Saturday, September 21, 2013

CECILIO, EL DESOBEDIENTE / CUENTOS SEDICIOSOS Y BOLIVARIANOS

CECILIO, EL DESOBEDIENTE

 «La escuela del heroísmo conminará eternamente a la escuela de la fuerza y la aplastará... Juremos que cuando llegue el momento sabremos morir como héroes, porque el heroísmo es la única salvación que tienen tanto los individuos como las naciones»: Pedro Albizu Campos, 25 de octubre de 1935.

          1.

          Cuando en Pepino vieron reaparecer a Marcianita, la hija de Cecilio  fue en 1936. El murió y vino a verlo antes que se lo comieran, bajo la tierra, los gusanos. Siendo que es el padre de ella, el primero nacido en Cidral, ha de ser uno de esos vástagos de la Real Célula de Gracias, Echeandías-Mendoza y Vélez.
          Cuentan que de los primeros en llegar, por 1823, estuvo uno de los hijos de Juan Bautista e Isabel Mendoza. Cecilio Dámaso se hizo querido porque conoció el campo. De Cidral a Bahomamey. Del él se dijo que fue el hijo de Juan Bautista que no se quiso ir a Camuy. A él le gustó Pepino y alrededor del campo de los bahomameyes
se inventó una fe, con belleza como la que Doña Eulalia y su hija Dolores mencionaran, fe en avispas bravas, en colonias sociales, donde la mujer es la reina.
          Cecilio Dámaso se casó con Maria Marciana Rosalía Font-Feliú, gente de cepa rica y emprendedora. El, como Agustín, empezaron de abajo, arrendaron fincas y fueron labradores. Como los primeros Echeandía, eran venezolanos y bolivarianos, como los Arteaga López.
        Agustín se casó con una de las Arteagas aristocráticas, pero, en los años del Alcalde José Bartolomé de Medina, al decir de Lola, la Boquirrota, «cagaban con el culo cerrado», porque eran las hijas de María Isabel López y de Ramón de Arteaga Pumar. María Luisa era nieta de una marquesa.
          Cecilio Dámaso siempre defendió a las primeras cepas de Echeandía, tanto a los de Pepino como a los de Camuy. Les llamaba 'revolucionarios'. Fuesen caraqueños o de su original Güigue (Carabobo, Venezuela), se sentían herederos de la tradición del Pronunciamiento del Comandante de Riego y, cuando hallaron a su paso, por Puerto Rico, venezolanos como Manuel Rojas, los abrazaban como hermanos y hablaban sobre las luchas de Bolívar.
          Los hermanos Rojas eran venezolanos, caraqueños, y conocieron a la más valiente de las Abejas de Añasco, que fue Mariana Bracetti. Ella les preguntaba: «¿A qué clase de acumulos aspiran? ... porque hay un triunfo que lograr? ... y yo conozco al profeta que lo define y predice». Y uno había que lo enseñara en Puerto Rico. Era el Dr. Betances, masón de Cabo Rojo; él les hablaba de cierto Triunfo y para hablar sobre ese triunfo, Miguel Rojas se traía la muchacha, siempre peinada con dos trenzas. Cruzaba el campo desde Añasco a Lares y ella terminó casándose con él. Y aprendieron juntos a laborar en el negocio del café. A menudo, reuniéndose con los esclavos, aleccionándolos con Los Diez Mandamientos de los Hombres Libres. Los del Cristo mulato: Betances. Decía que era el Negro Briceño de Bolívar, pero, jugándoselas por Cabo Rojo y Lares.
          Cecilio Dámaso no tuvo la suerte de conocer una Abeja Brava. Ni tuvo en su casa una mujer que bordara la bandera solidaria; él se codeaba con el poder colonial, aunque de joven, menos. Era estudioso, introvertido, amante de los árboles y el estarse solo; pero él les dijo, calladamente, a esos venezolanos de criterios subversivos, creo en ustedes. «Algo me dice que crea». Trataron de alentarlo, de vincularlo a la Misión del Porvenir, para que él visitara los panales y él se negaba, porque ya estaba casado y su mujer tenía miedo de esas cosas de lo subversivo. Ella no tuvo sus brazos de oro, ni sabía hilar con La Fe de la Bracetti, o los Brugman, o Betances. Era mujer de calmas, recelos y con la sola palabra secreto temblaba.
       Significaría problemas o cosas del Diablo. Sin embargo, porque su padre era «hombre de La Fe», Marcianita Echeandía lo quiso. No salió como su madre, muy influenciable y maltratante. Eso solía decir él de todos los Font que le dio ella, excepto de Marcianita, su hija. Le agradeció el nombre que le puso. «Marcianita, para que halagara a su madre» por alguna cosa, pero él habría querido que se llamara Mariana, pensaba en la añasqueña que lo concitaba, con Miguel Rojas, a hacerse revolucionario. «Hay una buena raíz de los Font, pero son los del Barrio Hato Arriba», le decía Bracetti.
          Cecilio Dámaso le contaba a Marcianita que no todos los Báez, aliados a Font, hicieron a su familia, sombra de maltratadores. Los que son malos son esos Feliú. También sucede que los Font tienden a ser estudiosos, calculadores, acumuladores. Sueñan mucho en las cosas materiales. No saben con quiénes se juntan, cuando de negocios se trata y quieren el poder más que cualquier cosa, a veces sin escrúpulos. El examina eso al observar a sus hijos. Dice que Getulio es un puerco. Son hijos enconados, rencorosos, así como fue Cheo Font-Feliú. Y él se desesperaba con muchos de ellos. Los conoció, uno por uno, y decía: «Algo hay aquí que no mezcla, algo con genética mala».
          De su fe anti-colonialista parecía que ninguno de sus hijos había sorbido ni lo mínimo. Todos querían lo suyo, lo que es externo, nada de su alma. En 1878, el primero que se acercó fue Pedro Antonio Echeandía Medina y, con él, Victor Martínez. Querían la finca de Bahomamey, las externas dimensiones de la hacienda. El secreto de «La Fe», no. Hasta los primos le desagradaban.

          2.

          Tantos años y no poder decir a nadie en torno a este hecho. El ya supo el secreto de secretos. Se lo dijo María Luisa Arteaga López, la mujer de Agustín, y él no lo creía. Y los hermanos Rojas de Lares y la Bracetti, de Añasco, al reencomendándolo, le decían: «Ese ideal no lo abandones». Es un mandato. Antes que se abortara el  Grito, su parentela que entroncara con Don José Ignacio del Pumar, Marqués de las Riberas de Boconó y Masparro, Visconde del Pumar y Caballero de la Real y Distinguida Orden de Carlos II, se lo informaban a través de los Mendoza.
          «Hay un asunto pendiente: Fue el anhelo de Bolívar, del Dr. Guillermo Mendoza y de la Coronela Dolores  Dionisia Santos Moreno, quien nos instó a que se lo recordaran innumerables veces y para siempre a todos los Mendoza y Echeandía, Belazquide y Azpiazu, en nombre de las mujeres trujillanas, pilares de la Sociedad Secreta Comuna Hermanos y, ¿cómo es que el mismo Manuel Rojas lo supo, cómo que él reculara después que hizo promesas de servir en lo que fuese? ¿Por qué se hizo él tan escurridizo como gallo juidor, si el mensaje se le dio el día que pisó Cidral: El Marqués murió combatiendo contra el Rey».
          Toda su cuantiosa riqueza la ofrendó a la nueva Patria. A Venezuela no le negó sus hijos, su fortuna y su vida. Así fue Don José Ignacio del Pumar, Marqués de las Riberas de Boconó y Masparro, Visconde del Pumar y Caballero'... siempre probaba sus fidelidades. Concurrió con su apoyo a la rebelión de los comuneros del Socorro, siendo teniente de justicia mayor y alférez real y, por servir a la libertad, fue encarcelado en Guanare... y, ahora ya es tarde para recordar.
          Marcianita ha llegado y él está muerto. Se enteró que ha muerto y vino de chiripaso. Ninguna de sus hermanas quiso avisarle, como si tratara de que vino de paso, a cobrar su parte de la herencia en irse. Ella sí lo amaba a él, por ser persona.
          Desde ese astral fantasmal, desde el que ahora mira, él sabe que ante su féretro están sus hijos. Posan ya que, al fin, serán herederos; harán sus repartos. Ahí está Getulio, capitán de la Guardia, Teresa, Sara, Antonio, Emilio Chilín el Malo... y Marcianita, por supuesto. Desde la muerte, ya con manos cruzadas sobre el pecho, observará que a ella la están atropellando. La desprecian... Es tan distinta y única que pudo haberse parecido a María Regina Montilla del Pumar, emparentada con José Ignacio del Pumar, el Marqués, y simpatizante de La Sociedad Secreta de la «Comuna Hermanos», rival de las hordas españolas, desde las caídas de la Primera y Segunda República.
         Oye. Le preguntan: «¿Qué vienes a buscar, Marciana? ¿Por qué no te quedaste en New York, echándole vivas a Albizu Campos, a comunistas y mujeres modernas, putas y colmillúas que piden que se extienda el voto hasta para quien no sabe leer?»
          Se burlan. Y la culpa es de Marciana Font, la madre blanda... «si hubiera sido como aquella que yo conocí, después que quedé viudo, mas era blanda, pobre mujer mía, mi viudita».
          Se lamió los bigotes hasta en forma de cadáver y eso que Cecilio ya estaba viejo para esos romances tardíos con La Capitalina... ¿Recuerdas, Getulio? Te dije: hazla que venga, que sea puta no me importa, yo sólo quiero que me haga recordar lo que hubiera sido ser valiente, como libertador, subirse a un caballo de los que el Marqués José Ignacio regaló a Bolívar, uno entre mil caballos, tener un segundo aire de vida... encomendaría a todos, entonces, proteger una Doncella, la Libertad... y recordó obsesivamente cómo hasta los Font fueron concitados a luchar contra el coloniaje y la opresión del negro.
          Entre lo mejor de Hato Arriba, estuvo Manuel, Miguel, Ramón y Rodrigo Font Medina, hacendados que liberaron a sus negros (a Juan, Santos, Cruz, Félix y Aureliano) y a todos, esos antiguos Font-Medina, los educaron como revolucionarios, sea por la influencia de Pancho Méndez Acevedo y sus hijos, o por Manuel Rojas y su hermano, quienes les dijeron: «El verdadero triunfo es poner todo lo que tenemos por una patria libre. Una empresa propia de hermanos». Entonces, Marcianita habría sabido, por la boca de su padre, lo que cuentan los venezolanos de la antigua provincia de Bariñas: Somos bolivaranos.
          Ahora que todos los secretos de María Luisa Arteaga están en la hacienda de Agustín y la rama santanderina de los Mendoza se mudó a Pepino, YO, CECILIO DAMASO ECHEANDIA VELEZ, ex-Juez de Pepino, gran propietario, cierro los ojos, por causa de la muerte, y me declaro culpable de no levantar un dedo por la causa de la libertad. Acaricié la idea, es cierto. Pero no hice nada. Tenía no toda, pero algo de la dote del Márques, que pasó a mis manos. La usé para mi beneficio. Soy como un ladrón. Quise educar bien a mis hijos. Les golpié con un látigo para ponerles vergüenza... pero cotéjese los hijos que me dio la vida, uno hasta asesino, delincuente... ¡Tanta riqueza que tuve y se me fue entre las manos! Mucha tierra, tierra con esclavos... y ahora se están peleando todos por un pedazo de la haciendita y las casas que me quedan. Han de querer sembrar más cañaverales... No puedo evitar lo que venga ni hacer nada desde la muerte...

          3.

          «Déjame compadecerte, Marcianita! Acércate y dame un beso, como el de las Hermanas de la Sociedad Secreta en Trujillo... ¿Me recuerdas, con mi carácter duro, Marcianita? y tú más dura que yo, obstinada... Eras como la Coronela, la Santos Moreno de Trujillo: verdadera amazona, una guerrera que habitaría a las orillas del Termodonte, en Capadocia, y admiraría la selva como el paraíso. De entre aquellas guerreras que se amputaban el pecho derecho para que no les estorbara en el manejo del arco, una has de ser tú. Una de aquellas que el cronista Francisco de Orellana, cuando exploró en el gran Río de América, creyó encontrar en la selvas venezolanas y del Brasil...
          Sin embargo, a El Pepino, cuando llegaron desde Bariñas estos Callejo-Pumar (los de Micaela) y los Pumar-Callejo (los de Josefina), estos Arteaga-López (de Fernando), ninguna intención tenían de recordar que en Sur América, como aquí en la islita, cada mujer campesina debió ser amazona. Y él, o alguno, trajo la fortuna, como ellas, sus heredades y vidas, que debían ponerlas al servicio de la lucha y las células de Hermanos. Los rebeldes de Camuy y Lares han esperado que esas familias respondan, no sólo él...
          «Toda la familia Echeandía-Mendoza», le dijeron.
          «A la patria no di nada, Marcianita».
        Cierto es: no he pedido dinero. No. Tampoco se me dijo que participe en las reyertas cuando se han dado.
      «¿Qué me han pedido?», me pregunto. «Te veo, Marcianita, hija mía, y entristezco al pensar que es tu vida».
       ... Tal vez sólo fue eso. Que instruyera en los Diez Mandamentos a los esclavos... El Marqués dio, por amor por la causa de Simón Bolívar mucho más.
Dio 1000 caballos...
«Y ustedes, nada, yo, nada, ninguno y muero triste, ni siquiera duré como alcalde».
Los liberales de Andrés y Manuel Méndez Liciaga dicen que los Echeandía del Pepino no siempre se comportaron como represores. Hubo quien nos lo sacara en cara. Debió ser alguien bravo: Avelino Méndez fue uno. Uno de espuelas en Lares y, por igual, lo dijo en Pepino para que tuviera validez y doliera, antes que él, Don Genero Eleuterio López, a quien el Alcalde Chiesa Doria deportara a Vieques.
Alguien que, desde 1842, por lo menos... que haya recibido informes de lo que el Marqués del Pumar Callejo, muerto en 1814, encomendó que se hiciera como apoyo a los Hermanos, la Causa criolla de El Triunfo y de La Fe, algo con dinero que Juan Bautista Echeandía trajo.
  «Es que ya, en cárcel y declarado insurrecto contra España, no habría tiempo para otra cosa que darlo todo a la Patria».
          Desde 1784, mucho antes morir, testó: «que el día que muera, o se me capture, a los míos comprometo, a que se vendan mis haciendas y se liberen mis esclavos, y son poco más de 400 esclavos, las 58 leguas cuadradas de tierras en hatos, no se las pueden llevar al Caribe, como una pieza en brazos; pero la cosecha anual de 4.000 novillos, véndanlas. Dejen los 2 palacios míos como recuerdo; hay 65.000 pesos en efectivo, varias haciendas, embarcaciones, prendas y muchos bienes; todos los caballos que sean para Bolívar y quien luche en sus ejércitos, los que decidan acogerse a la Ley de Gracias, vayan al Caribe, allá tengo amigos, algunos son socialistas utópicos».


*

POR CELO DE TU CUERPO, SIMON /. CUENTOS SEDICIOSOS YBOLIVARIANOS



POR CELO DE TU CUERPO, SIMÓN

a los dos Simones / Bolívar y Rodríguez

Desde 1808, ya que trabó amistad con Francisco de Miranda y se vende como  precursor de muchas cosas que tenemos pensadas, por ahí anda un hombre que insiste en conocerte. Dice que viene como enviado de una Escuela de Propagandistas, escritores y doctrinólogos de uno que otro asuntillo. Que tal vez te importe verlo... Que de seguro uno (de los que abundan en los Talleres Literarios de Londres) te conoció, te menciona en sus círculos, que es indispensable que converse contigo, Simón… ... Mencionó a Adams Smith, James Mill, Edward Gibbon, ¿alguno de ellos? Aún el recado que me dio es mala espina, Simón.

Son ingleses, seguros que agentes de Lord Shelbourne.

Jeremías, quien te busca, estuvo en México con gestiones de entrevitarse con revolucionarios; pero, España es celosa con las injerencias... Allá en México, como en España, han de conocerlo mejor de lo que lo conocemos. Y me pregunto, ¿quién es Jeremías Bentham si no un pobre diablo que imita la vileza y cinismo de Lord Shelbourne que lo apoya?

Shelbourne, primer Marqués de Lansdowne, quiere brillar con grandes opiniones como Líder del Tesoro y de la Casa de los Lores y se rodea de sabios eminentes, o acreditados radicales; y Bentham se atreve a lo mismo porque tienes escritos, planes, proyectos,y consejos, que dar a todo el mundo, mucho talento en el que él oodría apoyarse... Yo lo veo que echa rayos; se filtra como una tormenta. Tiene más brazos que un pulpo y, si su cabeza es igual, los brazos de su cabeza son serpientes...

Amigos intelectuales me han dicho que se escribe con argentinos, guatemaltecos, que tiene fascinados a O‘ Higgins, el chileno, y en Guatemala a José del Valle... Simón, entre las miles de cartas que escribes, se te hace familiar su nombre... ¡Jeremías Bentham!

En México, ni Gobierno ni la resistencia separatista, dentro de la iglesia, lo recomienda conveniente por su fama de Nomoteta díscolo y utilitario, ateo según algunos. Por eso ha decido trasladarse a Venezuela, conocerte y de paso, reencontrarse con Miranda.

Pero yo celo tu cuerpo, Simón. Visualizo en tu persona una diafanidad moral que no tiene Jeremías por sus resabios de impulso ultramontano, pro-bestial, y  sus vínculos con agentes de Shelbourne.Todos confunden la utilidad con el principio de la felicidad para el mayor número.

Claro que el placer debe predominar sobre el dolor. Claro que hay que propiciar un cálculo de felicidad y quererlo como beneficio de la mayoría; pero, si esto, es lo que Bentham pretende y por una concepción liberal de la felicidad es que trabaja, ¿por qué no entiende que muchos de quienes alientan la obtención del placer son los mismos que animan y provocan con sus ideas el dolor en otros y les obstruyen el placer a que tienen derecho? Claro que hay que 'hay que buscar la felicidad para el mayor numero', ¿pero cómo se sabría acerca del dolor que debe evitarse quien no ha sufrido? ¿De veras la moralidad puede ser calculada matemáticamente como balance de satisfacciones y sufrimientos? ¿Cómo 'la conciencia, cosa de existencia ficticia, o saldo de sensaciones al estilo de Helvétius, o David Hume, o Hobbes, sabrá la moral, si no considera la existencia de valores?

Te digo y verás si le das entrada... que él me ha provocado mala espina y, peor es la mala pedagogía que se desprende de lo que ha pensado... Una ética fatalmente basada en el sensualismo, el cálculo de placeres, y la búsqueda de lo más provechoso para el hombre. ¿Qué es provechoso para el hombre que evade sufrir y que no quiere sacrificios? ¿Qué sistema educativo orientará a las repúblicas nuevas? ¿Qué modelo de reclusión penitenciaria debe ser provisto? ¿Qué haremos con la usura y qué con los controles sociales que debe ser creados?

Invocándose ideas abstractas de justicia y cálculos de placer y dolor, mira lo que han hecho los gobernantes de Norte: prohíben la importación de esclavos a tierra continental mientras reprimen a los indígenas... La esclavitud la quieren en el Caribe, al Sur, y ese es el juego de los británicos benthamitas. Un delito formal es 'todo los que el legislador prohíbe' y, hace un par de años, en 1808, dijeron que es delito importar esclavos y que es 'delito sustancial, todo acto que debe prohibirse por razón de algún mal que produce o que pueda producir'; pero es retórica de cálculos, ningún esclavo de los ya comprados y explotados será declarado libre...

Jeremías dice que la usura es una ofensa, pero si se comete con el consentimiento de la víctima, hay que consentirla. No sólo defiende la usura, también la pederastia, los campos de concentración de trabajo esclavo... Puede que privar de libertad se resuelva sólo rediseñando una jaula... yo no entiendo, Simón, cuando dice que la envidia y los celos 'no son vicios ni virtudes, sino penas'... Si todo castigo es malicia y en sí mismo malo, si 'cada ley es una infracción a la libertad; si no hay castigar adicionalmente en el sufrimiento o la pena, ¿para qué él mismo propone tantas?

Si 'el vicio es un error de cálculo en la búsqueda de la felicidad', ¿por qué hay que crear una dictadura constitucional, a solicitud de Jeremías? Si es inútil hablar sobre los intereses de la comunidad, sin entender cuál es el interés de la persona, ¿por qué es el demagogo que es? Quiere lo más fácil y gratuito del Bien y del Mal. De ambos mundos. RacIonalismo represivo y anarquismo moral al mismo tiempo, pero es indiscutible, Simón, que la vida no es de ese modo.


II.

 Simón Rodríguez, el que bendice el cuerpo de Bolívar con el rayo de la saniduría, guardó al fin silencio. Su amigo hace un gesto de recobrar muchas fuerzas. Preguntó si había noticias de Francisco de Miranda, héroe de una victoria en Valencia, segïn lo último que se supo. «Regresó a Cartagena», allí se refugió Bolívar, mas en lugar aparte para no confesar .la pena de desastres militares ocurridos.              

Era 1812, cuando Rodríguez le trajeron el recado del famoso británico, el Gran Jurista y Filósofo del Estado, que quería verlo... Un negro enfermero, una vez terminara de curar heridas, lo dejó dormir por días y el amigo de alma le hizo vigilia, estuvo leyéndole noticias en torno a este fantasma del británico loco.  «La naturaleza ha colocado a la humanidad bajo el gobierno de dos amos soberanos: el dolor y el placer. Ellos nos señalan lo que tenemos que hacer», era una frase de Jeremías. Bolívar despertó con ella, recordándola en la voz de Rodríguez, el Maestro.          

«Si salgo de este dolor, recibiré a ese hombre. Algo será primero. El deber. Pasaré a Mérida, invadiré Venezuela y daré gracias a Cartagena, que me consoló en esten dolor. Ya no me siento herido. Nueva España no puede ser libre si Venezuela no lo es primero. Queda la batalla. Guerra a muerte... y, entonces, eso que me dijeras, como exaltado... principios de felicidad, 'felicific calculus', que preocupan a Jeremías Bentham, no cuentan con dolor como el nuestro, parto de pueblos libres.

El no cala el dolor del que hablo, pero ya da recetas. No sufrirá en la batalla por la felicidad; pero ya propone sus asesores. No se entregará la felicidad al mayor número / que juro que vive más dolor que el mío / si no se comienza por pisar los riesgos, trotar en los desastre... Tráeme papel y plumilla, Maestro. La lucha comienza y voy a manifestar que comienza en Cartagena, después de oírte».

          04-11-2005 / CARLOS LOPEZ DZUR

De Cuentos sediciosos y bolivarianos

Tuesday, September 17, 2013

COMO HOMENAJE A CESAR VALLEJO / HAY MUCHO PORVENIR



COMO HOMENAJE A CESAR VALLEJO / HAY MUCHO PORVENIR


HAY MUCHO PORVENIR

A César Vallejo (1892-1938), hermano tan íntimo y mestizo

1. 

¿Qué pudiste haber hecho que se aproximana
hora acusadores, perros oliscantes,
sabuesos, apurados, mordedores 
y que están propensos a discursar con su olfato,
colmillo afilado sobre la crisis de la conciencia moral,
todo cuanto asedia (y siquiera vemos)
en nosotros mismos?

... pero se apuran hecatómbicos contra naciones,
acosantes del prójimo, del individuo,
y preguntan a dónde vas y qué has robado
o que dejarías como legado al mundo.

¿Sabrán sobre la misma raíz o dolor
que tú detectas con cuchilla de tu diente en mano
y el deseo de morir y echar el grano en tierra?

¿Serán capaces de adjudicarte un ultraje,
culpa en escapada. sin el llanto
de alguna niña indígena y alegar
que en ese vacío de tu secreto
(que ha de ser tu padecer, o tu angustia)
se esconde el aire metafísico,
«el claustro de un silencio»
«que nadie ha de palpar»,
 pero que a tí acusara?

Aprendíste a hablar a flor de fuego
y por eso poetizas.
la crisis moral de la conciencia
y las heces dispersas por el mundo.

Hablaste causalmente del malestar
que supone __ querer sobrevivirsepese
al alejamiento que nos quita todo,
todo existencialmente.

2. 

Que tienes 35 años de edad y no te sabes.
No te ubicas, César Abraham...
Que: «Todo esto no es ni yo ni mi vida».
Que es fecha del 1927 y te buscas porque,
en la posguerra, viste escombros en demasía
y el hombre, polvo de heces
sobre las calles de Lima o París
y ahora no sabes si te buscas para tí solo
o para edificar una Nueva Sión
con lo humano, demasiado humano,
que en medio del polvo queda.

Muy solos estamos los ignorantes
para dialogarnos como humanidad atormentada.
Avasallamiento, el hambre que se vive,
tuberculosis que se esconde,
sospecha de un próximo holocausto
y otro golpe de Dios
y otro de los hombre,
en sub-divo, ¿cómo no buscarse
desde sí para hablar para sí solo?

3. 


«Una revolución sin efusión de sangre no es una revolución»: César Vallejo

Pero, ¿qué más han de querer de tí
(seres amados, o deudas íntimas)
que construyan otro distanciamiento
sin hacer en tus periferias solidario abrazo),
qué mordida que se lleve tu carne
entre los totalitarios se quiere,
perros vestidos de rojo,
o perros grises como el nazismo facho
o el intervencionismo del Norte americano,
qué elemento adicional sumado
al catálogo de males o a secularidad
que fije impiedad, opresión,
y burla a los trabajadores?...

Cierto es, César Abraham,
no son ganas de resistirse a ilusiones
(a la bien definida tarea del marxismo)
o dialécticas anárquicas,
resiste, sí,
a la paja que posa como dogma,
resiste a fijas leyes o temporalea soluciones;
rompe con el aprismo
y con la tarde en que llueve, como nunca;
y no tuviste «ganas de vivir, corazón».

4. 

Uno quiere creer tan pura y responsablemente
hasta que viene el golpe más rudo
y la bravata de los perros.

Ellos son inventores de la Distancia.
Te inventan y reinventan desfigurándote
el Sí Mismo, la centralidad de tu ser
y venden la idea del César inestable,
descontento, bipolar, en extremo angustioso.
pero, ¿quiénes, entre los perros,
se metieron adentro, ¿en espacios de lluvia?
yendo a morder tan profundo
y, así, a la Revolución, o la paz que te hizo hablar
desde el Perú dulce y tristemente
como en Trilce, a pesar de dos meses
en confinamiento, ¿quien puso
efusión de sangre en las revoluciones
para que dejara de saberse dulcemente
lo que dirías ya triste
porque no hay revolución que no acuse,
que no amargue,
que no hiera.
que no mate,
que no te vea incendiario
y ponga una trampa falsa
que lo pruebe.

5. 

Está la fatula necesidad de encarcelarte injustamente
mordido por acusaciones sin sustancia...
miré los perros incompetentes de 1920
distanciándote,
para poder llamarte César amargo,
César indiferente y distante,
Cesar malo, nacido de un Dios enfermo,
César con «oscuro sinsabor de féretro»,
tullido César de verso chiriante,
César que masca en el Desierto su coca
alegando que la «luz es tísica, y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio sintetiza...
que él es la joroba»
y que no fue cierto ni tan triste como dicen,
pues en la Cercanía quedan todos los humanos.

En 1931, proclamada la República Española,
seguíste siendo el solidario entusiasta,
intensivo en las labores como obrero
y supiste lo que otros no saben,
aunque posan de saberlo:
que hay algo «musical y triste
que a distancia denuncia el paso meridiano
de las lindes a las Lindes».

6.

Te abrazo, César Abraham,
en este homenaje de incredulidad
ante lo que los perros ladran
para que se crea
la invención de tu Distanciamiento
en cariz morboso, teratológico
de 'pathos' malo.

En el susodicho Verano de 1928
cuando se asegura que estás seriamente enfermo
en los alrededores de Paris, te escucho
que cantas: «Esta tarde es dulce.
Viste de gracia y pena; viste de mujer».

Y la abrupta arruga del dolor
en tus recuerdos te dice. «No seas así!».

Bendito verte cambiante, creyente
en lindes de tu luz, donde el búho sabiamente crece.
Estás cerca de Lima y llueve
mas tu alma está intacta y recuerdas
culpas de las que nadie sabe, sólo tú,
porque eres más profundo que los perros.
«Y yo recuerdo las cavernas crueles de mi ingratitud;
mi bloque de hielo sobre su amapola...»

Y no dudo que vas a liberar
«el silencio de su dignidad con óleos quemantes,
el punto final» y, como nunca, tu corazón...
y la manera de vivir la célula marxista,
en ese Paris de las miserias,
y de Poemas en Prosa.

7. 

Ah, César, tira la copa negra, y ponte buzo
con el guardia que silva y la mujerzuela...
Busca todo lo que te haga arder
y pueda desvolcarte de una copa de sombra
y pantanos que no te rediman.

Nadie ha de nacer en ascua astral
en días equivocados.

Dílo César, que tu «loto diáfano» es bueno
y con tus instintos del ¡oh negro cáliz! te fuiste
por cosechar alegría en la tarde
en que llueve como nunca...

Que ya muere un sentimiento antiguo
«de Dios mismo, Oh Conciencia»
y el bruto libre que goce donde quiera,
donde pueda y el Destino sea,
por fin, generoso y no haya queja,
porque Cesar no es hijo de condena
ni de la Espergesia, su sufridor cautivo.

César no es malnacido desde ningún vientre
como hijo de once caínes desolados
y aunque sea nieto de curas
es el mestizo de la estética rebelde,
bondadoso, digno de Neruda,
Larrea, Alberti; apartaste el cáliz de hiel.

8. 

Lo abrazaré en la tarde amujerada y dulce
cuando el día se viste de gracia
y a la pena se le dice: «No seas así»
como el mal recuerdo.

No ponga ninguno su voz a extinguirse en Distanciamiento.
Cerca del 90% de las lenguas indígenas del mundo
desaparecerán con el siglo, que no sea su lengua una
y su meditativo rostro siga apoyado en el paragua,
imagen de su cimiento.

La suya sea lengua de amado ser mestizo,
que no muera ni el viejo recuerdo
de otro Miguel ausente al que llamara
«mi hermano» ni se olvide
el juego de escondite,
y última travesura de ambos.

9. 

Que vivas como Estética amistosa
y con Vicente Huidobro recaptures un lenguaje
si genocidas acertaran a ser perros que muerden.

Amigo seas con Tristan Tzara,
colores tengas junto a Juan Gris y Aragon,
y listo estés para la marcha a Rusia,
enternecido, esperanzado,
cuando te despidas de España.

Seas con el recuerdo del tungsteno
y minas suramericanas, lo mejor
del mineral inconsciente.
Que te arrope la tierra con los ritmos
más felices que Lugones, Herrera y Reissig
y Darío, y jamás te sigan perros
por calles sin salida, exiliado
hacia las bocas de lobo
porque, César Abaham,
hay todavía mucho porvenir.

*

De EL LIBRO DE LA AMISTAD Y EL AMOR / INEDITO

NOTA: Tengo un libro sobre la amistad y el amor, donde es obvio que en mi estética la AMISTAD resulta de un diálogo poético, profundo que vincula, mas alla de la coetaneidad. Entre mis amigos pueden contarse Abram, Epicuro, Charles Baudelaire, Walt Whitman, Lorca, Vallejo, etc. o cientificos como Tesla y Bearden... Abraham, 'el amigo de Dios', es una metáfora y epiteto con que trato a mis amigos. TODOS SOMOS HIJOS DE ABRAM... En fin, que les agrego el ABRAM como segundo nombre a gente que amo. Es un ritual parecido al GUATIAO taino con que la amistad pasa a ser compadrazgo espiritual... de ahi que a César Vallejo lo trate de CESAR ABRAM... 

PARA SENTIR LA SOLEDAD Y LA MISERIA

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PARA SENTIR LA SOLEDAD 
Y LA MISERIA

[a Gustavo, al Feo y los putos,
en Skid Row, Los Angeles]

No. Uno no necesita que le pongan mala cara
aunque se sienta miserable si la ponen.
Con su amable sonrisa alguien puede decir
«lárgate, no es tuyo el lugar que pisas,
hazme el favor y vete pa'l carajo».

Para sentir soledad hay que comprender
que a veces no se tiene un espacio mínimo
en el mundo, que no sea la tumba,
porque nada es tuyo. 

Lo que has tenidolo debes. 
Rentas y el día que no pagas
el prójimo casi se torna el puño 
que amenaza o agrede,
eco de voces que te dicen: 
«Vete. A la calle».

*

LO AJENO

Un día la soledad depende, por desgracia,
de lo que no controlas, lo ajeno. Otras
de alguna maldita hormona, 
o la diabetes,
o depresiones ocasionadas
por desprecios acumulados
o de verte al espejo y querer ya morirte.

La soledad no es algo que se busca
cuando se está jodido. Es una distancia
que te asalta, te muerde, va robando tus pasos
y te mete al callejón y allá te medio mata
como dolor nefando y quita tu sonrisa,
si alguna vez la tuviste.

Es el perfecto atraco, chingaquedito.
Impune. Cotidiano.
La perfección de un arte desalentador
que está determinado por todo lo vulnerable
que es el hombre, su ignorancia,
su egoísmo, sus caprichos,
sus insolidaridades.

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SIN EMPLEO

Si no tienes empleo, comienzas a saber
que vales nada, que todo es provisional,
condicionado, no hay nada gratis.
Cada acto hay que pasarlo por la angustia.
Caer, caer y levantarse; pero el caído
no se levanta contento, ilusionado.
No brinca de alegría. 

Primero ha de saber cuánto
puede doler el hueso, ha de sangrar 
el alma y ahí se define el dolor preciso
(la soledad duele y, cuando duele,
es cuando menos el prójimo la entiende).

*

SIN MISERICORDIA NI APLOMO

A veces por una misericordia
que no dura por siempre, que te echa en la cara
ser desafortunado, o estar tullido, o baldado,
o no ser ciudadano, o no ser heredero,
o no ser suficiente para dar solución mágica
o inmediata, a corto o largo plazo,
a tu inopia, a tu desamparo, a tus limitaciones
(no diga usted, mala suerte... porque uno hace
el destino y le da un color y no lo entiende)
la soledad irrumpe y aparenta
que dura más que lo que dura,
máxime si no has sido gregario, 
extrovertido, apto ingénitamente 
para pedir piedades o limosnas
aunque no necesites.

Porque hay gente así, caridura, parasitaria,
cínica, indecente, o como ellos, se nombran
gente lista, no boba. Otra que no.
Hay quien sólo quiere dar, o ser
autosuficiente, y no recibir nunca
ni lo que, por gentileza, se merece.

*

LAS SOLEDADES DISCRETAS

Pero hay soledades discretas,
que aman el sacrificio y sus clamores 
de piedad no se buscan 
hasta el último momento
y yo no sé, si el mundo o Dios,
a los dueños, o portadores de tales soledades
castigan más intensamente en atención
a ellas... porque el dolor las visita moralmente
hasta el último rincón de las collejas
y las soledades se sienten malditas, 
desventuradas en medio del pedazo de pan 
que se les tira, o la frazada pordiosera 
del frío de su noche. Y la soledad,
por discreta, no sabe 
si llorar o maldecir. No sabe.

*

EXCUSAS PARA NO AYUDAR

Para sentir la soledad, se escuchan
muchos «lo siento, no puedo, no tengo, 
ve allí, ve allá» y, a final de cuentas, en vano.
Se vive el ritornello de indiferencia 
y visitas inútiles.
Tocas en las puertas de nadie.
Te rompen las narices con ellas
y empiezas a crear tus propios NOES.

El desaliento te ayuda y Dios te aprieta,
si es que en El crees, y prefieres absolutamente
que te ahogue... ¡Qué horrible es la soledad
si no la esperas, qué triste es la fe en un bote
de basura, qué cerca se está de las ganas
de matarse, aunque Dios no te asfixie!

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A VECES TE DA EL PAN QUIEN MENOS TIENE

Uno tiene que ser triunfador al instante
o buscarse un fiador que enseñe 
a ser salvaje, cínico, vividor, si has sido bueno... 
y qué paradoja,
a veces te da un pan quien menos tiene.
A veces el pan te lo da un mendigo
y el pudiente que conociste te pasa por el lado
y no te reconoce, vira la cara para no verte.
El te crea la soledad que más duele...

Para sentir soledad basta que veas
uno tras otro, a quienes llamaste 'mi esperanza'.
Basta que no hayas aprendido que hay gente
a quienes no se debe dar ni la confianza mínima.
Basta que encuentres un perverso
que te pida el culo, o que te vendas, o que vayas
y delincas por un par de pesos y, si eres mujer,
mejor, más fácil es que se te prostituya
y él se sienta tu dueño.

Uno puede sentirse en soledad 
por demasiado orgullo,
o porque fue vanidoso y hoy tiene que aceptar
que si come un bocado se lo da un parejero,
un presuntoso, un hipócrita, que se siente
al rato el autor de tu vida, 
porque te quita el hambre
(aunque no sea con lo suyo) 
y mañana a volar,
a buscar por tu cuenta, a rascarle...

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BENEFICENCIA PUBLICA

El gobierno te da ayuda, 
caridad institucional,
legislada por condicionado humanitarismo, 
y claro... se comprende. 

Usted, en cambio, tiene que probarle
que no es un ladrón, buscón indolente,
dar sus historiales, «qué hicIste con la mitad
de un peso, cuánto fue su último salario, 
llegó usted una hora tarde, 
debió madrugar y estar en fila,
no es ya la norma para el beneficio»
y cuando pasa emplazado,
de burócrata a burócrata,
va suplicando por lo que supone un derecho,
y le humillaron, con la punta del zapato.

Recibe cupones de soledad, 
sellos alimentarios de amargura.
Le sangraron el alma antes de aprobar servicios,
beneficencia, ese sasqueroso embeleco.

*

Y TODAVIA SE SIENTE ORONDOS

A ellos, sí... hay que verlos cómo se sienten
aupados sobre el culo de su cargo,
señores de su oficina con aire acondicionado
custodiada de guardias, porque a quien suele
dársele ayuda se le juzga 
no ya un necesitado.
Un demente, malcriado, terrorista,
criminal siquitrillado y todo lo que se presupone
en el dictum y protocolos de una jerarquía 
de funcionarios con su salario seguro, 
con diplomas de servicios humanos.

*

LES BENDIGO, RALEA

Por eso, bendigo a los que sufren soledad
y la han conocido desde el fondo estructural
de la angustia y la necesidad, bendigo
los que la sobreviven y no pierden la fe
a pesar de tanta humillación
y deseos de morirse.

Yo creo en esos héroes ignorados
para los que nunca habrá premio ni aplauso.

CARLOS LOPEZ DZUR
DE MI LIBRO LOS PORDIOSEROS