Saturday, November 17, 2007

Tu víste el ego

Lo que tú viste en este cenegal de ambiciones,
en esta vida cenicienta de criados, en este palacio
de esperanzas fallidas y arrogancias, es la realidad
no tal cual es. La realidad como la pintan.

Calva, sucia, pordiosera.
Turbia, desesperanzada, adornada
por esteticistas, ganapanes, burócratas,
canallas entre ratas plañideras,
neopagnos que rechazan al mundo
de la forma y lo reducen a las fuentes
de su inautenticidad y su tragedia.

Tú viste el ego, la cultura que hay en tí.
Y, de paso, la ambición de la corte que lucra
con tus sueños, darte una tajada
de la ganancia material-política
al pretender satisfacerte.

Tú viste una criatura objetiva, muy hermosa,
Un sujeto revelado intrusamente en tu mundo
y la quieres atrapar, follarla, seducirla
y tenerla en tu corte como una pieza más
de tus placeres… tú viste un aspecto
de la dialéctica histórica, la objetiva
y única y concreta.

Es lo que te entristece,
Señor de los Palacios, que se lo engañe
con dogmaticidades, vulgarmente nacidas de la maña,
el provecho político y material que representa
ella, la que se fuga, la que no reparó que, al irse,
rompería su corazón en mil pedazos.

Ella tiene un secreto. Sírvase la metáfora de la magia:
La hada madrina y su varita soliviantan
su interna dialéctica profunda. Si no eres tú
quien la buscas, quédate con la varita del hada.
Confórmate con guardar a la niña sus zapatos.
Si no tienes el valor de ir a buscarla,
olvida a quien te habló lo necesario.

Canto al hermetismo

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