Saturday, November 17, 2007

El novio encelado


Amas en plenitud y me tienes, pecho en tierra,
en aras de chispas de tu alma y escamas ígneas
de tu paso… y lo que atraes a la consciencia,
se redime, en rigor. Lo que cuelga de los puentes,
con peligro de caer y más escindirse, lo salvas.

Y el camello, como un Angel de la Muerte,
resiste y traga polvo, mas no conoce la mano de Jacob
que jala los talones. De suicidas, ¿qué sabe el camello?
El no observa el ángel, él no vivencia ni el ojo de la aguja.

Gimel ni va ni viene como Tú a la Fuente.
Tú te enamoras, Eva mía, nacha amada.
Te enamoras y me jalas del talón del corazón
y me subes al tuyo. Me besas la boca con desideralia
y te como y te dejas. Y chapoteamos en el agua,
con la materia primordial, pegajosa es la saliva santa.
Juntos bebemos la humedad de Quien te besa la boca.

Estás enamorada, Serpiente, de aquel que te evificó,
esculpiéndote con las palmas de sus manos.
Hecha a mano estás, Nacha-tortilla, y me recompensas
con calidez cuando es más fría la noche y soy el peregrino.

Siglo a siglo, te encuentro y te celo y no aprendo
el por qué se quiere así, como adoras. Y por el desierto
del mundo, voy sobre un camello lento, flaco,
hambriento, macilento y tonto, y con él me identifico
si me miro en el espejo de su ser casi color plateado.

19-03-1989 / Teth mi serpiente

El Rostro de Nuvka


El Rostro de Nuvka

Del estadio conceptual y de planificación al estadio del despertar emocional, Netzaj, Hod e Iesod; luego, el traspaso a la acción y Maljut, la acción misma: Ari Hakadosh, La Cábala de Ari

En mi tierra de acción, Maljut
de mis interaciones cotidianas,
el rostro de mi novia es la madrugada.

Míos son sus placeres en la noche.
Y yo espero su descanso 
y ella espera el mío.

Su rostro es mi abundancia
(se trajo la belleza de su luz).
En el día me merma y roba con su encanto.
En la noche, soy yo quien la robo.
Ella es la vasija que lleno; de ella, extraigo.

Ella es receptiva. Con su rostro asiente
mis presencias. Copulamos. Agujero en su carne
una luz que se nos será recíproca.

Una luz que sólo a mí pertenece, 
solar y fálica luz si se quiere.
Emplazo mi luz.

La quiero de ambos.
Daré a ella de lo que a mí 
se ha dado.

Agradezco su rostro y su bondad.
Examino su ardor adherente.
Me solazo en el musgo de su vientre.

Nuvka / n(u)ov(k)(I)a / es bejucal serpentino,
pero su rostro más hermoso es que sus piernas;
más tierno es que sus acciones.

 Inquieta es mi novia, ardorosa, espléndida.
Demasiados son sus encantos, pero yo soy
el novio, admirador de sus emanaciones.

7-12-1996

Del libro Teth, mi serpiente

La enamorada



… porque Ella permanece enamorada
en un mundo donde el ojo se ciega con vendaval
de polvo y arena, el desierto desafía
al amor que nos vincula.

El mundo es oscuro, Nachash,
y la tierra seca y la Luna tan poca…
Sólo tú, cristalina y clara.

«Lo amarás en mí, también tú…
Amalo como yo, con exceso».

Ella me dice. «Invócalo,
como si tú mismo fueses la reina
de los cambios, y atráelo a tí».

¡Cómo decías quererlo, zorrita de Chesed,
próspera coneja de transformaciones!
¡Cómo vas por las calles, revolcándote
sobre aldizas y juncales! …

A él, no exageres,
¡así es que lo amaste
y aún lo amas, Nachash!

«Ahavá, humedéceme en el manantial
de Tu Deseo», susurraste, yo oyéndote…
(tal vez hasta celoso) porque
te aferraste a El y a mí.

¡Ay, Güila, pollancona de cachondo himeneo,
a veces prefiero que la puerta de Dalet no la abras
para mí. Que la tires contra mis narices
y con El te quedes y te vayas para siempre…

11-03-1989

Ten un deseo ahora que vengas / De la santidad / Sarcófagos que no devoran

TEN UN DESEO AHORA QUE VENGAS


El estado del Amante es de reverente devoción
y profunda absorción en la consecuente recolección
de la belleza misma, vista en lo amado:
Sócrates

Hoy ponte ropajes blancos que la Noche te espera
sé ave, quizás una paloma. La nitidez y blancura
es invitación de Luna y llena está del ruego
de que parezcas luminoso con mejillas de plata.

Cinco minutos el ave pide del calcio de tus huesos.
Cinco minutos de fulgor o dos velas encendidas
y su llama de nieve. 

«Tén un deseo», dirá la que vendrá.
Shekinah en Luna Nueva,
el ave pulcra del alma que  va al esposo.

Dispón la copa más dulce de tu vino.
La amante, acaso tú, dirá:
Hall-u-Jah, alabanza a Ti, Jah,
que permites mi Gran Viaje/

Eros / Pteros es el ave.
Permítele sus rumbos infinitos.
Tu corazón se ha cubierto
renovado el plumaje.

*

DE LA SANTIDAD

Santo es mi ente / y mi ser / mi ontología / este sábado.
Y santo seré con cinco minutos de gratitud 
en la bóveda celeste a donde seré llevado. 

No en vano es Jah, él alaba conmigo,
convencido y me dice: Sube a la carroza 
del alma sin lamento. Te invito. 

Despertaré tus recuerdos, pabilo del olvido.
Te daré esencia de mi hálito. 
Carbono de mi fuego, hijo mío.

Hoy es sagrada tu paz, náufrago en asfixia del mundo.
Hoy te llamo delfín en la bruma. 
Canta, canta con inteligencia.

Solicítame las formas amadas del Amado.
Al que toca las puertas de Daleth instruyo:
Ente vivo, organismo de mi Ser, te desoculto.

Te doy la semejanza de mi origen. 
Como dios tu roca rescato de los arrecifes.
Con leucocitos devoro los gérmenes de olvido

que te postran. Como Bazo / Vaso incólume te doy
de mi energía. En el Astral te alimento de sangre nueva.
En el Bazo de Jah te filtro. Te adiciono el Ananda.

*

Sarcófagos que no devoran

Mis macrófagos no devoran. 
Ni lamen tus entrañas. Hoy es Dios,
el Padre, quien te come con besos

Y no es densa ni dura  tu almohada
ni densa tu boca con tal de que digas:
¡Aleluya! Son energía de Anhata.

El trago de este vino es incoloro. 
Bebes del Bien Amado como de manantiales 
y el púrpura de mi sangre no es de animal impuro. 

Hoy de formas amadas y eternas grabo el alfabeto 
de los caminos. Mi memoria no lo olvidará.
Aún en ósea desintegración de mi caída, me acordaré. 

No me pondré en la tumba colectiva del letargo. 
En el Sheol de sombras, oscuridad y olvido,
no pondré un desperdicio suyo. 

Qéver, sepultura individual, seré entre los sellados. 
Ninguno me solicitará de los depósitos de muerte. 
El ha renovaré mi soplo...

Y entre los deseos de los Hijos del Thymos,
no tendré pan de muerto ni endurecido llamado.
Cuando llegó el sábado, fui quien le dijo:

Te conocí entre para regocijo del hombre como un todo.
En mi sábado me díste lo mejor: tu visión de Luna Nueva,
tu amor a mi Shekinaj. Aceptaste la invitación que hice

al viaje, íntimo y personal, de mi libido porque soy mortal;.
pero ya no será así. Llegaste Contigo hablaré  de alma a alma 
y diré mis secretos, tú los tuyos, que tienes prometidos.

21-09-1990 / CARLOS LOPEZ DZUR

La novia sospechada


La novia sospechada es la reina
de mis días. Detuvo la inercia,
su muerte física en el colonialismo,
su pereza en los siglos, su olor citrino,
el dolor en los pies, su memoria de carimbo.

Gozosa está la novia.
¡Ya es libre! En la puerta de justicia
es el Edén del océano profundo
y lo habita. Su olor de lino sube
como hiedra a murallas de la isleta de San Juan.

Su incienso como díctamo de Creta.
Su voz grita la tierra campesina
y la costa de sus heroísmos.
A piratas depuso con disparos de canela
y sol y mosquitos que zumban en el ano
de la codicia de su reino.

Pugnaz, heroica, obstinadamente sublime,
la mujer sospechada, virgen prudente,
con lámparas de aceite provisor
me ha esperado; a mis puertas toca.
Y abro para decirle: «¡Bienvenida!»

13-09-1990

Geografía


Toda la geografía que define
tu extenso Ser, Urania, es hermosa
¡y cuántas veces, al asomar el horizonte,
te bendigo! ... El sol se esparce
sobre tus pechos montañosos.

Cubre tus cumbres y tus cordilleras.
Me invita a subir y besarte en reposo.
Entonces, las oprimo delicadamente.
Te beso. Chupo sal láctea de tus bendiciones.

Tus costas son curvaturas de guitarra.
Con susurros las canto.
Les comunico mis táctiles secretos.
Les musito la melodía digital de mis sensualidades.

Muslos tersos te sobran, se extienden
como si buscaran la raíz en tus rodillas.
Se fugan de las rótulas; a veces
se tornan como rastreros huesos de maravillas
porque son hiedras frágiles que descienden
al talón y solicitan, mendicantes,
sube, como serpiente, conmigo.

Ya ha pisado el fundamento de Nepech.
Por eso cierra sus argollas y esclavas
sin quitarse los fragmentos de tikkum
porque Maljut es, en rigor,
tierra de prueba,
aunque su encanto existe
hasta en el último escondrijo de la carne.

Su carne es un externo lenguaje de silueta.
El paisaje y la presencia se perciben
porque son un mashal y paradoja.
No es Ella / Isla / Amante sólo cruz.
Yesod la entrega.
No se muere su Luna femenina
en los diezmos de la ofrenda.

No todo se ha tirado en la sadhana
ni en la novena esfera,
pero aún los hombres viles, mutilados,
sexo son, sexo quieren,
y sexo somos aún antes del viaje espiritual
del paisaje y del interno Oriente.

6-12-1997

Del libro Teth, mi serpiente

La tuerta

A Doña Ana de Mendoza
(1540-1591)


O, sea que en lugar de salirle al toro del callejón
por los cuernos y encontrarse frente a frente con
el mundo, prefieren elevarse al 'ascesis' y en sus
intentos por alcanzar lo absoluto, aniquilan la
posibilidad de concreción... [...] El ensismismamiento
estético no es teleología:
Extor Henríque Martínez


Nació y creció muy linda. Una bellísima bebita y una adolescente privilegiada hasta que, en una lección de esgrima, le acuchillaron el ojo. Lo perdió por completo. A la edad de doce años, la Corte española decidió que Anita debía casarse con Ruy Gómez de Silva, privado de Felipe II, llamado popularmente el rey Gómez, aunque sólo fue Príncipe de Evoli y, tras este casamiento, Doña Ana y él se nombraron, en boca de sus súbditos, como los Duques de Pastrana. Hubo que llamarla Doña Ana, sin diminutivos.

El accidente, su pérdida del ojo, no evitó que el matrimonio se consumara a la edad de 19 años; pero, ella recordaba el ayer y soñaba con el mañana de un modo distinto al día en que se anunció el compromiso. Quiso ser una monja carmelita y a sus consoladores dijo, una que otra vez:

«Quiero mi ojo». El mismo ojo que perdió a los 15.

Médicos y sacerdotes le dijeron:

«No es posible».

Y el esposo añadió: «¿Qué? ¿También has perdido la cordura?»

No la besaba en la boca ni en sus mejillas tersas como manzanas. No había ni ternura en la alcoba. A veces él se reía sospechosamente. Anunciaba, con silencio: ¡Ya tienes una tara! No gustaba que ninguno mencionara La Tuerta ni que se la invitara a su lado en ceremonias oficiales. Pero bien que, años antes, cuando tenía sus dos ojos grandes y hechizadores, le suplicaba un gesto, una mirada, una coquetería que comunicara: También me gustas. Te distingo.

La jovencilla del parche negro fue mimada por sus damas de compañía y siempre preguntaba por Antonio Pérez, todavía no digno del cargo de Secretario del Rey. Desde niña, él la amaba. ¡Por Don Ruy ella no sintió tanto!

¿A quién vio Antonio que fuese más hermosa, enérgica, dulce y, segura de sí misma, durante su adolescencia? A ella... Cuando anunciaron su compromiso con Don Ruy Gómez, Antonio se mordió los labios. Fue un trago amargo. Chorrió su sangre como preludio del accidente en su corazón que guardó sus besos imaginarios como tesoro secreto.

Y ella lo observó. Supo sobre tal sentimiento. ¿Quién tuvo ojos más tiernos al mirarla?

Como ella, él a los 11 años que tuvo, llegó a la Corte, con un pensamiento pre-operacional casi ingenuo. Fue su crecimiento dichoso, al margen de ansiedad y culpa. El pensó que los mitos son ciertos, concreta y literalmente, y alguna vez escribió un poema, donde dijo que si Krishna le ofreciera mil pastorcillas para amarlas, como en los cuentos de Oriente, él las rechazaría. El sólo querría una: ¡y Ana es su nombre!

¿Pero quién era él, súbdito de príncipes, mandadero en la casa real? ¿Quién ante Don Ruy Gómez de Silva y los prohombres de Pastrana?

¡Estar cerca de ella le bastaba, verla con sus damas de compañía, verla en una fiesta, sin el derecho de bailarla, verla sin compartir la mesa, si acaso Doña Ana estuviese sentada!

El no cree que él puede abrir las aguas del Mar Rojo; pero Dios en Moisés las separa. Si Dios hizo el mundo en siete días y su fe, como individuo, se creciera como un grano de mostaza, nunca vivirá en miseria ni en vergüenza ni en esta soledad que es desearla, sin beneficio alguno. El es dogmático, literal en su petición de fe. Dijo: «Quiero que ella me ame y, si me amara, que Dios me arranque un ojo y lo ponga en la carita de mi amada. Un ojo mío por su amor».

Cansada de agotarse en las sombras, Doña Ana dejó de temer a sus disociaciones. El ego le dijo muchas cosas que tuvo en su pasado. Recordó el poemita atrevido de Diego, la tierna mirada que escondía cuando sólo fue un paje en el cortejo del Rey. El lenguaje que había crecido en ansiedad se atrevió a verbalizar: Mi cuerpo sigue siendo muy hermoso. Ruy lo disfruta, pero no lo agradece.

Se decidió a no reprimirse nunca más e infinuidad de palabras aparecieron en su vida después de las imágenes dolorosas que soñaba y las pulsiones de su inteligencia emocional, fantásmica, harta de líbido. Quería vivir, no morirse en vida, por la carencia de un ojo. Siempre su mente fue poderosamente figurativa. Le gustaba, por la educación religiosa, lo que leyó y supo de Las Carmelitas. Se esforzó por algunos conceptos connotativos; pero, si el Espíritu depende del descenso del deseo y la líbido en la carne, se pensó muy lejos del éxtasis. Con su esposo, el sexo es un ritual de la impulsividad y el narcisismo.

Don Ruy se encima, con agresividad, la penetra sin verla. No enciende una luz ni para lamerse sus senos, un aspecto de su cuerpo tan hermoso. El no sabe añorarla ni quererla. Por tuerta, le resta plenitud y perfecciones del carácter. Menosprecia su cuerpo.

Entonces, se escuchó del nombramiento. Antonio Pérez será el nuevo secretario del Rey. Está en la misma categoría que Juan de Escobedo. Han premiado su lealtad, se dijo en la Corte. Antonio piensa para sí que se ha premiado su fe. Por sus responsabilidades, en el servicio real, ante él vendrán aún las peticiones que al Rey Felipe II se le hacen. Sabrá acerca de sus asuntos íntimos. Sus preferidos, sus gustos, sus excentricidades, o soberanísimas jaladas. Oirá de su propia boca cuanto habla en torno a la Duquesa de Pastrana y su esposo.

El rey sabe que es un majadero, malagradecido.

Hará escasamente unos meses que oyó lo que éste dijo:

«¡Rey mío, la mujer que casé es muy torpe, inmadura e incumplida! ¡Quiero serle fiel, pero se niega al acto!»

«¿Quieres una concubina? ¡Ténla! Lo concedo».
«Doña Ana no es alegre. En el Palacio que nos díste en Pastrana, se encierra día y noche. A duras penas ante Su Magestad la presento para que cumplamos mis deberes y protocolos, pues ella finge o miente al decir que su cariño de Rey se ha mermado. Se acompleja».

«Haré que Don Antonio, mi secretario, le transmita mis pensamientos. La admiro y la distingo como cuando creció en mi corte y nació de su madre en mi palacio».

«¿Por qué don Antonio y no don Juan de Escobedo?»


«Este hombre es más discreto, religioso y fiel».

El Rey dio una prerrogativa a Ruy Gómez que no ha sido de su gusto. Complicidad real a su lujuria.

«Deshonras una dama porque le falta un ojo, mas, ¿no fue Doña Ana la doncella más bella y amada de la Corte?», preguntó y no le dejó responder. Le hizo señal de que se alejara de su presencia.

E instruyó el Soberano las razones que tenía para que se comunicara a Doña Ana y hacer que volviera al Palacio. Antonio Pérez las comunicó con toda la delicadeza que había en su educación y, aún añadió de su propio amor inconfesado, con discresión para servir a ella de consuelo.

«¿Por qué cree, Don Antonio, que Santa Teresa asevera que se está en pecado al nacer?»

«Pecado es sólo una separación momentánea y temporal de Dios».

«¿Y quién es Dios para culpar el pecado y predeterminarlo en un niño que aún no transgrede, porque vive indefenso en el regazo de su madre?»


«Dios es quien da revelación de ese misterio. Quien enseña el conocimiento meditativo, la vía interna».

«¿Cuándo? ¿Es para otros, no para mí, la revelación? ¿Por qué Santa Teresa la obtuvo y no yo?»

«No esté triste, señora. La Morada de Dios está en todos, Dios es personal y la unanimidad del espiritu humano y sus leyes, viene por causa de la fe».


«¿Y qué es fe? ¿vivir de rodillas, agradeciéndole a Dios que haya perdido un ojo y no tenga el mínimo deseo natural al que el matrimonio me obliga? No soy feliz, don Antonio. Desde los quince años, por razones físicas; por razones morales y emotivas, porque me asignaron de mi edad más tierna un esposo que me piensa menos? ... si, amé a otro hombre....»

«¿A quién?», tembló él a preguntarlo.

«El me escribió un poema; me prefirió sobre las diez mil pastorcillas a la que Krishna hizo el amor; me prometió separar las aguas, si un cominillo de fe surgiera en su alma; pero, palabras... Dios le da la 'mente iluminada' a los Krishnas y las Carmelitas, a los anacoretas y los herejes; a otros, sólo dolor y nos saca los ojos...»

«¡Calla, mujer! No peques».

«Pequé al nacer. Nací en pecado y no se me ha cumplido el sueño que llevo guardado, desde que, en una sesión de esgrima, se me amargó la vida...»

«Dios nos da una oportunidad».

«¡Mira qué oportunidad tan mezquina! Que me veas diez años después sin mi ojo, diez años ultrajada por mi esposo, menospreciada... ¿Dios te ha dado un poco de poder ante el Rey? ¿Para qué? ¿Para que vengas a compadecerme? ¿Te ha dado algo más? ¿Un grano de mostaza de fe para que separes las aguas? ¡No, Don Antonio! ¡Y tan poco que he pedido yo! ¡El ojo, mi ojo izquierdo! ¡O morir!»

«¡No diga eso! Si supiera, mi señora que, si por mí fuera, daría a usted los ojos míos!»

«Médicos y sacerdotes ya dijeron: No es posible».

«¡Sólo Dios hace milagros!»

«¿Qué importa ya que se abra el Mar Rojo o llueva el Maná del Cielo? ¡Son diez años con un parche sangrado y un dolor de mujer que no acaba!»

«Pues yo tengo fe, Doña Ana! Sí, pídale a la Santa».

«Bah… ¿Se sacará ella uno de sus santos ojos para dárnmelo a mí? No sea tonto, Don Antonio. Fe en una santas y santones es fe en algo menos que Dios, o aún menor que un granito de mostaza».


El silencio fue mutuamente hiriente después de lo dicho.

Todavía la vio hermosa. No obstante, intrigante y cruel. Lo comprendió cuando se sacó del corpiño el poemita que Antonio Pérez le dio, 'ay Dios, aún lo guardas'; esto fue como una estocada y, sin evitarlo, a sus ojos los empañaron las lágrimas.

«Amor ya no puedo dar, Don Antonio».

«Yo sí»,
dijo él llorando.

«¿De veras? ¿Amor esotérico, platónico, amor que no sirva de nada? ¿Amor en Dios, amor en mostazas de fe y carmelitas descalzas?», profirió con irreverencia La Tuerta.

«¡No hable así, señora, que cuando fue usted tan niña, me quemaba el deseo de besarla, quererla, desnudarla! y cuando perdió su ojo habría corrido a ofrecerle los míos... ¡No me hiera así que, aún desde mi celibato, la quiero! y no soy un monje...»

«¿Facilita las cosas si le digo que estoy dispuesta a ser su amante? ¡Téngame! Haga que Dios se cobre mi pecado y los suyos. ¡Que me condene de una vez! no, por ser una niña predeterminada en el pecado original, desde antes de mi nacimiento... Que me condene por no haberle amado, don Antonio. Yo misma perdonaré a Dios por sacar mi ojo izquierdo», decía con una pasión más que amarga.

«¡Nunca pensé que me amaras!», dijo Don Antonio, secretario privado del Rey, ahora acariciando el poemita en el papel que más bien sostuvo entre temblores.

«Mi amor ya tiene precio. No es amor. Es sexo. Cuando tenga la fe de un grano de mostaza, sea hoy o mañana, no pedirá ue pierda uno de sus ojos; quizás le parezca terrible. Quiero que mate a mi enemigo, al que me burla y humilla cada noche; al que se va a buscar el placer con una amante vulgar, una segunda consorte. ¡Asesine a Don Ruy, en secreto! y yo daré mi Palacio en Pastrana a las Carmelitas; seré mujer suya, sin condiciones, y me verá en el Convento, en aras de arrepentimiento o de la espera de un milagro», concluyó ella.

Juan de Escobedo espiaba para el Príncipe de Evoli. Informó el amorío de Antonio Pérez con Doña Ana. Incluso se atrevió a chantajearla. El quería sexo con ella y dinero.

Un día al príncipe se le encontró muerto. Lo trajeron al Palacio de Pastrana gente que lo halló en las orillas de un camino. La sospechosa fue su propia esposa. La Tuerta confesó, falsamente, que lo hizo. Lo mandó a matar. Don Antonio la desmintió, sin inculparse. Algo fue mal. El Rey Felipe II decretó la prisión perpetua de Antonio Pérez por su intriga. Tuvo la prerrogativa de condenarlo a muerte; pero, lo llamó ante sí:

«Don Antonio, tuve fe en tí y en ella. ¡Les amo! pero yo soy el Rey bajo la Tierra, Dios les perdone en su Trono del Cielo».
8-12-1986 / San Diego

El profesor


Juan Berga, doctor en mieles y delicias, no cree en el pecado original o, si cree, la adjudica como su causalidad temible a la esterilidad. Como gallito inglés, se aterroriza con la posibilidad de la impotencia. Su leyenda será el mérito de su mosquete. Sin sexualidad, según él, no hay belleza ni sentido en la vida. Sin parecerse a Greta Garbo, una mujer está condenada estéticamente. Si no chupa la verga a su padre, la mujer no estará ungida por el rey Ciniras o los sabios de Oriente. Y dice que Démeter será como un buitre si no pasa las nalgas, o le presta a su hermana.

Si te huelen las axilas, mejor cágate. Ese mundo es muy externo y determinista. Es el mundo de los gallos ingleses. Por eso Lord Byron es su héroe. Se perfuma hasta el culo. Anda muy catrín, en su creencia, porque por los calzoncillos de seda él paga hasta ochenta dólares.

Sin embargo, él mismo está vacío. No sabe comunicarse de otro modo que no sea en función de la cama. Por su egocentrismo y sexomanía, se desvinculó de la gente sencilla, moral y compasiva y, si da la cara por causa de alguno de esos apuros, lo hace entre las sombras... Cree que una casta iniciática de machistas paganos o de putas le develará lo sagrado. «La moral es ajena a lo sagrado», dice él, apropiándose la frase. Es una cita de Paz.

Supone él que hay un desafío out there, at the Academy, al decir: «Yo soy la ciencia, la prudencia, la lógica positiva». No. No hay mérito alguno en tal postura porque él no sabe ni de lo que discursa. De joder si sabe, aunque va ya de picada. Lo incómodo es decir: I am the crazy one... el enemigo de todos los sistemas aceptados de conocimiento verificable. Los irracionalistas y los ruleteros de lengua verde, están en combate y si buen sexo se trata, asegurarse que tiene con qué y funciona.

El invoca y organiza calandracas. Vive en salones parisinos y cafés-chantants con estafadoras y viejas zuzurronas, puras comadres, que son las que le dieron su familla de Juan Mañara. Es también un lounge lizard aferrado a la belle époque de un París del Novecientos que ya no existe. Cuando regresa a México se comporta como el gallito inglés. ¿Ha reparado en su acento de Cambridge?

En México es un gallito criollo pero Del Mónico's, o Jacaranda's o del Ambassador's. Los perros son más honestos. Se cogen en las calles. Estos gallitos implumes se esconden en las sombras. Y no saben de qué carne se hartan. Les pasan gatos por gallinas. Ahora le dan por echarse a las criaditas, pobres gatas indígenas, que una vez se las parcha o medio parcha, callan por la vergüenza y porque no le echen del servicio.

Del extranjero, Juan Bergas viene surtido de unas dosis de pergonal, 3 veces a la semana, cuatro meses del año. Tener esperma en las bolsas de las pelotas importa un carajo a quien lo ve. Ni ya a sus alumnas convocadas a sus calandracas, orgías atediantes, con quien se acompañan o creen en él porque reparte buenas calificaciones a quien le elogie una noche de romance, por así decirlo. No oír Juan ni a sus amigos y colegas, después de todo, será como desligarse de esos erotismos fragmentarios, yendo por uno más pleno, totalizador, órgano por órgano.

19-08-1980

El terapista


Un amigo mío, vamos a llamarle consultante, está asustado por las muchas prohibiciones culturales que hay en su mundo burgués. Lo sé. Teme a las emociones fuertes. ¿Cómo lo supe? Sufre amnesia temporalmente y su adrenalina se excede hasta llenarlo de ira y miedo. El tiene más adrenalina que usted. Sus emociones son más claras y perfectas que las suyas. Además tiene más recursos endorfínicos que usted o yo.

La niña, Miztli González, tiene 14 años de edad. ¿Qué importa? Le dije que se pongan a maullar en náhuatl. Es una buena terapia... Yo no creo en su beta blockers. No soy siquiatra. Quizás el peor de los consejeros. Soy un lame-catechola, o como usted dice catecholamine. Yo lamo, chupo, succiono catecholas, endemoniados. Soy un catecoloh o productor de catarsis. Me enuncio en los periódicos, sin credenciales. Usted lo llama endemoniado. Se pregunta: ¿Será capaz de golpearme, será capaz de romper mis aparatos, será capaz de violar a sus hermanas, será capaz de vomitarse en mi alfombra, será capaz de actos indecorosos?

Vea el problema que él tiene en sus neuropéptidos. Es una calamidad. ¿Se irá a chingar el proceso de la creación porque se encuentre con la boca seca? ¿Se acabarán las aguas de los ríos? ¿Se traerá más azúcares para el xochistle? En algún punto de Tabasco, alguien cultiva el cacao y el achiote y los chinamperos siguen, por tradición, rescatando sus parcelas a los lagos. Y, en Xochimilco, entre el olor a meados de los blasfemos y los alcoholes de los valemadres, crecen las flores... La Gracia provee. Usted da tratamientos de insulina y los azúcares regresan a la amargura creciente. Entonces, en su imaginación, son más dulces que la vagina de González succionada a ternura. Yo soy el mal consejero. Si tiene 14 años, la mentada Miztli Gonzálelez, no está mal que le ofrezcas una mamada.

En náhuatl, hay una palabra para la matriz que es cihuatl, pero yo prefiero nenetl porque ésta es la parte chupable de la vulva. Fíjese que la palabra lengua, el órgano del sabor, tiene la misma raíz. La lengua, nenepilli, se hizo para chupar el cihuayo, el liquido secretado por la cihuayotl o ciyuatl, los genitales femeninos. Esta es una enseñanza de Cefalino Cambujo.

Visité su pituitaria, porque vino a mi consultorio clandestino y le quité algunos recuerdos amargos. También ya chupé de la médula de sus glándulas adrenales. Olvídese que los dolores de la migraña no se repetirán. Me lo tengo bien chupeteado. A la verga no le llego. El cabrón da buenas patadas. Sí, señor. Y te pasa pájaros negros. Es un nahaultin.

Entre el dolor y el placer


Jamás el Gran Fornicador dejará de fornicar. El semen de Cronos nunca se acaba. El semen de Urano, o su sangre, nunca se acaba. Lo podrán castrar miles de veces y su sangre goteará, humedeciéndolo todo con las melias del bronce y la crueldad. La materia es la mujer que Cronos mastica, la obsesión orogenital que no se consume, el dolor que no se agota. No hay mundos de anti-materia. Hay una tristeza de la sustancia.

Esto tiene que ser así porque la materia es inagotable en profundidad, infinita en el espacio y eterna en el tiempo. Gea es la Eterna Paridora y Urano jamás descansa, con la escopeta siempre cargada. Es el Gran Fornicador. La mujer está acostada en la Tiniebla del Mundo. Siempre está de plácemes su barriga y su cama. Ovula a cada instante. Va de embarazo en embarazo como una Coneja y, aunque sus dolores de parto son infinitos, también su orgasmo es una eterna luna de miel. La materia es divina por causa de este dolor y su sexualidad se impregna de su tristeza y su alegría con su odio y su amor con su repulsión y su deliquio con más posibilidad de ansiedad y desdicha.

La eternidad vive en movimiento. Hay que danzar a veces con los dioses. Boreas viola a Oritia. Ofión a Eurinome. Los fluídos internos son caóticos. Mis neuronas son el radar de contínuas violaciones. Capto los gritos de los ultrajes a la Madre Tierra. Usted sabe, la mujer de nuestra carne, está siendo ultrajada, dividida infinitamente, por Cronos y Urano.

Los gallos hacen su parte. Fornican y fornican.

¿Cuál es la sabiduría del Tiempo?

Darnos la memoria de ese dolor con que Gea, o sea cada mujer sufre y goza, se abre de piernas para engendrar de su vientre la belleza; darnos la memoria de ese placer con que Urano cinga que cinga. Es la única norma que yo respeto: Urano se complace en manifestar a las partículas fundamentales, que son la sustancia eterna, sus espermas entitivas: bariones, mesones, fermiones y bosones.

10-08-1980

El hijo prudente


En la vida real, acepto las cosas como son. La vida es como es: asquerosa, vulgar, hipócrita... y, mal que bien, así es la Naturaleza. Conozco a un fotón que es un bosón. A veces, mis ojos se vuelven tan incisivos que veo a los fermiones. Supongo que tendrán apellidos.

Sé los nombres de 200 fulanos, de los que se llaman fundamentales; pero, la Física de la prostitución sistematizó la diversidad en 4 grupos y 4 fuerzas de la Naturaleza... Me han simplificado demasiado las cosas.

Hubo un tiempo en que pensé que jamás sería un intruso, como dijo Voisin. Pero tengo una memoria sin límites y sé lo que ví y ví lo que sé.

Conste que no le digo a mi madre veleidosa. Me preguntan, si acaso otros sospechan, y hablo sobre los secretos de una Metis / Prudencia sabia y cósmica que fue tragada. Fue engullida. Aún más, siendo copera de los dioses, bajó la cerviz y se dejó devorar. Visitó los Tártaros y bajó a los infiernos. Aún así, yo ví el estallido seminal en la Vulva de Vulvas, que es Gea.

He sido testigo de las Cogidas Infinitas. He visto nacer a niños del Elemento Fértil: las partículas fundamentales que se esconden en el átomo. He visto a los hijos de la Noche y el Día. He visto a Gea-Gaia-Hémera, desnuda, con el chango sangrante, y he temido. Entonces, en silencio, me pregunto: ¿Cuál es el sentido de esa Vulva, cuál es la norma constante, que interviene como ley en el fenómeno de tan infinitos partos? ¿Por qué existen las cosas en vez de no existir?

En ese receptáculo, tamal de tamales, que la Gran Madre abrió al Gran Fornicador, coinciden las cuatro fuerzas del Universo: la gravedad, la unión de las partículas a nivel intranuclear y aún la unificación a nivel de quarks, las fuerzas electromagnéticas y los procesos de desintegración radiactiva.

08-08-1980

La presencia importuna

Aquella noche del Gran Fornicador escuché sus voces. Ví la mujer que lloraba sobre la falda de un monte.

En la Teogonía Orfica, el monte es llamado Egeo, a las márgenes del río Neda. ¿A quién Hesíodo engaña con esa equivocación? Eso me hicieron creer. Mas yo conozco mi vecindario. Distinguí la voz de mi madre y del hombre que no es su marido.

Ese lugar de mi casa está en el merito Distrito Federal. Ese montecillo es un pedacito de área verde que hay en Coyoacán... Que Egeo ni que Egeo… El fornicador tenía una voz muy autoritaria y la mujer, muy parecida a mi madre, quedó cubierta por él. Es decir, supongamos que no aluciné aquella noche: mi madre dijo que lo que yo ví, o sucedió o lo soñé. Fue una irrealidad, según ella.

Otro día me dijo que fue el fantasma de mi padre que regresó a visitarla. Me mentía como Hesíodo. Creen que soy tonto. Pero yo ví el cuerpo del fornicador monstruoso, lleno de pelos de oro, como los de la barba rojiza de Voisin.

Nueve meses después mi madre colocó una piedra en unos pañales porque una niña nació y él regresó a verla, aunque fuese la única y última vez...

No recuerdo más. Cerré la puerta con terror y ellos me gritaron, con insultos, pero yo nos quise responder ni mirar.

04-08-1980

Guilimbo Borrero / Blog 2

El chupador


Para mí, la dificultad del oficio de chupador es que nos moja la boca con el inmoral deseo por las cosas y las personas, la atracción o la repulsión. Unos al chupar la energía, se sienten humedecidos, impregnados por el primiginio deseo de un corazón. La leche sideral la pescamos por la boca.

Cuando el Verbo se pronuncia, ricamente vocalizado y erotizado, y se identifica con la solidez de los montes, los astros, los objetos, los hechos se objetivan, se sujetan a la espacio-temporalidad. Otros desgraciados nacen, bañándose escasamente en tinajas de la cintura para arriba, y son los inmundos estériles. Unos se bañan en Texcoco y otros con gonoccocos. Neisseria gonorrheae.

Si la humanidad cerrara la bocota a tantas sandeces y se pusiera a chupar los peces iluminados que las ichpocatzintli tienen fluyéndole entre los muslos, descubrirían que la boca es un anzuelo, una caña, una antena, un radar y, machistamente dicho, nuestro único propósito en la tierra es chupar de esos mares de péptidos y receptores... Por desobediencia al mamaos los unos a los otros, surgen las catatonías. Se te parte la madre, se te pega en la torre, te hiendes.

Usted cree que soy una evidencia al pelo: I am an schizoid person. Pero es falso. Yo chupo el infinito.

2-09-1980

La muerte de mi madre


Cuando mi madre murió, recientemente, estuve una semana con un ataque de risa. Fue el sepelio, las misas, la presencia del Porifiriato de Voisin y detallitos sueltos, lo que me llevaron a la histeria. Se murió al fin. Lloré a solas hasta que se me secaron los ojos. Sucedió, aunque llorar no me gusta y no vale la pena hacerlo porque es hacerse partícipe de la complicidad falsa y precaria de los felices, a través del razonamiento previsor y la prudencia, la solidaridad y las piedades de mierda.

No niego mis años de amor y odio. Pocos pelos, pero bien peinados... ¿Con quién quejarse? No hay marcha atrás. Lo que soy no lo puedo dejar de ser... Uno nunca es tan listo como para burlar a la naturaleza, o sea, a las sustancias, la Gracia, la mujer de nuestra carne y hermanos que Urano da y que Cronos consume. La vida es alimento para la Eternidad. Estas vidas son la irresistible Omecihuatl, la inconmensurable Tonacacihuatl.

Este dolor, que es casi fantasía, nos tiene en sus manos, nos muestra los caminos que hemos de seguir, hasta que nos toque ser barro, o volver a ser agua, o un cristal de jade para el príncipe más evolutivamente solvido por el Tiempo.

12-02-1985

El vagabundo

… y cada ve que saciaron su sed
los caminates y los niños,
les dí agua fresca y espejo cristalino
en qué mirarse:
Maritza Pérez (poeta puertorriqueña)


¿Dónde está la seguridad que yo postulo? En no soportar la calandraca de los grandes positivistas lógicos ni las expectativas de pragmatismo de los positivistas idealistas. Puede que uno ande con la alforja a la espalda, sin bienes, sin hogar, vagabundo, con el mero bastón y el temor a los perros, como los Cínicos, a los que todavía les quedaba un corazón socrático.

Puede que agredamos al mundo con nuestra fealdad, mirándolos a la cara, porque nos hemos aceptado a nosotros mismos. Esto tiene una belleza mucho más profunda que cualquier método y más vital que cualquier racionalidad.

De ninguna manera viviría en una cueva, o moliendo vidrio con el pecho. No quiero andar con un bastón y la boca seca, golpeando los perros en la Loma. Rechazo el amasiato social con los poderosos, pero ésto no implica que me plazca un tonel por habitación, o menos las oscuras suciedades de una cueva. Que lo haga Cleantes, Epiménides o Diógenes, su gusto sería. No el mío. Yo siempre tendré las aguas. Viviré cerca de un río, donde pueda, al menos, ir y lavarme la cara y no beber con miseria una porción.

No soy el cuenta-gotas.


09-12-1982

Del libro Cuentos para esoteristas y otras menudencias

El hombre que no comía

Hago obras de caridad todo el tiempo. La gente pensará que yo necesito comer. No. Me alimenta con flores, néctares, aromas del zempasuchitl, visiones y pensamientos eróticos. Pero si yo me forro de los huesos y la carne de ciertos enfermos, debo comer en favor del estómago ajeno. En realidad, estoy plasmado con energía invisible. Sólo energética o telepáticamente existo y se me puede ver. La niñaja que se queja porque le echo piripos o que dice haberme visto, no vio mi cuerpo de honra. Me confundió con alguna persona o máscara infeliz, algún teporocho. Cuando voy a la Catedral, cargo contra mis invisibles huesos algunos de ellos. Gente que no soy yo.

«Le traigo otro infeliz para que coma, padrecito».

Ah, mas no es que yo necesite alimento putrefactible. No, señor.

09-11-1983

El lector cósmico

The information of the DNA must be copied onto some sort
of messanger molecule that will carry the information from the DNA
to the spot in the cell...

A triplet of bases along the DNA molecule...


No se imagina cómo es ver ésto in technicolor, a todo color. Un ser-ahí crístico. O sea, encarnar el Verbo, llevar la Mente o la Divinidad al juanete, a las uñas enterradas, a los callos, al codo... a todo lo que es llamado la Miseria y la Enfermedad, es un ejercicio mágico. O sea, donde los mares internacionales son los influjos tróficos, el agua del Helicón fluye hasta las tulangas que te comíste ayer, pero que hoy son mierda... Yo puedo leer la curiosa prensa de la excreta visible e invisible. También otros nacimos cagados por la changa.

No digo que yo escriba con los códigos genéticos, que me sepa el abecedario del Cosmos, pero ya sé leer... allí donde se hará una proteína, una cadena o tripleta de Padre, Hijo y Espíritu Santo, estoy de embajador gozosamente, como residente del lugar de la recreación y la alegría. El instructor, como el instruído, sino chupa para su propia delicia, en vano arrecha el pene.

A los que irán a los Lugares de Atormentados, como redentores, se les enseña un lenguaje de sabiduría. Aprenden a ver la sustancia de los sueños y a leer las tintas invisibles de la Luz, aunque sean plebeyos y prietos como los macehualli. El sabor oscuro fue primero que la imagen blanca.

Al comulgar con lugares angostos, aún feos, se nos compensa por la obediencia y se nos da la virtud de leer de la certidumbre que el Caos contiene. Hay quien no cree en la certeza de las cosas que se esperan, gente que no lee la Fe. Jamás tendrán ni imaginación ni sabiduría.

La fe es la instrumentación del codón y asunto de mecánica cuántica. La fe es creer en los movimientos de los ángeles taquiónicos. Una reserva caótica, milagrosa e impredecible. Pero ni él ni yo somos ángeles taquiónicos. Sólo somos hermanos cagados por la chingada. Somos lujuriosos empedernidos.

02-05-1982

El Gringo Cubero / La capitoleña / La paliza / La sangre que se escurre / Bernardino Sánchez

Los movimientos dialécticos


Y yo, tan terco o tan cobarde, que sólo en privado
digo que las cosas son lógicas, dialécticas, cambiantes;
yo, hijo-hermano heraclitiano, que testifico
que en el espacio-tiempo, el mundo vivencial,
el ente instrumentalizado, todo lo que es visible
o invisible, en su desarrollo, manifiesta
el movimiento y el cambio, veo
a los apagadores de luces de las calles,
cantan a las tinieblas de los dioses
pero quitando la luz
de las ideas-materializadas,
incluyendo tu imagen, Amada mía.

No se quiere el choque con una Idea inmutable,
con la idea que salió de las Cavernas del deseo
para hallarse en lo objetivo, desenmascarada,
harta de sol y luna… y yo, tan terco y cobarde,
que me enojo con el falso farolero,
pero no lo confronto.

Dejo que diga sus mentiras y no se encuentre
contigo, Cenicienta, porque tú eres tremenda,
tú si ofendes, tú si matas, tú si requieres
la integridad, el valor y el heroísmo.

Canto al hermetismo / 1


Canto al hermetismo / 2

Los sitiadores aqueos


Tal como él los vio: los sitiadores aqueos
son los mismos dragones que saltan
desde el oceánico poder de la neurosis
y se comen al ser, al ente vivo.

Que no haya revelación a las naciones
ni educación del ego individuante.
La iniciativa del ser por su consciencia
que se quede en lo profundo de las aguas,
en el vientre del mar ya custodiado
por los navegantes de la Nada.

Tal como Laocoonte sostuvo: La treta audaz
con que engañan los que huyen a la vida
(lo mismo que a la Muerte) es decir Sí y decir No
al mismo tiempo, en discurso circular,
que la Nada comunica, el a priori de los sinsentidos.

Un dios hay que no sabe qué hacer, o tiene miedo,
o rabia. O echa marometas, surtido de paradojas,
pues no sabe si ser bueno o ser perverso.

La buscaré

Quod nunc ratio est, impetu ante fuit: Ovidio, en: Remedium amoris


Yo la voy a buscar, maldito hegeliano.
Mientras tanto te maldigo. Con la violencia
de tu palabra clavaste dagas y te fuiste sonriente.
Todos los dedos metíste de un zarpaso
en mi pecho al querer deformar lo que recuerdo.

Ella existe y todos vienen a matarla,
a sacarla de mí como un sentido,
a escupirla en mi rostro porque no está presente.
Ella que fue mi ímpetu, se ha convertido
en razón de mi vida, en expresión de mis huesos.

El vecino feliz


Para que haya uno, uno solo,
a quien oiga y sea él, de los que conmigo
canta sin ningún hermetismo, invitaré
al vecino, al más humilde, al que tenga
amor social a flor de piel y parezca un mendigo.

Uno que no sepa por qué ya no hay certezas
ni absolutas ni provisionales; él no sabrá
de los distanciamientos, ni del Islam
ni de Occidente. Que el mundo viva
como vive, dividido y fragmentado,
no importa un higo, no le va
ni el viene. Es un hombre sencillo.

Sólo dice: yo ví, lo sé como las palmas
de mis manos; lo sé como mis días
de contento que han sido muchos
sobre la Tierra y mi barrio.

No sabe él lo que es real en el universo.
Tampoco quiere saberlo, sería egoísmo
que él crea soportar tan gran conocimiento,
si es un tonto, carente de todo mérito.
No. No. «Yo no tengo verdades ni dioses,
tal vez los hay. No lo he sabido,
no los he visto aún; yo sólo vivo
agradecido de que vivo».

«Sí, me da pena de usted.
De lo más bello que vio
(esa mujer mencionada del instante)
sólo guardó por recuerdo un zapatito.
Yo de mi mujer lo guardé todo,
hasta basura que sobró tras su muerte.

Lo más lindo no es recordarla con su par
de chanclas viejas; ha sido lo memorable
cómo la amé siendo ambos pobres
en la chucha miseria de la vida».

Canto al hermetismo /
Canto al hermetismo 2

Interrogatorio


La más seria pregunta que le tienen
y, por ésto, ya está sin fianza, incomunicado,
por tres días, en ayunas, es: ¿Qué sabe usted
del rosado y lindo pie, rubendariano,
qué sabe de una zapatilla de cristal,
hecha de vidrio soplado?

Es mejor que lo diga: el hambre de los viejos
en la cárcel de la CIA se vuelve secreto,
irreverable, y mata más que la miseria en los ghettos,
señalada por Johnson cuando propuso
presupuestos populistas y nombró tantos
chulos del pobre y el jodido, un país
de «miserable, estáte quieto».

No querrás tú morir en una celda,
quemarte en una morgue, anónimo
por tan sólo no confirmar lo que dijíste
una tarde, en tertulia con un cura bocón,
el Papa apócrifico, el héroe de los jipis
y bribones, de los homosexuales y las rameras
de este ciclo post-bushista y clintoniano.

La más seria pregunta, con la clavan
su odio ventajero y la ambición de crecer
en el sistema del Pentágono, es:
¿Por qué escapó aquella princesa transmundana,
aquella mujer que robó el corazón del poderoso?

¿Será cierto que ha muerto, o se fue
con otro tortolito a las batuecas, o servir
con los toparcas de la izquierda, tal vez
a turanios del maoísmo o islámicos
con dagas turcas y cabezas tambochas
cubiertas con turbantes?

Norteamérica y la anonimia


Ahora es distinto, ya lo raptan, lo roban,
lo escarnecen, y mira quién lo hace, ¿quién diría?
El Gobierno. El Estado. Los poderes interventores.
La Nación que él bendice. La tierra de inmigrantes
a la que él ha servido desde que vino
de la Antigua Europa, dizque el Viejo Mundo.
Mira quien le hostiga, en tiempos del más nutrido
grupo de inmigrantes, la nación que con Adams
predicó el Sueño Americano…

Si bien le adjudicaron que falseó
la dirección de su vivienda, que es
o que utiliza por cientos falsos nombres,
no saben dónde vive. Es una rata invisible.

El Ciego es un sabio que nadie reconoce.
Que nadie cree tenerlo por vecino y él lo explica,
tan sencillamente: Norteamérica se ha vuelto
la anonimia,
la expresión de seres paranoicos,
aberrantes, el estilo de vida del hermético,
el culebrón que navega en las tinieblas
por túneles de envidias, competencias y chincuales.

Los sofistas y el sobreviviente


Dijo que fue su decisión no verse castigado,
subyugado, torturado, mal herido o, en fin,
eliminado y él escogió sobrevivirse,
verse vivo. Admitió la moral de otros a su lado.

¡Y los seudos maestros dijeron: Bien hecho!
Y lo consolaron: vida por vida, tu vida.
¿No es cierto? Al fin y al cabo, lo instruyeron:
Tienes suerte. Te eligieron. Te premiaron.
Has vencido la muerte sin saberlo
y hallaste gracia a los ojos de quien
pudo ejecutar tu asesinato.

A ninguno habían perdonado en la villa.
¡A él… por ser fuerte, ágil de piernas y de brazos!
Era joven. Reclutable. El sí podía ser soldado.

7.


Los sofistas sí que dan buenos consejos,
ha dicho con su ironía el papilla de marras.
Tu vida es primero.
Tu responsabilidad es sobrevivirte
no importa cómo ni ante quienes, el precio.

Los sofistas, con argucias, instruyen
a los militares y los exterminadores.
Ustedes no son asesinos.
Su violencia es justicia.
El peligro y el azar, sus enemigos.
A la seguridad de sí mismos
podrán llamarla el orden conquistado.

Destruir es asunto de inteligencia
y cada zona de exterminio es predefinible,
justo antes del crimen, como los objetivos.

Los sofistas son retóricos consumados
y maestros bien pagados. Y observa
lo que, desde la Restauración de 1660,
dijo Hobbes, pensionado de Carlos II:
el hombre es un ser apetente y perverso,
antisocial, bien que se vale matar
al que es salvaje, lobo fiero contra el otro.

En estado natural, se contendrá al salvaje,
por su peligro, o sus inclinaciones.
Defínase pues un Estado, una clase elitaria.
Alguien tiene que encargarse de matarlos.

No hay pecado original


No hay místico pecado original.
Lo que existe es un delito vilmente perpetrado,
tolerado obscenamente y repetido.

¡Callar los homicidios que comete el que manda
es vivir mitad muerto, sin estima!
No dejar que sobreviva aquel que necesita
y se esfuerza en hacerlo es alto precio.

Es un chantaje: sobrevivir sin volverse,
por gratitud o complicidad, otro asesino.
Está citado el Papa, ex-viejo sacerdote
excomulgado, que se pontificó como sumo
en libros que lee al ciego, sus Encíclicas.

No hay místico pecado original;
sólo unas ganas de satisfacer la presencia
del aniquilador y olvidar lo que pide
si acaso a tu vida perdonó y extendió amparo.

Que lo ayudes en sus represiones.
Que perfecciones sus técnicas de ultraje.
Que encobardezcas la consciencia
con el rito de la sangre y el oprobio.

Será un sobreviviente si neutraliza la memoria
de lo visto y satisfecho y complacido,
se vuelve cómplice y perjuro.

Los sofistas

Vemos las cosas no como son,
sino como nosotros somos:

H. M. Tomlison


Los sofistas no creen en la inocencia.
No hay bondad absoluta. La iglesia miente.
Puede que ésta asesine mucho más que el Estado.
Ha dejado de sentirse dichoso todo hombre.

En cada rincón, el Leviatán se levanta
sin preguntar el cómo de las cosas
ni el por qué ni para qué. La vida es una escuela
de violencia y acoso y el Destino, un buitre depredante.

Cada vez es más difícil convivir:
los sofistas lo arguyen.
La tribu no cantará con sus vecinos
y sus tambores serán como avisos
de guerras permanentes.

Dios tiene hijos sacrílegos y todos llevan
leña al monte y con sus leñas levantan
las piras de la muerte y harán títeres
del Destino a cada ser humano.

No dés un higo, mortal, por ningún humanismo.
Nada vale, más vale el frenesí que muerde
y la rondilla de cualquier vagabundo
y Judit que corta las cabezas y utiliza la hermosura
que ciega a los borrachos y los necios, cualquiera
sea su poder y el colmo de sus temeridades.
Más vale un crimen artero
que un utilitarismo avergonzado.

Cuídate del privilegio de las revelaciones
y del código ingenuo del éxtasis. En dominio
de sacerdocios y de clases, los puñales están
bajo la mesa, tras el beso judaico, tras las manos
que se limpian en lavacros; en toda parte un crimen
y un cohecho, y una maldición y un enemigo.

No te confíes en nadie,
menos en labios paternalistas, menos
en saberes reservados, arcanos aparentemente
puros, inicuos, exclusivos y privados.

Esos homicidios duelen más que el barullo
de la masa. Los detractores desfloran
con el sutil estigma de su engaño
y su recalcitrante ira absolutiza el desprecio.
El que esté a las duras, aguarde las maduras.
Sufra, jódase, muerda la incertidumbre
antes que el provecho.

… porque el pueblo es ilógico,
no entiende la calidad de aquello esplendoroso,
lo elitario. Es un rebaño de rudas reses de ecoforia
frente a los representantes de lo privilegiado.

Canto al hermetismo / El Gringo Cubero / Bernardino Sánchez

¿A dónde van los pies?


¿A dónde van los pies?

Quiero que se examine a dónde van los pies
de las muchachas, qué medidas tienen
del talón a los dedos, largo y ancho,
cuánta es la tersura de la planta,
el umbral del dolor que resisten
si van pisando brasas que haya en el camino
o abrojos, cuán fina o ruda es la piel,
cuán ágiles, locomotores, son
en cuanto óseos porque es necesario que sepa:
¡existe una zapatilla cautivante!
Y un pie descalzo que me da nostalgia.

Se metió en el alma de un rey
muy poderoso, todo un príncipe aclamado
por el mundo, todo el jehovítico señor
de los Amores.

¿Y donde fue el otro zapato?

Un accidente fue: el azar del zapato
no pretendió ser una patada.

El heredero del imperio adeudará su dicha
a quien le diga: a mi pie pertenece esa sandalia,
damela y me voy, o si la quieres,
guárdala de recuerdo…

Mas no es tan fácil que suceda de ese modo.
En asunto de Estado se ha convertido la estética
de su pisada y la precipitada fuga de la adolescente…

Canto al hermetismo

Tu víste el ego

Lo que tú viste en este cenegal de ambiciones,
en esta vida cenicienta de criados, en este palacio
de esperanzas fallidas y arrogancias, es la realidad
no tal cual es. La realidad como la pintan.

Calva, sucia, pordiosera.
Turbia, desesperanzada, adornada
por esteticistas, ganapanes, burócratas,
canallas entre ratas plañideras,
neopagnos que rechazan al mundo
de la forma y lo reducen a las fuentes
de su inautenticidad y su tragedia.

Tú viste el ego, la cultura que hay en tí.
Y, de paso, la ambición de la corte que lucra
con tus sueños, darte una tajada
de la ganancia material-política
al pretender satisfacerte.

Tú viste una criatura objetiva, muy hermosa,
Un sujeto revelado intrusamente en tu mundo
y la quieres atrapar, follarla, seducirla
y tenerla en tu corte como una pieza más
de tus placeres… tú viste un aspecto
de la dialéctica histórica, la objetiva
y única y concreta.

Es lo que te entristece,
Señor de los Palacios, que se lo engañe
con dogmaticidades, vulgarmente nacidas de la maña,
el provecho político y material que representa
ella, la que se fuga, la que no reparó que, al irse,
rompería su corazón en mil pedazos.

Ella tiene un secreto. Sírvase la metáfora de la magia:
La hada madrina y su varita soliviantan
su interna dialéctica profunda. Si no eres tú
quien la buscas, quédate con la varita del hada.
Confórmate con guardar a la niña sus zapatos.
Si no tienes el valor de ir a buscarla,
olvida a quien te habló lo necesario.

Canto al hermetismo

Los herméticos


Los herméticos no se despreocupan con ninguno.
Se desconsuelan, no descansan. Dicen ser,
unión, bondad, certidumbre, y no saben qué
dicen… Son solipsistas en su vaniloquio.

Cómplices de algo singular y limitado,
pero batallan por añadir lo trascendente.
De lo que no tiene origen quieren parte
o de lo es origen de todo se agencian
el extracto, lo roban y repiten, vocingleros.

Viven en los limbos, presos en palabras vacías,
en misterios impenetrables y, en cuanto tales,
engañan y se ausentan de la fuente
de las cosas, reserva de todos los placeres.
Lo que ignoran es tan simple:
el supremo valor del universo
es la consciencia individual.

Canto al hermetismo /
Canto al hermetismo / 2