Hago obras de caridad todo el tiempo. La gente pensará que yo necesito comer. No. Me alimenta con flores, néctares, aromas del zempasuchitl, visiones y pensamientos eróticos. Pero si yo me forro de los huesos y la carne de ciertos enfermos, debo comer en favor del estómago ajeno. En realidad, estoy plasmado con energía invisible. Sólo energética o telepáticamente existo y se me puede ver. La niñaja que se queja porque le echo piripos o que dice haberme visto, no vio mi cuerpo de honra. Me confundió con alguna persona o máscara infeliz, algún teporocho. Cuando voy a la Catedral, cargo contra mis invisibles huesos algunos de ellos. Gente que no soy yo.
«Le traigo otro infeliz para que coma, padrecito». Ah, mas no es que yo necesite alimento putrefactible. No, señor.
09-11-1983
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