Sunday, November 13, 2011

Indice: Rayos por celo de tu cuerpo


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INDICE / RAYOS POR CELOS DE TU CUERPO

Obediencia
¿Por qué se mató al cocinero?
La vanidad del Capitán Lizón
Don Perico
El viejo loco y el mar
La injusta distribución de los colmillos
Teoría de la soledad
Los vendedores de soñarreras
Liza y las quimeras
El iluso despabilado
Asunto de amor, o de higiene
Cornelio, el puerco
La carta maloliente
La afrenta de Tres Palmas
Rayos por celo de tu cuerpo
Celo el cuerpo de Pedro Liciaga
La anemia en las alfombras del banco
La tentación
El desierto, soledad sin caminos
Por celo de tu cuerpo, Simón
El gran robo hipotecario
Predicador de la 'única forma'
El animal hombre
El arresto de Hernán / Brinca Charcos
La Cucosa de Cucusa
Panchatantra
El testículo
Cento Nuptialis
La promesa de Simón Gil

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Tuesday, October 25, 2011

El púgil Vomernasal / Tantralia


Revista Hola PR / El Librepensador / Indice / Hola / Gaceta Virtual / You Tube / Iris Miranda / Haití / Indice / Cuaderno de amor a Haití / Declaración de amor / Occupy Puerto Rico

El púgil Vomernasal / De Tantralia
Bailo en el sostén de la inherencia,
donde un mito se inicia y clama
su dignitas hominis,
victoria en pro del esqueleto.

Yo, púgil de la Vomernasalia,
en terquedad me yergo y respiro.
Por más golpeado me arriesgo
en paso de vida por ese filo de navaja
tan sensual del olfato.

Algo ha de ser alegría para que baile.
Una pizca de algún chip genético
que se alcanza en el aire.

Cuando la energía se eleva y flota
nos integra a su amor endocrino
que bajara dulcemente al sistema
que nos ata al cuadrilátero.

Un gran pugilato es la vida.
Esto de pensarse digno, por algún lado,
tiene el hábito de ponerle narices
a la unión esencial
de lo inevitable, el alma-puño,
o la sangre caliente.

Y con orejas de coliflo se duele
el hombre hasta que sea la feromona
quien nos visite, entonces,
conducción de inherencia.

Allí donde parece auto-evidente,
respirable, aromoso, el espíritu
nos tañen la campana del aguante
y nos mandan a la esquina por aliento.

Yo soy un animal de feromonas
y no son subproductos fantasmales,
psicológicos, espúrea envergadura.

Esta es la vida cuando se dice
«Abre las fosas nasales. Estrena desde hoy
el olfato y aprende que cada movimiento
apesta; y el buen esquivar, perfuma».

Esta es la vida cuando no se tira
la toalla fisiológica, tangible y se pelean
los doce rounds del solverse biológico.

Hay que sudar esta química
y evitar el rival que lanza barrecampos.
Hay que evitar el nocáut para saberse vivo
y pleno de humana dignidad
hasta el final del combate.

Una oleada de regocijo inseparable
es la victoria, la bien olida radiancia
con olfato. El 90% de la atracción
entra vomernasalizada, eriza el cuerpo
y te da alas y sí que bailas, entonces,
sobre el mismo filo de la navaja.
Sobre los hombros de otros
como los campeones.
____

Invocación de los Tantrikas / Etica a Nicómaco / 27. El Destino y el tranque con Acevedo Vilá / 28. Cómo ser un buen superintendente / 29. Cuando Aníbal se volvió el resentido / 30. La trepadora / El erotismo / Los Necios>/ Amigos de los NECIOS / Occupy Puerto Rico

Monday, September 5, 2011

EL PROCESO FEMENINO / poemario



Indice

El proceso femenino
Madre de las aguas
La puerta
Vírgenes verdaderas
La mujer en la Edad de las Tinieblas
Como Afroditas
Endimión
A Vicky
La mujer es el ibris
Uterino río
La Venus
La Señora de la Mar
Voz proteiforme (1)
Voz proteiforme (2)
La Seductora
Su sexualidad
La niña hermosa y el viejo
Nutrición
La madre
¡Cómo es la sal de hembra!
A Janis Joplin
A Flora Tristán (1803-1844)
Profecía de la mujer infiel
Homenaje a Hebe


El proceso femenino

1. Niñez

Hay mujeres con rostros infantiles.
¡Que nunca envejecen!
Son como chavas, como niños sin sexo,
golfiñas ariscas, juguetonas, risueñas
con huesos ágiles y originales ímpetus.

Y sus ojos, sus ojos
son faroles con llamas que en la mirada
se encienden vivamente
y con los gestos florecen.

En sus rostros,
incansablemente dulces y gentiles,
se ilumina la chispa del espejo interior,
el ángel femenino, la mujer encarnada.

Hay mujeres sin malicia,
sin sucio en las pupilas,
sin agresión que a sus labios tuerza
con el asomo absurdo de cualquier palabra.

De la infancia son las caritas permanentes,
la doncellez que se asoma, tan callada,
para el gozo de una primavera que perdura
y así quedarse, a flote en ella, para siempre.

¡Qué semblantes sin años,
sin tristezas de arrugas, sin hurañez amarga!
Tersas, limpias, melódicas
en la piel del espíritu
como ninfas que cantan, musas
al pie del Helicón más cotidiano.

Y sus ojos, sus ojos
así miran, así conquistan aún más,
así se comunican, así descansan
cuando llega el día del dolor,
la noche con empeño de obstruir
al amor inmarcesible.

2. Adolescencia

Hay amores que avanzan con paso
de nubes claras o manantiales cristalinos.
Amores que no son exactamente cielos,
pero entregan el alba.
Que no son agua.
Ni exactamente nimbos, pero se elevan
como cirros a las esferas altas
y refrescan los hondos abismos de la carne.
Del hombre.

Son mujeres gentiles.
Eso tan sólo son:
la presencia de la brisa que refresca
en figura de cuerpo femenino.

Se materializan.
Semillas son de estrellas en lo oscuro.
Se entregan como consciencias
en calma que descienden,
¡pero cuán altas habitan y cuán adecuadas
son sus sombras para el calor del mundo!

Y sus ojos, sus ojos
son faroles y llamas en la negrez hostil
y vive el corazón varonil,
por su femínea luz, encendido.

3. Adultez

Hay mujeres que son versos vivientes:
el ritmo que camina, descalzo,
la música que se forja con palabras,
la bandera de la sensibilidad que conspira
para volverse más amor y más ternura.
La mujer se vuelve hembra de tal modo,
moza con anhelo de mitosis / maithuna
y se escinde en la maña señera
de la virtud que juega y bendice.

La mujer, su soledad divide en dos
por ser, de su hombre, compañera...
y, entonces, anda con el talle vertical
del árbol, cósmico geotropismo,
y su vientre horizontal se acuesta
lleno de curvas, ninfíco de caderas,
húmedo en las raíces
y toda ella canta para el tálamo
con el furor de las savias / tattva uttama
que chupa de la tierra
y, en dúo de complicidad regocijada
con el gameto, engendra al canto
(la apertura de Anahata, se abre a plenitud
de vida, tan digna en vibraciones ganglionares,
efectiva desde el timo).
y es madre de poesía ctónica,
subterránea, paraganglionadora, cardíaca.
y sigue en colectiva humanidad
con sus hermanas.

4. Madurez

Hay mujeres que son
evolución y síntesis
y, por tanto, futuro,
utopía cumplida y realizada.
Niñas son para el niño.
Tiernas son para el adolescente.
Adultas son para el varón que escucha.
Sabias son para el viejo que aprende.
Benditas son en la muerte que clama.

Y son madres todavía para el que,
a filo de espada, muere,
o a para el que en pena yace
o, en enfermedad, padece...
y, para todos, puja la esperanza
en su parto final
que es piedad y consuelo.

Y sus ojos, sus ojos
todo lo lloran, cuando no lo comprenden,
y aún todo lo sanan
cuando es triste y agónico
y lo olvidan y perdonan
cuando es infame, envilecente.

Pero no aprende el hombre necio a redimirse
y no sabe llorar cuando ella llora y crece.

5. Desencarnamiento

Cuando se van de la carne, son mujeres sencillas
y lo mejor del silencio.
Y las netamente virtuosas y diáfanas mueren
después que, con hechos inconfundibles,
todo han declarado y su ternura
ha reconfortado en vida a los ánimos vecinos
sin sacrificio, suyo o ajeno. Al fin descansan.
Son las que, al morir, se vuelven mariposas,
el talismán de alas, la abraxa mística.
que no es tal, en rigor,
como no es nube ni arroyuelo cristalino
ni paloma ni secreto indecible...

Es la mujer real,
costilla celular de mitocondria,
aposento idóneo, el sábado encarnado
de una canción que hoy es
el recuerdo que canta
y que, en la carne,
conmueve todavía...

Y sus ojos, sus ojos
son inolvidables, tan dulces
como el ayer más tierno,
tan cautivantes como el amor primaveral
que, en mayo, hace a la flor más flor
y más ave al pajarillo que se posa en la rama
y a la lluvia, llovizna
deseada para la tierra seca,
vendaval de luz, irisdicencia del ángel
que, en la zarza ardiente del monte humano,
al árbol de amor conecta a su alma.

6. Síntesis Cósmica

Hay mujeres que son la eternidad:
cosecha concreta de la heroica metáfora,
el orgullo del ser,
pulcros cuerpos que ocupan pulcras almas,
feminidad en la piel glorificada,
la alegría del infinito
en desnudeces suaves,
los ángeles eróticos sin alas.

Estas habitantes de la tierra,
nada esconden.
Son transparentes, siendo celulares.
Son luz, aunque vivan en lo oscuro.
Son la historia que se corrige sin recelos,
lo más inocuo del Caer,
lo menos turbio.

Y sus ojos, sus ojos
sonríen, desde sí, porque son inocentes
y nada, sino luz, guardan bajo sus párpados.
Y así miran, así conquistan aún más,
se comunican, así descansan
para entregar el séptimo día
en el Shekinah del sexo femenino.

(7.)

(La séptima sección de este poema es mi silencio. Un homenaje que mi voz no expresará, no sabe cómo. Sólo la mujer puede develar esta dicha, su Bhakti).

*

Madre de las aguas

Sólo tú puedes ser diosa en los ríos,
náyade de los campos,
sólo tú, árbol de conocimiento
y real esperanza.

¡Tú desocultas lo que se esconde
en el azar y todo lo pones a raya!
Eres el ser extenso
más bello y luminoso;
eres niña y mujer y madre
y autora de los años
y las sabias tormentas
¡por eso se te invoca como vírgen!
por ser tan poderosa,
bruja, salvaje, Santa Bárbara,
independiente, alma que truenas.

En los eventos causales
eres la pera que no se pide al olmo.
Niegas al taimado sus caprichos.
El honesto fuete te pervive.

Te han dicho débil y te han esclavizado
pero, saben todos que eres
el ibris, la riqueza visible
y el gran salto
del dolor a la dicha,
de la fe a la creación concreta.
¿Ves por qué sólo a tí pido?

4-11-1983

*

La puerta

El beso será mi puerta.
Abriré mis labios a los suyos.
Con mi búsqueda visual
de los espacios, me quedaré
donde ella diga,
seré poco a poco sedentario.

El beso me hará casa
allí, donde lo quiso, y viviré
en su covacha de lenguaje
y me tenderé en el húmedo aliento
que me ofrezca, salpicado de limo
por su causa.

9-17-1980

*

Vírgenes verdaderas

Temibles son las niñas del pantano.
Las que son brama perpetua.
Llenas del calor del trópico.
En la cuaja de la tarde
se van a ríos profundos.

Van por tentarujas no de seres
enfermos, densos, de oscuras pasiones.
Van por las cabezas inmortales
(por los claros como las albas)
y sus amores no serán cortados con tarrajazos
de ultrajadores ni por hienas de uniforme:
cómplices ; van por quienes saben 
liarse a la culebra
sin cuchillo y chafarotes...

*

La mujer en la Edad de las Tinieblas

¿Qué puedo ya querer de tí en la edad de las tinieblas,
en edad de matricidas, en edad de infanticidio?
En edad de conflictos perpetuos, con los feminicidas
que enturbian el festejo: Mujer, la aparición de tu presencia,
¡ay cuánto lo siento!

Se fundó la irrupción de los salvajes,
hombres-bestias, asesinos
de la boda sagrada, el hierogamos,
las nupcias del cielo y de la tierra.

Antes yo fui aquel varón que no aceptaba
la semilla pudrida del olvido. Te ví en la muerte cíclica.
Te advertí en los renacimientos, en la primavera.
Te observé, embelesado, antropológicamente,
Rama Dorada, y con ojos tan perfectos,
como Frazer que te escarba, describiera
y exalta y bendice. ¡Oh, tú, esencia de mujer,
oh, tú la Vida!

Te vi en la siembra y el invierno.
Escuché los lamentos en el fondo de la Cueva.
Te concebí descendiendo al mundo de los muertos
y eché la Llama de la Vida en mi llamado.

Tan seguro estuve, Koré, Inna, Perséfone, Erika,
que eras, la Madre y la Hija, diosa de la existencia
y las regeneraciones, latencia y expectación
que merece buscarse en lo otoñal
y el invierno de lo pródigo.

Eras mi antorcha, Démeter,
y descendía a los mundos subterráneos
y te hallaba para llenarte con besos.
Quería que andaras conmigo
y me hicieras compañía.

Tomadora del todo, dispensadora,
hoy la muerte no es cíclica. Hoy no existe un templo
que tenga tu nombre y tus vasijas, hoy no hay
muertos durmientes al que llamar «Tu Semilla».

Nadie se regenera. Ninguno se emociona como antes
porque llegas con tus hierbas curativas,
porque vas a las tumbas, a la zona terrible
donde una anciana sabia entierra sus raíces.
Hay quien no quiere tu proceso, tu esencia femenina.

¡Ay, quiero evaluar el proceso completo,
hija que se aleja de la madre, hija del exilio
a distintos lugares, fruto del árbol de la Vida!

Y veo la Muerte, vida cósmica que ya no es la mía,
vida animal, emotiva, que ya no es la esperanza
de mis renacimientos, vida con repliegues
que ya han sido asaltados, y no tengo mi ingreso.

… pero. ¡qué linda son, después de todo!
aunque ya no me escuchan. Nadie va por un grano
de cereal a las vasijas de esos templos agrícolas.

No son ya convocatorias fecundas debajo de la tierra.
No son misterio donde la vida se esparce
dentro de las cuevas, ¡oh, diosa madre!
¡Oh, diosa persefónica, demeterina!

Este es el mundo de los muertos durmientes
donde nadie despierta, sino con el puñal que duele
y el ciclo de vida que nadie completa.

Asaltaron tu mundo, Démeter.
Te dieron la rocola y el fonema per se,
vegetaciones de artificio, nuevos brotes de cosechas
sin granadas, que sean útero ctónico.

Te dieron la juventud de los raseros, civilización
de vividores en sus propios rencores matricidas,
en placeres de venganzas, varoniles,
masculinas, feminoides, falsarias.

2-3-2007

*

Como Afrodita

          Afrodita: diosa de la vegetación y la doble base
            de toda vida, los dos principios, el masculino            y el femenino: Angel María Garibay

Aquí, en la vitalidad de mi ser, es donde más te urjo.
Tus ríos siento en mis venas. En las charcas
te encuentro de repente y miro la Luna
y ante una roca de carbuncio lito. Entonces en tu altar,
sacrificas demonios rojos que anduvieron conmigo.

Todas las primeras hiedras que encontré
en mi camino son tus pisadas. La gran concha
del mundo necesitas. No sólo la espuma de Citera
te alimentan; todo el que sigue tus rastros, Amada,
se enamora; sea cualquiera su rango entre los dioses.

Te alimentas de gozo, ya lo sé. El amor es tu fuerza;
La fertilidad tu alegría; la belleza, tu divina locura.

En la estancia de los seres mortales,
también gravitas, Cipris, y sobre lechos de pieles
de osos y leones, al pie de Monte Ida,
largas noches de placer das al elegido.

Engañaste al cojo antes
y después que contra tí hiciera burla.
En una red, se te puso cautiva, pentalfa lujuriosa.

Te humillaron las que de pudibundia viven
y los que, por venganza y celos, se creen
los dueños de tu alma
y de tu libertad y tus secretos.

En las aguas de Pafos te limpias y vuelves virgen
y en la Novena Esfera, en medio de las gónadas
del hombre, combates Tres Traidores y preparas
al Ego para que muera contigo.

5-09-1998

*

Endimión

Dormiré para el mundo, pero a mi corazón
lo abrazará la Luna. Cada noche vendrá.
Cada noche su beso en la montaña
donde yazgo, dormido aunque no quiero.

El celo del poder me ha subyugado.
Selene me quiere a mí,
su pastorcillo enamorado.

Dormiré para el mundo, sus pocilgas externas,
los samskaras, pero me abrazará
quien con media luna hiere lo efímero,
corta lo falso, activa la piel del quinto cielo
mientras besa la anahata vibrante
con lengua viva de luz y tacto.

En esa media luna está mi amada,
la primera mitad,
lo femenino.

*

A Vicky

          A Vicky, que siembra la planta de mapasúchil
          en las macetas de su balcón

Más que percibirte con los ojos
me cautiva la tersura de tus manos.
Si me abrazas, suspendo la mirada
y soy árbol con copa umbelada del mapago.
Arbol de tayuyo para colgar
tus flores y tus lotos,
soy cuando te veo sembrando.

Para tu flor de manitas, mis capullos
hechos dedos trenzan redes de marengos
volcándome en la mar de tu encanto.
Eres pescadora y traes mi regocijo
con olores de barro.

Tallado a besos por tus pétalos
a veces exploro teyacuas sobre las aguas.
Todo vibra con tus brazos.
Soy pez de Tiamat que has reecontrado...

Llámame tuyo, Mapasúchil.
Soy para tus manos, ya fruto, marañuela,
ente para tu ser y ser para tu ente,
mano de león, Cachorra solar,
lúbrico animal para tu amparo.

Más que percibirte con los ojos
te precomprendo en el caos
y, del cadáver de mis ojos cerrados,
saco las estrellas. Quiero verte.

Ni más ni menos que las tuyas
que han sido tulipanes giratorios,
ens perfectissimum, sustanclalidad,
diosa que nada necesita y que todo lo da
en el planeta de los besos y las manos.
pero sé que eres tú,
flor de manitas,
tú que siembras
las útiles flores de tus dedos
los dulces tallos
y raíces de sustrato...

08-03-1985

*

La mujer es el ibris

¿Ves por qué sólo a tí pido?
Sólo tú puedes ser diosa en los ríos,
náyade de los campos,
sólo tú, árbol de conocimiento
y real esperanza.

¡Tú desocultas lo que se esconde
en el azar y todo lo pones a raya!
Eres el ser extenso
más bello y luminoso;
eres niña y mujer y madre
y autora de los años
y las sabias tormentas
¡por eso se te invoca como vírgen!
por ser tan poderosa,
bruja, salvaje,
independiente.

¡Ojalá yo pueda ser,
extendido a los senderos
de todas tus memorias
y dar el fruto
de tu paz misteriosa!

Entonces, morderé del fruto
entenderé a la infinita serpiente:
¡la sabiduría tentadora, tu esencia!

4-11-1983

*

Uterino río

Uterino río, jarra de cilios,
el pez en tierra llana,
será flor que te cante.

Seré sombra en la riba.
Acúname a donde vayas.
Sea tu morral mi rumantela.

En remolinos, entraré en tu quipe.
Llévame a la espalda
como espigas y viento que te siguen.
No me niegues tu choza sobre las navas.

7-13-1980

*

La Venus

Venus es su imagen de abundancia
y beberemos del OM venusino,
luna de versos, el lucero mayor
sobre cenizas: el Fénix.

Iremos a brazadas hacia ella
como pez que se cuela en luz
y reclama el ozono
y jamás tendrá hastío de su torrente,
sólo delicia en su amor y en su flujo.

Nos acariciará con dedos verdes,
como troncos que somos,
filtrados y humedecidos
en la Vulva Cósmica,
¡ah erótica Señora de la Mar!

Y cuando los soles descansen
como ombligos de sedimento que transitan
hacia el fondo del origen submarino,
bendito sea el primer AUM.
Ya no seremos dos,
Uno en el Todo, la mar de mares

*

Señora de la mar

Las aguas han sido el testigo más fiel.
La mar es nuestro obsequio permanente.
Nunca se escapa, nunca se niega
a la voz con que se clama: ¡Vida!

Venus es su imagen de abundancia
y beberemos del OM venusino,
luna de versos, el lucero mayor
sobre cenizas: el Fénix.

Iremos a brazadas hacia ella
como pez que se cuela en luz
y reclama el ozono
y jamás tendrá hastío de su torrente,
sólo delicia en su amor y en su flujo.

Nos acariciará con dedos verdes,
como troncos que somos,
filtrados y humedecidos
en la Vulva Cósmica,
¡ah erótica Señora de la Mar!

Y cuando los soles descansen
como ombligos de sedimento que transitan
hacia el fondo del origen submarino,
bendito sea el primer AUM.
Ya no seremos dos,
Uno en el Todo, la mar de mares

*

Voz proteiforme (1)

Voz proteiforme
que todo lo navega y lo fluye
y lo lícua y lo transforma,
sumergida del hidrato, la poesía nos díste
¡y qué dulce larva es para el huevo,
qué plancton, qué eucampia del zodiacus!

Y los peces, poetas submarinos,
pioneros navegantes de la estrofa,
serán como antenas flageladas.

En el plasma brutal de los espacios,
jamás se agota del profeta su lumbre cristalina.
Al contrario, se gotea, se aburbuja, se destila.

¡Todo sea por los depósitos de trípoli
y por dar protosomas a los vientos!

*

Voz proteiforme (2)

A la mar, protón de la canción
que la vida comunica, deltas sobran.
En su morada, descansan
protocráticos reyes del silencio
y despiertan a contar la ola de un poema

El discurso es el sistema melódico
del habla, porque protonauta es el agua,
mensajera y, protonautas,
las musas de los ríos
que hornean al pan lejano,
naciéndose de la mar
como sus hijas
y no hay cloacas seminales
para la sed de ser.

(A la mar, maestra, sacerdotisa,
debo lo que soy, aunque esté ausente).

*

La Seductora

Tú, tú, hechichera, me tienes por cómodo bocado
de tus besos, adormecido encima de tu ombligo.
Del vino de tus lagares, ebrio, atontado.
Circe, me embriagaste, me ataste
a tierra, agua, aire y fuego.

Ahora tus caricias son como licores,
neurotoxinas de deliquio, tus perfumes...
y olvidé mi casa, mi ruta, el desafío, y ¿cómo decirte no,
dáme el regreso, díme quién soy, desátame...
si me encantas?... si me tienes 
al pie de Tu placer terrestre,
fascinado con todos los sentidos como si fueras
ya la plenitud y no lo eres, ¿qué hiciste pues
con mi destino? 

La luz es como una penumbra
en la neblina de tu profundo arraigo
y en tus mares, estoy oleado
por placeres, ¿qué es Itaca, sílaba lejana?
¿es todavía Ulises / Odiseo / mi nombre?

... porque estoy encantado. Y sobre tus muslos
seguro, atacado de suaves manos
y el roce de tersa piel de tus espléndidas nalgas,
retrasado en regresar si que el regreso lo debo,
anticipado al huir, si que algún otro me rumbo
fue el mío y se llama desde el lugar que olvido...

¡Ay, cuerpo de Deseos, me gratificas
de Sur a Norte, me satisfaces en los Vientos del Este,
me arrastras a los sórdidos esplendores
de tu Occidente! Energía venérea vencíste
los poros, me sudaste, músculo por músculo,
con la gracias de tus avideces.

Eres el banquete del mediodía
y la lujuria avasallante de la noche,
vino añejo tu saliva. Salud veo en tu casa
con tus apariciones con senos descubierto,
tu vientre y su montículo peludo. Todo perfume
se exhala de tí como lavanda de luna
y jazmín, tu menstruo encendido.

Tu caricia es mi ritmo. Tu corazón en tambores.
Por tu cadera gimo de entusiasmo y verso
como un toro que piafa desde el alma,
por tu causa acosado.

En el lecho fortalezco el derrame,
porque te dejas vencer, sin desplaste
y sumada al mutuo orgasmo.

¡Ay, Circe, seductora!
Con una sonrisa me díste las prisiones.
Con amable palabra me echaste a tus pies,
herido de estocada, como en amores.
Me alcanzaste cuando no lo espera.
Como a león de mansa complascencia abriste
mis quijadas, me ataste con un collar de flores.
Simpática mujer, en recompensa material,
no te soy poco. Venus te dio el Anima
y a mí mismo me pasaste el Animus
y Yin pasivo hicíste de mi guerrero el martes.
Lo que tú anhelas te doy, no cosa del otro jueves.
Con negación de lo que yo quise
(a mi deber ya no quiero).
Deseo únicamente lo que sea tu deseo
semana tras semana, lloviendo meses
y años, y muchos días de ollas y cantares.

¡Cómo te las ingenias tú, ay no sé,
pasivo yin del Deseo
si todos tus caprichos son los que te dan
los otros, cómo, carente Venus,
con tu hermosura desatas la experiencia obligante
que enriquece, o doblega, o encorajina
para sacar el valor de adorarte,
la esclavitud de servirte!

05-02-2005

*

Su sexualidad

La espalda está desnuda.
Los hombros, ya esparcidos,
y hay abrazos y retornos y derrames.
El fin no es la detención del movimiento.

Todo entra y se va
con itifálica forma al fondo del secreto
y el enigma, dionisíaco;
todo regresa eclosivamente,
con espasmos y pelos mojados,
la evidencia.
Con salpicados glúteos,
la hembra llora,
al mismo tiempo canta.

Los hombres terrenales comunican:
«Somos nuestros. lo tuyo es mío.
Eternidad, somos tuyos».

Se van como rodines, se van
hasta las nalgas, se endurecen
como pernos, las perforan
y como globos se hincharon los senos
y los pezoncillos son tapachines
de los besos, pirulíes, pilones rojos,
tapaderas, mamilas...

... Y se van y se regresan a las manos
y la boca y las costillas se erotizan
y escuchan el corazón dando tumbos
y a veces, cómo silva o se arritmia
endemoniado porque olvidó
la delicia de su danza
y prefiere subir a los muslos
y ponerlos en alto
y señalar al tobillo
de la niña a sus talones
como si fuera
una luna o un árbol.

2.

La sed de ser que eternamente se edifica
cuando se arquea el espinazo,
la verifica el hombre al quebrar la muchacha.

Encima o abajo empuja
con la polla, inflada o muerta a veces
y ella que vuelve
para ser la cima y, en el fondo, el zumo.

El himen vulnerable, botín
y campo de batalla, los dos
y el amor un camastrón,
un zorro pingo que cinga, aquí y ahora,
y de la carne se desfleca el futuro,
sin terminar su presente todavía.

El eterno retorno de Dioniso
es la presencia y el niño que apetece
la charca del sustento
y la identidad femenina y misteriosa
de la diosa madre bajo tierra
orgásmica, lujuriosa,
que vuelve
y se va
y se viene.

3.

Quiere él, el baby boomer
que salió de la cariátide,
hallar una mujer y echarla al agua
y con ella, ser pez otra vez, volver a serlo
y secarse las mejillas con su volcán
y lanzar piedras de amor
a sus nalgas, porque el Acuarius
la accede con retornos
y el aquí es libro abierto
y una toalla
y el allá sigue vírgen, in situ,
y ella llora, pero, ¿quién es
sino él? ... quien tendrá que ver tus lágrimas,
y ceder y esquivar y volver y entregar
y recoger el misterio y las maravillas;
y nacer para tí; ella, penosa, hostil, azorada,
se va y luego vuelve,
pero siempre juntos, buscándose.

4.

La guerra llama
a ojos cargados de deseo.
Vietnam que exista en otro lado;
aquí se jugará al amor.
«Make love, not war!»

Se van a fornicar los instantes
uno a uno y la fe será un brinco
(casi un leptón, o un quark
visible es por el éxtasis y el ser cabeciduro,
acostado sobre el poema
o una canción de silva)
y a la mujer se verá
directamente en su ombligo
se irá a besarla.

5.

La eternización de lo inmóvil es una lápida,
pero esta cama es sudor, olor a semen,
entrega, dos cuerpos escondidos
entre las ramas del hibisco,
telares estambrados vulva adentro
por lo infinito temporalizado.

Vivir y pensar se han trenzado
con el lenguaje de la orgía
y con pasos de ménades, el dolor filosofa.

Afirmar el gozo y el dolor es querer
la eternidad con revolcones, se repudia
la trunca linfa, éxtasis de promesa,
la espera que es más fría que los polos
y fraternales sermones o consejas paulinas.

El acto de volver a comenzar está desnudo
y el pene no es una idea, sino un córrele...
y las piernas, aún no cansadas, se agitan
y ese vientre abierto
y sus caderas
son la vida.

6.

Que con peplos abiertos,
bragas en las rodillas,
se abran las blusas
las colegialas, las meseras,
las libres y las esclavas,
las dejadas, las viudas
las casadas y solteras...

Que el broche de una promesa
nada oculte.
Que el cierre de cremallera
nada esconda porque hoy
la eternidad presente como loba aúlla.

La eternidad alborota como gata los tejados.
Su movimiento inestable es uno de pezuñas.
El movimiento del ser quiere su ausencia
y bajo las cobijas se ha vuelto
el coito más cachondo,
la presencia del sexo más caliente:
la afrodisia, la ausencia de nostalgia.

7.

¡Qué rico que, por afirmación,
revienten el sostén, a besos, los hijos terrenales
de Semele, los guerrilleros de la Gran Madrugada!

Que el escote se prohíba de los senos
y que las manos democraticen sus tersuras
y las repartan a las bocacalles
bajo túneles y sobre las rampas
de las perspectivas...

8.

El afirmador no cesa de llegar a ser él mismo.
El beso que recién ha nacido
el retorno del instante idéntico reclama
y moverse como lengua, golosamente enloquecida.

Y crecido, el beso quiere, yendo al plexo
de los senos calientes, los pezones
y aún más sudarse en el carmín,
lamer en grande y si las manos del deseo
lo permitieran, apretar debajo de las nalgas,
jalar el clotis, salarse con chupetes
y caricias, vivo julepe
con dedos en lo incógnito.

17-3-1990

*

La niña hermosa y el viejo

Has pasado por la calle sola.
Como un anheloso adoquín
gocé tus pasos, miré en tu coxis
y me llené de una memoria
que ya mi vejez lame en el alma,
en los ojos, en lo incógnito
en la sideralia de luces fatuas,
pero es supremo el agasajo...

¡Resurgieron deseos de abrazar, acariciarte!
... aunque no se pueda, orgullosamente,
mirar a tu rostro y darte nombre
y quererte con toda juventud.

En la anonimia, eres la coherente inmensidad
que nos separa, el grito insolente,
el cobarde arrebato de la chusma,
pero no pierdes nada.

Tus muslos son retruécanos de luces.
Tu talón unA sandalia de Mercurio.
Tu vulva ha de ser la morada de los dioses;
tu belleza está prohibida
al polvo que se vence en la molicie
del mendrugo, a los tiempos derrotados
de la arena, a la dureza aborrecida
por rencores e ineptas ansias del caos.

La virtud que algún día se aproxima
hasta tu alma te bendecirá igual
que yo cuando estoy ciego;
pero, si estoy preso en tí,
tentaciones de tus caderas y te gozo
y porque meces el gozne del gravitón, te amo
porque juegas con las polaridades.

¡Ay, ya te puedo querer sin que me quieras,
ya te puedo tentar, sin que me tientes!

¿Quien pudiera ser tan joven como tú,
quién, sombra perdida y perenne?
¿Quién saltará del adoquín, gris o negruzco,
por tu origen tu estrella, quién haría
del rojo de tus uñas su pequeño beso,
y sobre la araña de tu clotis,
en tu esquina más alta
treparía en aras de cielos de Nut,
aferrado a peldaños y deslices
de muslos, de nalgas tersas y túrgida
y, ad initio, tus adorables piernas?

*

Nutrición

Me nutre, a diario, el vendaval
de unos ojos salvajes.
Son de mi hija, sangre soñadora,
que ya duerme.

La diablilla del porvenir está en su cuna, mi alegría.
Al lado, cómplice del mismo recodo de su nido,
su madre, cuyo torso respira tan suave
y adorable como el primer día,
¡oh, madre dormida!
y adoro sus túrgidos senos.
Los beso.

Canta su corazón tras lindos huesos
y lo terso de tu piel es mi cosmos.
montículo de musgos, su sexo,
que es mi Rezo para la multiforme diversidad
de la Natura y templo al que voy,
apasionado de epicureísmo,
ya no a creer, con tonto rito,
sino a sentir para el afianzamiento.

Me hundo debajo del ombligo
y se devuelven, célula por célula,
sus más profundas certidumbres
y con ellas me oriento.

Me revuelco a gusto dentro del lodo cósmico,
porque creo en sus semillas y en su testimonio,
la Hija que me has dado es mi fe
y por ambas siempre hay semillas,
hijos con porvenir,
continuidades...

Octubre 1992

*

La Madre

Te dormirá tu madre Mamá Quilla
en una cestilla de tacuarembó
y te hará flotar como flor del mangle.
Y, con susurros, serás atraída
a las manos que más te quieren,
las suyas y las mías.

Menearé las tabas a prisa.
Jamás haré que el miedo crezca.

¡Qué bien nacíste que ya no hay sombras
ni miradas que nos acuse
cuando flama es la voz de la tribu
en el carbono!

Los hijos de la tierra te dirán
te quiero con la fuerza
con que hoy te lo digo
y coloco un tachigual
de algodón sobre tu cuerpo.

Tú adornarás mi calle y al mundo.
Aquí has nacido.
La mujer es una charca,
inmanentemente mía,
comundana de mi hallarse.
De las tumbas de la inmensidad
y los destinos de órbitas ajenas
o almiares transmundanos, te cuido.
Aquí eres la hija del maizal
y los útiles a la mano serán tuyos.

16-5-1981

*

¡Cómo es la sal de hembra!

Tu corazón es una axona
en aras de latido, canal
que me navega como góndola.

Tu cuerpo es pez que canta proteínas.
En los fondos extracelulares de mis ojos
escarbas, preguntas, te detienes.

Sobre filo de navaja voy, admitido,
tal como me enseña tu ser que orbita:
apetente, solícito, fascinado
por las huellas que dejaran tus sustancias.

Brasa de hornilla, el sodio de carga positiva,
tus iones de potasio, la sal sabrosa de tu vida.
Apertrechado en tus membranas potenciales,
toco las puertas, sin saber que llegaste,
te invoco con nombres latinos...
¡Kalium, natrium! ... te gritan
iones de esta orilla, relámpagos
que son espejos de tu tersura.
Nuestra pasión se vuelve electrostática,
danza que empuja el sodio
hasta deliquios, dentro y fuera,
sobre colchas de piel en primavera.

¡Como es la sal de hembra
que por amor está formada!
¡Y una axona resume nuestro temblor de gozo,
tentación de huesos, paroxismo en llamas!

¡Cuán pequeña eres que en mis pupilas
te detienes y en el centro de tus mitocondrias
quepo y me bastas, me transportas, me redimes!

*

A Janis Joplin (1943-1970)

          «I was a misfit. I read, I painted, I didn't hate niggers.
            I wished a little bit of peace»: Janis Joplin


Tú sólo querías ser diferente y atreverte a serlo.
Que con la fiesta salvaje se festejara tu muerte
y se anunciara tu resurrección.
Hay un más allá de las jeringas heroicas que se clavan
como puñales en la negación; así sepultas
con la heroína pura a quienes se acercaron
y dijeron: you freak, you pig!
bitchy creep! gorda, cara de piña, sabandija,
tú, sin ángel, Janis Lyn.

¡Tú sólo querías ser diferente!
enterrarte en el azul de los mares como puñado
de cenizas anhelantes, silenciadas por tu propia voz.
Querías un pedazo de paz que nunca hallaste.
Un pedazo de tí que se tuvo prohibido.
Querías una sobredosis de ser que nunca vino.

¿Cómo has sido tú? ... ¿qué harías por dividirte en dos
y por cambiarte, si nacíste con ese corazón
de psicodelia, lamentativo en tu incendio de dolor?
Escarbando entre tus propias venas nacíste.
Con jeringuillas te formaste una cruz
y el último estertor de kosmic blue.

Tú, la hermana de Michael,. tú, con una cicatriz gris
y el seno tatuado de cupidín en rojo y el socialismo
amargo, perseguido, anárquico, y el recuerdo de Laura
y el secretivo hijodeputa de JP, el que da soledad,
el que ata con inseguridad afectiva tu porvenir...
¿Cómo has sido tú? que concluíste que nadie te amará...
y te atrevíste a ir a prisa, asegurándolo,
al morir de ese modo.

Escuchaste los óleos de angustia y el sepelio vivo
in the blues. Tú, hembra sajona con arañas negras
debajo de la piel, tú acusada, acusable, acusadora
desde tu rosadez de camaleón.
A tí, ¿quién te amará? 
si el elucidario de karma es burla,
amargo trazo de traición, Cheap Thrills.

¿Cómo has sido tú? 
que te objetan dentro y fuera de las faldas,
dentro y fuera del jean azul-mahón 
y gritan: You creep, you pig!
«No me gusta tu pelo anaranjado», 
35 kilos detesto en tí
y son tu peso. 
No me gustan tus canciones esenciales
y son tu esencia. No me gusta tu Perla.
Ni el tono Beatnik ni la cinta roja entre teclas duras
y angustiosas para tus dedos desadaptados,
erráticos, guitarreros, rasgadores.

«No me agrada tu voz ni bares 
de Luisiana que animan
tu folclor de negritud. No me gusta Odetta,
ni Leadbelly o Bessie Smith, salen
de tu boca cantadora. 

Ni los hippies ni San Francisco
ni las comunas del speed. Ni Venice ni New York.
Ni que seas amiga de negra piel y rebeldones.
Ni que compres en Goodwill's stores 
tus harapos o tus ropas de corduroy. 
Nada tuyo, Janis Lyn.

Hálito de Texaco es tu canción, hígados de petróleo
tiene tu raíz, niña sedienta de atención y, en fin,
¿cómo has sido tú cuando querías tan sólo diferenciarte?
Distinta pues a Goldwater, Mr. Conservative, 
a McCarthy,
al Gran Inquisidor, 
a la derecha canalla, antihumana
que te escupe y surte para que mueras
abatida de blanco vicio y estupor.

¿Cómo eres, ida de copas, ebria de inconoclasia
y sabe Dios qué cuña de rencor, 
o descontento vital o  temeridad? 

Cansada de oír el No,
cansada de «el No me gustas, 
no te entiendo, no te creo»,
te has muerto con el 40% 
de pureza en el ácido letal.

Te has muerto como un Porsche Chevrolet
lleno de pastiches de venenosa hiel
y una bandera sangrante de América USA en el baúl.

¿Cómo eras tú, realmente, cuando quisiste ser
diferente y te dividiste y te despedazaste
lejos de Seth y Dorothy Joplin?

22-05-1980

*

A Flora Tristán (1803-1844)

Todas las desgracias del mundo provienen del olvidoy el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechosnaturales e imprescriptibles del ser mujer: Flora Tristán, 1843

Cuando él te puso la mano encima o con sus gritos
de afrenta quiso comerse tu alma,
tu voluntad comenzó a decir: ¡Basta!
Aseguro que ya tendrías muy meditado
un proyecto de escapada.

Todo el zumo amargo de la palabra pariah
tendría que haberte sugerido tristes ojos
de perros rechazados, animales no queridos.

Pariah es saberse convocada a la huída,
hacer de tripas corazón, pero no aceptar
pasivamente la desdicha.
Tu marginación está pidiéndote camino,
véte a Londres, vuelve a Francia, véte
como antes a Perú, en aras
del fantasma del Coronel Tristan y Moscoso.

El peregrinaje lo anotaste en secreto
para que haya memoria de aquellas mujeres que,
como tú, serán las parias con su encono nato,
dolores y rebeldías acumulativas, urdiendo
la escapada y, al fin, se vestirán como varones
con gesto que investiga, conspirativa, desafiantemente.
... porque si no hay esperanza que salve,
ni piedad que asuma aceptaciones,
¿qué otra cosa quedará, Flora?

No otra cosa, mujer.
Rebelión. Desafío. Dar poder
a los parias. Organizarse.

2.

Como una pariah, perra pulgosa, semi-sepultada
a rechazos, te han herido; celos de gentuza
que no tiene otro esplendor que su dinero
o su mucho egoísmo, a tí, Flora,
aristócrata de cuna que vas camino
a la orfandad y el desastre, a tí
que bien recuerdas que lo tuvíste todo,
la educación,
la gracia,
la belleza,
la riqueza interior de la misericordia,
a tí que conociste a Bolívar, el libertador,
y al Maestro Rodríguez, que al fin hablaste
con Marx, Saint-Simon, Fourier 
y te quejaste
que a las viudas en la Revolución 
no se les atiende cuando sufren, 
que no hay revolución
que a las obreras recuerde y les cumpla
con la misma prioridad que a los varones...
a tí, que la niñez la viviste en abundancia...
mírate, desplomada a balazos, dolida
en las casas de Londres,
en servicio de fregona, mírate
luchando la custodia de tus hijos
(porque nadie, en rigor, ha de llamarte
puta, o escupirte ante ellos, o levantar
un puño con ira, sólo por ser mujer de letras,
menos André Chazal, el opresor, enemigo
en tu casa, macho valepoco y asesino).

08-11-2008

*

Profecía de la mujer infiel

Ví a la mujer que dijo a cada varón
que conocía: «No creo en tí».
En momentos de enojo, gritaba:
«No te deseo», 
porque tenía su jardín en la oscuridad de Occidente
y el Sol no llegaba a la huerta
y los pétalos de sus rosas se cortaban
y, una vez alguna vez cortados,
por marchitos, escuálidos,
crece el color violáceo,
sin esplendor, de una llaga.

En la puerta de su casa, la más amplia
de las puertas que ví, había cerrojos
arriba, candados abajo, pestillos
y pasadores a los lados, y mucho polvo
y telarañas. Un rótulo leía:
«Prohibido Entrar», y en el interior,
si alguno entró antes
de clausurarse las ventanas,
uno sería que vivirá en terror,
o en tentadoras indulgencias.

Dicha no había. La alegría
no estaba allí, sino la rutina,
la aridez, porque esa mujer no tenía
útero como la Madre Fértil que yo conocí.
Su feto fue el accidente de sus cautiverios.

Nadie la llamará Emperatriz
[a ella quien presume la ética de muchas
jefaturas, y siempre está en pie
con función ejecutiva]; nadie la llamará
Sacerdotisa porque no conoce los ritmos
de la Luna ni los plenilunios; una corona
ciñe su cabeza y son doce calaveras
como si fuera pirata en laguna del saqueo.

Codicia, ambición, sus lemas; nadie ha visto
su túnica, han dicho que es gris
y que sobre ella se orinan los gatos
(todos pardos en la noche eterna)
pero, utiliza una bandera multi-estrellada
de algún imperio que le dice Triunfadora.

A sus pies no hay espigas ni semillas
que se valga sembrar, ¿dónde?
sin el Sol, su huerto es un ortigal.

Nadie le dirá dueña de Abundancia
ni hija de Vav, ni conectora, ni bienechora
por su influencia en el mundo.
De legiones de sombras está rodeada
y la Cornucopia de las Delicias está vacía.
Sirvió en sus banquetes alimentos tan rancios
que ninguno de sus comensales aprobó
y la miran con caras largas, estómagos vacíos
y no catan el vino, siquiera el agua,
porque es agua de Mara.

Nadie la llamará Motivadora
porque sus mensajes agravian el placer
de vivir. Su demanda es la Lucha, rigidez;
su verbo son: Litiga. Castiga. Vence.
Corta la raíz. Abrete, mundo.
La puerta es ancha. Echalo, humíllalo.
Atosígalo. Niégate. Tírale tus ventosidades
a la cara. Hazlo sentir innecesario, vale-poco,
inadecuado, insignificante, espurio.
Que viva la mujer en despecho.
Que viva el feminismo.
Ellas primero; yo, la mujer.

... pero ví que la Mujer no tiene armadura.
Ningún varón la protegerá porque a la inocencia
desolla como a carneros blancos
que huyeron a la distancia, curiosos de su jardín.
En tierra de cabos sueltos vive, con féminas
que le forman corifeo; pero que nada regulan
siquiera su lealtad. 

En tierra de elementos
caprichosos, ella dijo: «Estructuro, ordeno»,
y falsamente lo declara, porque su poder interno
es impulsivo y traiciona la Verdad
del Tzadik-emet.

Profetizo a la Mujer que se fue de Tiferet,
esfera de Rajamim, misericordia,
y se virilizó con lo peor del varón
y con quien no dio de su ser
a otros su ben fruto,
morirá.

Ninguno consolará su amargura.
A la que cerró su útero para la benevolencia
costará que vuelva en teshuvá a Hashem.
Lento veneno será su falta de humildad.
Cárcel le será su homofobia
y sinceridad no tendrá de sus amantes.

Profetizo su caída con dolor
porque su hija vive en la orfandad
siendo Hija de Rey, hija de sacerdote
y él es un Carnero blanco, y la llama.
Espera a la que no vendrá.

*
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