabra y, por años,
te quedaste con las cuencas de mi oído
y la raíz de mi voz y las puntas de mis dedos
y mis pezuñas hundidas y mis entrañas...
Los hay.

Habrá quien no quiera más que la atadura
y sea conforme con que tengas la voz suya como tuya
y que sus dedos ya no pertenezcan a sus manos
porque son dedos que han tomado tu espléndida pulpa
y han quedado presos a tu piel, sin escapada.

Una hembra que chozpa como mula lo hace mulo,
ciego, torpe, imberbe, manso, oscuro...
Los hay.

... pero tú y yo no somos de esos
y la promesa del altar se hizo mentira cuando llegó
la sordo-muda sabandija, núcleosíntesis,
y se partió en dos el Jordán y nos perdimos.

Te fuíste por tu cartel de películas baratas
y tus senos se salieron del corpiño
y tu doliente tráfago de bohemia te hizo
querer halagos de otros hombres
y yo me fuí, por mi poema y por mi voz,
por mi aventura y por mis libertades de ladrón.
Sin mi anarquismo, mi dignidad no vale
y nada puedo obsequiarte que me pertenezca.

Tú, por las demencias diminutas
de modelar un tanga, o filmar cinco minutos
de escoria, o desvelarte en egotismo de grandeza
creyéndote una estrella consumada, renunciaste
a todo juramento; pero quisíste lo que menos vale
del pan de trastrigo y los huesos de ferroníquel.

Cada quien haga con su vida
lo que pegue la gana.
No hay loco que coma lumbre
y por eso, en la carne, me gustas todavía;
pero mías son las palabras mientras yo tenga voz,
mías son las orejas mientras te pueda escuchar
sin entenderte, mías son las yemas de los dedos
y las uñas porque te escarbé en aras de tu alma
y me gustó tu lepra cósmica, elemental, de abejorra;
mía es la voluntad con que te dejo
y mía la nostalgia con que te dije adiós.

Claro está: yo admiro a los fieles
que gravitan por contrato
ante el altar, sus vidas enteras,
pero bajaste demasiado a prisa del amor sublime
y tu cuerpo que fue, panal o colmena, se volvió
la tumba del peligro, donde me sepultaste
y no me dejaste subir, supinamente,
cuando tendí mis brazos para retenerte
y alcé mi voz para acusarte
y limpié mis oídos
para oír si me amabas.

4-8-1985 / De Tantralia / Zoomblog

Gota de amor


Has nacido como gota de amor
en los pozos del lamento.
Un guisante, leptón,
frágil como luna y despreciado.

Fue llevado
a los fríos polvorientos del espacio
por granizos inmensos.

Hoy vino a la cuna de mis ojos.
Ha nacido como japio
que emite su canto y llora,
según avanza en el rincón más oscuro
de la tierra.

Es la niña del maíz blanco.
Con mis manos recojo ese animalito
a la Kumara, a la niña sazonada de sol,
que sobrevive sordamente
su llamado de gigantes del aire.

Ella se aferra al hongo de mis colmenillas.
Toma por cuna la charca de la copa
que bebemos, tu útero, amada mía.

¡Ha nacido la niña y se mete en el núcleo
como una nueva chispa del beso!

2-15-1980 / Zomblog

Interferones


Ahora concurro a las fiestas
de los interferones,
vestido de payaso por tu causa.
Intergangliono
con voces de ancianas proteínas.

Desde este bosque de larvas sonreiré.
Tendré que hacerlo porque llegas
y saludas y dices a cuanto es
tu entorno y sombra y abrazo y esfera
que existo, que existimos:
tú, virus que como un beso me visitas;
me preanuncias; yo, por tí, infecto.

9-16-1979 / Zomblog

El hallazgo tántrico

Tapasaya: Aceptación voluntaria de algunas dificultades
Materiales para progresar en la vida espiritual: S. Prabhupada

¡Amé la luz para decir Existo,
pero jamás dije soy
hasta hallarte en el agua
y querer tu cuerpo como pez
servido a mi diario regocijo!

Yo no sé qué es la hermosura.
Aún no. Todavía.
Tus canciones de gibón,
territoriales, de pronto me llamaron.
Te espié largamente.

Eres tersa y hermosa como niña.
Eres linda y hostil,
benévola a veces, violenta
como ninfa del bosque.

En el punto fijo de estética incipiente,
en este azar de solicitud o rencor,
me sorprendiste.

Supe que frotaría con miedo
el gozo de los ojos
y que me encenderías como chavisca
de lámpara en el viento
pues andarías conmigo.

Voy a echarme a las aguas
y agarrarte los senos o las nalgas.
En el manantial, si muero,
(porque nunca lo intenté)
llegaremos al fondo,
a flor de sedimento.

¡Y penetraré en tus algas,
comeré líquenes,
haré sexo contigo!

15-7-1980 / Tantralia / 5 /

Monday, August 27, 2007

La enamorada


… porque Ella permanece enamorada
en un mundo donde el ojo se ciega con vendaval
de polvo y arena, el desierto desafía el amor
que nos vincula. El mundo es oscuro,
Nachash, y la tierra seca y la Luna tan poca…
Sólo tú, cristalina y clara.

«Lo amarás en mí, también tú. Amalo como yo, con exceso.
Invócalo, como si tú mismo fueses
la reina de los cambios, y atráelo a Tí».


¡Cómo decías quererlo, zorrita de Chesed,
próspera coneja de transformaciones!
¡Cómo vas por las calles, revolcándote
sobre aldizas y juncales! … A él, no exageres,
¡así es que lo amaste y aún lo amas, Nachash!

«Ahavá, humedéceme en el manantial
de Tu Deseo», susurraste, yo oyéndote… tal vez
hasta celoso porque te aferraste a El y a mí.
¡Ay, Güila, pollancona de cachondo himeneo,
a veces prefiero que la puerta de Daleth no la abras
para mí. Que la tires contra mis narices
y con El te quedes y te vayas para siempre…


11-3-1989 / Como una amazona

Monday, August 20, 2007

Los enjuiciadores

A mi hija Gabrielita

Damnant quod non intelligent: De Intitutione Oratoria, lib, X
Condenan lo que no entienden: M. F. Quintiliano, loc. cit.

It‘s so uninteresting to live without love!: Toni Morrison


Los definidores legales de inocencia
la primera tarea que se abrogaron fue decir
«la inocencia es asunto del que sabe».

Un niño no comprende la empatía.
¿Qué discierne del control de su amor y su alegría?
El y el mundo son como dos enemigos.

El no siente al culpable. El no se conecta a los delitos.
El no sabe de karmas privados.
Del quehacer inmundo y colectivo.
Acaba de nacer para el dolor y no lo entiende.
Puede que tenga un alma, pero no conoció el pasado
y apenas se figura su presente.
Un niño es tonto y ciego.
A veces se comporta como un gato y es casi igual,
salvando la distancias, que un perro.

2.


El enjuiciador dice que el niño es una tábula rasa.
Un pichón en el nido. No sabe a quién agrada.
No discierne a quién comienza a amar.
No se puede proteger con sus sonrisas.
No puede esquivar a quien lo tienta. O lo agrede.
No se sabe comportar, si es tu olor, tu voz,
tu calidez lo que le encantan.
Fácilmente depredable es el niño.

El experto en niños, sabihondo en inocencias,
lo primero que comunica a los progenitores
es… «Esconde el niño»; o es mejor que lo tires
contra una peña y lo desnuques, antes que conozca
a los extraños. Posiblemente, los rechazará,
pero porque él no sabe de rencor, no es todavía astuto.

Y los enjuiciadores van a creerlo y los jurados,
por igual, dirán a coro: «Ha nacido sólo para el sabor
de la teta de su madre, no querrá que nadie
lo abrace, no se lanzará a otro beso que ofrezca
bienvenida»,
¡ay! que los niños son distanciadores.
Son tránsfugas, siempre huyen, no necesitan
a nadie. Con sus padres les sobra y les basta.

3.


Los expertos de la infancia alegan
que a la vista de una palabra pervertida se retiran.
Hasta el color de la piel al niño exilia del alcance.
La semilla de su recelo es el olor de quien se acerca.

Una mano tosca que le acaricie la tez,
unos dientes sucios, una boca desdentada,
son como el asco. Evítalos, criminal. Aléjate.
Prácticamente, a los niños se les educará
para que sean prohibidos y no los mire nadie.

Aunque creen que saben demasiado sobre el amor
del niño, los expertos aseguran que él ha nacido
para vivirse solo, obsequiado cuando es
biológicamente vulnerable, incapaz de ganarse
el bocado de alimento, o la cuna en que duerme.

«Van a crecer hermosos», predicen.
Entonces, autorizan a que se asigne un nombre,
«Mi hijo», «el que es Mío», «el que no pertenecerá
a Ninguno, ni a sí mismo, hasta que cumpla
su edad apropiada, 18»
y la Ley ofrezca para él
su derecho de irse, y hacerse un militar de la patria,
«todo lo que puedas ser, lo puedes en el ARMY».
Si es mujer, la princesita de la casa, a casarse,
a parir, a tener otros hijos, o su príncipe azul lleno de $$$.

4.

Los enjuiciadores, por de pronto, demandan:
Que patalée a gusto si el beso que lo ronda
proviene de un extraño; sí, niño, sé receloso,
sé ruidoso en tu casa, ármate de capricho,
golpea a quien tenga tu edad, tú no te dejes
(vamos a reirte las gracias y aplaudir tus perretas).
Si alguien se te acerca, más fuerte, más viejo,
huye. Escóndete debajo de la cama.
No te preocupes innecesariamente.
No emprendas nada. Vive la infancia.
No busques otredad. Te faltan años.

Y otros expertos entre expertos, regresan
a la carga: «Los niños no son, realmente, curiosos».
Su atención es deficitaria. Les falta la malicia.
Pocos años se la quitan. Las canónicas costumbres
bastan y sobran. No han nacido para ser
perdidizos, heroicos, autogestionadores.

En los fuegos cercanos de su leche, vivan.
Son como lombrices debajo del árbol de familia.
Son larvas encima de las hojas de rosales
con espinos que son los jefezuelos de la casa.

Nunca despiertan para ser otra cosa que la mariposa
atrapada en las ventanas. Los portales que de la calle
los protejen. Deben estar casi presos, vigilados.
Que sean, por de pronto, reos de quien le dijo:
«Mi hijo», «princesita de la casa», «pequeño,
todavía bueno para nada».


5.


Los niños son como los muertos
a los que sólo el alegato de quien se cree
su Señor, en el reino santo de la familia primaria,
les saca del sepulcro de sus vidas.

Los ángeles que vienen a procurar sus crisálidas
son mensajes oficiales de su mundo que se opone
al complot homicida de los pedófilos, demonios
de penumbras, avispones de ultraje, seductores
de la narcomanía, mujeres golpeadoras, educadoras
de mala leche y mala pata. ¡Cuídate, niño!

La maldad de mundo comienza desde que germinas
como feto y tu madre visita algún hombre
que no fue tu padre y con él se da una revolcada
y una Coke, con su ron, ebrios de lujuria,
pero, maldiciendo tu nombre.

En la resuelta madrugada de tus juventudes,
tal vez tengas un niño; pero a todo aquel que venga
a verlo no susurres, ni en ausencia de él ni en su presencia,
que un niño es como la paloma, manso,
no le llames gorrión por lo ruidoso,
no lo instruyas con nada que haya sido normativa
o institione oratoria dicha por los conocedores.

3-9-1988 / Del libro Las zonas del carácter