Monday, January 28, 2008

El Ajustador cósmico


Dos cosas me sustentan para el mundo:
La presencia suya en la cabeza mía.
Una fuente maravillosa, su energía, raja
el firmamento. Salta del cosmos
hasta la red que ajusta su mensaje.

Un tendido mío excusa el entramado
no necesariamente neural, óntico, objetivo.
Los hilos comunicantes son
mi cabello electrizado.

Y el Transmisor es impersonal, casi siempre,
(pero, a veces el sentido es interno
y se potencia a mares) como evolucionario eco
de mi oído… Si, como sospecho quién me habla,
el discurso crece y se abre paso
hasta mis ansias; fluye la vídeo-imagen
con urgencia de exponer en mí / por mí
la cohesiva plenitud de la energía.

(Mi cuota de entidad, claro, El la sabe,
Ella la calcula, animan mi gratitud profunda,
aunque sea yo uno de los más pobres receptores.
En fin, hablo acerca de él, un Alter ego,
raíz del eterno propósito. Una luz primitiva,
quizás, la zarza ardiente, con que soñé de niño.

Energía causadora, leche que alimenta
el grito que dice Aquí y ahora.
De El / o ella, o la Idea que se irrumpe sin medidas.
En acronía, sin carga. Carente de peso.
Sin sustancia. De tí, ser en libertad, hablo.
porque te piensas y te creas a cada instante
para darte presencialidad, sin dar pasos atrás,
el día que te atestigua el saduceo.

Todo lo traes contigo como un desafío
al valor secular y miserable de mis días.
Tú me das la valía y el camino. Tú me amas
con el valor inefable de tus ondas;
al final, ¿qué diría? ¿qué agradezco?

Aquí, tras la Causa Primera:
Un río sonoro de sus lícuos relámpagos;
un flujo luminoso de anhelos, mutuos, manifiestos.
Un obsequio de socialización protectiva.

3-12-2000 / Teth, mi serpiente

Los baales

La verdad de un tiempo es error en otro:
Ch. De Montesquieu


Han sido mis verdades económico-sociales
y mi dios se llama el Dueño de la Tierra.
Y mi moral, aristocracia hacendataria.

Soy un baal entre baales y mi dios
provee la lluvia de los campos. Baal
valida mis cosechas. Favorece mis frutos
y mis compraventas, el dueño ha sido
en suelo palestino. Su ley nos rige.

El da su verdad a mis esclavos.
Da el templo y casa en las ciudades;
yo por él arriendo territorios y lucro.
En rameras sagradas él me obsequia
descanso y regocija al extranjero.

Otros nómadas no atesoran la tierra.
Nosotros sí, somos habitantes de colinas
y llanuras; árabes del yahvismo han venido
a despojarnos, a maldedir nuestros baales.

Sus verdades son caminos perdidizos:
un dios de extraño nombre, Yahvé,
nos desafía, nos provoca, nos transgrede.

En las rutas del sur exhorta al cananita:
No vendas la tierra porque es mía.
No hipoteques la verdad. Verdad que es una.
Toda la tierra es mía. Y toda mujer
será de mi nuevo sacerdocio.

Oye, Palestina. Yahvé es celoso.
Y la verdad relativa; los extranjeros
llegaron a cambiarlo todo
No validarán nuestras leyes de la Tierra.
Se conjuran, con verdades mentirosas.
Condenan la moral de las lujurias.

Nos han llamado verdugos con las bocas
de Amós y de Hosea. Oye, Palestina:
No hay divinidad en tus ídolos,
ni virtud en tus costumbres.
Yahvé, con la voz de Elijah, te condena.
Desde hoy será otra la realidad
y la fe en Palestina.


14-06-2000 / El hombre extendido

Hombre extendido / El hombre extendido / por David Paez / EHE 2

Ella y Don Nadie

No algo que se parezca a Ella.
La verdad quiero
con su certeza humilde, su luz clara.
Sin penumbras ni viejas presencias
que Ella advenga, que me asesine o me salve.
Que me deje, o me acompañe por siempre.

La verdad, con potenciales realidades,
que se active, que la entienda.
Que no venga su sombra porque aisla,
enreda, despoja, perpetúa
los conflictos, se enmascara.

Quiero pues la verdad de lo posible y activo,
la verdad que camina y no huye.

De veras que no la tengo; me hace falta.
Vean entonces en qué me he convertido:
soy el tránsfuga, el rival, el desclasado,
el sediento. Don Nadie. Ente.
Escindido y mutante.

Desposeído de verdad,
¿cuál es la belleza que admiro,
cuál el amor por el que espero,
cuál la virtud, o el Bien en que me fío?

No algo que se parezca a la verdad,
no verosimilitud, no semejanza hueca,
no el lenguaje de las figuraciones.

La verdad misma es lo que quiero.
Un amor con lo bello interconexo,
la verdad múltiple de mi Unidad,
todo en un hecho natural y sublime,
poseída y poseíble verdad
de mi Todo y mi Nada.

02-06-2000 / El hombre extendido

El hombre extendido / EHE 2 /EHE 3

Mínimamente amistoso

Alguien vendrá a decirte
mínimamente amistoso es el universo contigo
(por más moral que seas, un animal vendrá
y destajará cuanto eres; demasiado frágil para el lobo).

Alguien vendrá a hacerte creer que el altruísmo
es una pérdida de tiempo y que toda posible certidumbre
se derrumbará, tarde o temprano; un día es la ciencia
la que dice que en tí es nada es completo.
Que no es incondicionalmente amorosa
ni tu persona ni tu entorno. Que has de cansarte
de ser bueno
y buscar la salvación con inocencia.

Alguien vendrá a enseñarte las verdaderas soledades
(que nada en tí mora como intérprete y unificador)
y que un trivial monólogo es que te entretengas
con belleza, nociones de verdades y servicios,
valores en mayúsculas. Poco amistoso es
el universo contigo. No idealices. Destino
es tu soledad, tu desamparo.

13-06-2000 / El hombre extendido

EHE 1 / EHE 2 / EHE 3 / Hombre extendido / El hombre extendido / por David Paez / El hombre extendido

Sunday, January 27, 2008

La torturada

Las novelas de caballerías me gustaban tanto, que no estaba yo contenta cuando no tenía una entre las manos. Poco a poco empecé a interesarme por la moda, a tomar gusto en vestirme bien, a preocuparme mucho del cuidado de mis manos, a usar perfumes y a emplear todas las vanidades que el mundo aconsejaba a las personas de mi condición: Teresa de Avila


Hay distintas maneras de matarse
y hallar una tortura.
Una mañana te fuíste en secreto.
A un claustro de cadávares vivientes
díste la virtud de tu hermosura,
la soledad de virgen, la devoción del anhelo
que más te maravilla, morirte en vida.
«¡Oh muerte benigna, socorre mis penas!»

Todo lo cambiante, como de golpe y porrazo.
Cerraste las páginas de tus libros de caballería.
Dejaste de cuidar tus manos, tus uñas exquisitas.
Renunciaste al vestido de elegancia, preferíste
la pobreza, sin andrajos, la limpieza sencilla.
¡Antes amabas los perfumes, alguna joya,
un camafeo! Y miras como te vas,
con esa modestia absurda de las manos vacías
y, a hurtadillas, tu escapada.

Un abecedario espiritual quieres
que se te lea al oído. Un libro santo
que no llevarás contigo. Un cuchillo afilado con sílabas
que sea, al final, tu mortaja. Un recuerdo de niña
con Rodrigo: morir en la morería, cortada
tu cabeza por una daga turca, digna
de ser llamada mártir
por aquel del que dijíste:
«Me tiró y dejó herida»
y cubierta te observo con parches y consejos
de un dios desconocido, tan sólo adivinado
por las cruces y la sangrante herida del costado
y la corona de espinas en las sienes.

Te enclaustraste en el Monasterio
de la Encarnación, que es como una tumba
llena de gusanos, un escondite
para los seres descalzos y siniestros,
hembras sin la esperanza de un mundo
que comprenda y dignifique.

A los 19 años, comíste de la filfa
del confinamiento, bocados de soledad.
Te aburríste de Avila y Castilla la Vieja
y ese pueblo de incrédulos mollejones y beatos
para quienes un convento es un club
de señoritas sin oriente, reclusorio de vagas,
chismosas, irreverentes, niñajas
resentidas, burlonas, apáticas, enojadas
con Dios y con el mundo, explotadas sin derecho
a cosa alguna, seducidas por la carne
que deprava y una maldita distorsión
de compañía y voluntad implorante.

Ninguna como tú, hija mía.
Tú, si lo quisieras, podrías vivir
en una cueva y recitar eternamente
un salmo. Tú, porque alucinas
y te enamoraste del Cazador que caza
y un castillo interior
que no se observa, si no se ve de veras,
si no se oye más allá de las palabras.

¡Teresa, te vas de caza! Y tu padre
está triste y todos tus hermanos.
¡Vas a abandonar todo cuanto te queda!
por el Monte Carmelo, después de la muerte tu madre!
Vas a buscar soledad donde no abunda,
vas a escarbar en ti por la riqueza.

¡Tú, la más despierta y soñadora,
lectora de la vida de los santos,
lectura de heroísmos y aventuras!
Yo, que por tu fe, me compré
la nobleza, título de limpia sangre
y de mentiras, estoy dolido
de catolicismo que hoy te lleva.

Niña de mi simiente, perteneces
al linaje de David y, si me abandonas,
soy culpable, no he sabido retenerte
por cómplice de los inquisidores
y los viejocristianos.

Piénsalo bien, mocilla de pies exquisitos.
Este es el último despojo. Sólo que eres tú
quien decides. Has elegido el alma
y matarás la carne. Cosecharé tu sangre.
Ha de cambiar tu percepción del tiempo.

Tu edad, tu belleza, tu mundo. Tu sangre.
Borras la historia de Judá, de tu abuelo,
y las abjuraciones, tu familia.
Vas a enterrarte en vida, hija mía.

30-6-1999 / Del libro El hombre extendido

El jardín

Entre cuerpo y alma, entre espíritu y materia,
allí encontrarás la Presencia Divina
en toda Su gloria:
Torat Shmuel, Drushei Jatuná


Uno no escribe un poema por capricho.
Uno no juega con la consciencia porque le da la gana.
La necesidad explica la entrada en El Pardés,
el jardín de su alfabeto, el árbol de su tierra.

Para causar un poder-ser uno invoca la Esencia,
el núcleo de su ser y su palabra, y Ella es
como una estrofa ausente, lo más apetecido,
la razón del esfuerzo, la raíz del objetivo.

Ayuda unitiva para verse a sí mismo
en afán de digna semejanza, en mutuo trazo,
en medio del jardín de la presencia,
quiere el que implora un fruto
y su mano levanta a la ciencia del árbol.

Y el diciente sale del muerto centro
de sus indecisiones. Escribe esa invocación
tan espontánea, asciende a pactar
con esa esencia que huyó de sí
como una amante, sin fruto, en lamento.
Apetente del gesto subjetivo
que no monologiza, el varón
con su cósmica estámina.

Uno no escribe un poema por la neutra costumbre.
O lo repetitivo de las mecanicidades.
Uno cree que la sinceridad sirve para algo,
que el coraje es una técnica, desespero
que abre camino, toca puertas invisibles
Un poema es un viaje al Pardés,
al lenguaje profundo y solidario.

16-6-2000 / Del libro Teth mi serpiente

Saturday, January 26, 2008

La cazadora




A Teresa de Avila (1515-1582)

Lord, either let me suffer or let me die: Teresa de Cepeda y Ahumada


El Cazador la buscó. Le dio hasta su propio nombre,
Teriso. La armó para su propio oficio, Terao.
Y la Cazadora, lanzada como animal de presa,
cultivaría la herida, dulce herida
que se oficia con la caza.

La virtud dulce del que ofrenda el mordisco,
sangrador a las almas, la radiante bondad
de sufrir, mordiendo, clavar la flecha en la carne
del fango y borrar la imperfección, la finitud,
la vergüenza, el olor vivo de una tufarada
que se llama el pecado, la ingratitud, la morbidez
y esa malaria ahumada y ese zullenco pedarse
en la vidorra, sin conocer las propias uvas
del majuelo y al Autor de la Vid,
el Cazador, Maestro.

«¡Oh, Cristo sangrante, crucificador crucificado!
llevaré un ramo de flagelos donde quiera que me digas,
con golpes a juncos que duelan como látigo,
hará tu dulce yugo, imitaré tu senda, pagaré
el precio y le diré a mis hermanos,
a los doce que tengo, creed y bendecidme:
Hermanos, llámense no Rodrigo, sean Teriso,
como Aquel que en la Cruz fue crucificado».


Se llamaba Teresa, Teriso / Cultivadora
y atacada fue contínuamente por demonios.
Lectora, prodigiosa, palúdica, tentada,
sensitiva, levitante, soñadora, pero...
estaba obsesionada con la muerte.
Y por dolor de su orfandad de madre
se buscó la Virgen-Madre que en sí misma
la pariera. Se hizo monja y se negó las sandalias.
Obsesionada, sí, por Tierra Santa
y moros que pudieran matarla. Obsesionada,
sí, por un castillo interior, no de Castilla.
y una vía de perfección, no de este mundo.

3-12-2000 / Del libro Teth, mi serpiente

Retrato de un alma triste

La soledad es el supremo egoísmo del dolor: Severo Catalina
Míra a quien aprendió a escupir al cielo
y andarse por las márgenes del texto espeso
de la vida; mírala. Es una fulana equivoquista
desde dentro y tiene un cielo depravador y fosco
encima. Se abrió sobre su cabeza
y hoy se cerró sin aviso.

Ha caído en la tristeza.
Su rostro está abatido, sus labios secos,
sus manos frías. El hambre es una sinestesia
que absorbe miniaturas y sospechas.

Ahora de la vida sólo rastrea
por miajas y una guaraca que la parta
en dos mitades entre los bajos fondos
de la vulva vacía... y pensar
que yo la amé y ella se sintió amada
y se dio nombre, no el de la mala bestia
(que hoy le dan a la salida de los callejones).

Quiso precomprenderse y, como yo, no pudo.
No vio la plenitud de los momentos,
las ocasiones fácticas,
potencialidad que la atrajera.
Moralmente ha decaído, en joyolina está
cautiva de todo y nada. Y escuchó
que el miedo ruge como murmullo
o zarpaso zullenco.

Cotejó que existe el asco y la ira abunda
más que la alegría; desavino con el asombro
y con ese vestido fardón que apenas
cumplió su expectativa y su apetito,
hizo su propio retrato del suspenso.

Mírala, con alma de fulana, arquetipo
de gata vaquetona, zapaquilda con su olor
de mustia danza y tufarada de tristeza.
Anheló tanto. No pactó con ninguno.
Torturó la carne con llanto
y desgastó sus pies en caminos sin sendero.

14-3-1986 / De El hombre extendido

Obsidiana Press / Yo soy la muerte

Friday, January 25, 2008

El ciudadano y el poeta


Lo que el ciudadano se calla, el poeta lo dice.
La comunidad es valiosa. Claro, claro.
Hombres extendidos son ambos.
El ciudadano calla cuando tiene miedo.
Es soportador y la ley lo proteje.
El poeta va solo muchas veces
y, sin embargo, con su odio y con su miedo
realiza malabares. Transforma la palabra.
La vuelve más peligrosa que el cuchillo.

No siempre el ciudadano combate al que delinque.
Al que un estilo de vida idolatriza y en un sistema
de clubes y partidos se esconde, no lo ampara,
el que conspira con trinchera de verbos y adjetivos.

Unos hay que odian y se prejuician
por razones triviales: un equipo de fútbol,
una bandera, un ancestro, un pedazo de tierra,
unas lealtades oportunas, un fanatismo.
El poeta lo dice cuando al ciudadano
se propone atractivamente la venganza
en la forma del estereotipo;
en su defecto, el poeta se aventura
por un más allá de lo más obvio,
busca la esencia. El ciudadano descansa.

Lo que el ciudadano calla, el poeta lo dice.
Hay culpas colectivas y gentes maltratadas
en hambre, en abandono, niños enojados
desde la cuna, agresivos, y no es bueno
que el poeta lo proteja de castigo
al llamarlo la víctima. Es el ciudadano
quien lo llama pandillero y aconseja
que saquen de su ira su castigo.

La ley que lo resuelva; ésta pondrá
en cintura a criminales, ésta no tiene miedo.
Esta sí sabe redefinir, punir cada delito.
La ley que no vive de emociones ni exagera
el optimismo, hágase cargo. ¿Qué evidencia
auxilia al ciudadano que mete sus narices?
¿Con qué plan, paso por paso, añadirá sus recursos
si sólo tiene la fe y la buena voluntad,
como el poeta? Sea pues la ley-gobierno, quien
se encargue. Sea la culpa colectiva la que llore
más allá del individuo-ciudadano; pero el poeta
no calla. Quiere ser juez y parte. Acusa cada velo
de las corporaciones, cada protección
donde se esconde su enemigo.

El poeta no se calla los pasados.
Denuncia el karma por muertos no llorados,
el luto, el encadenamiento; pide restauraciones,
homenaje al sufrido, justicia para los explotados.
El ciudadano calla la matanza del indio,
la esclavitud del negro, los robos oficiales,
el terror escondido. El ciudadano calla;
el poeta rescata alguna verdad en los orígenes.

A las heridas que supuran como llagas
reestablece sus nombres olvidados, su raíz amarga,
la memoria impune, de los opresores.
Hombre extendido hacia un por qué
con sus detalles, el poeta,
hombre extendido hacia el silencio cómplice,
el ciudadano, porque no son tan iguales en el fondo.

Del libro El hombre extendido

El alma bella

El trauma del no ser


Cesar de ser no me da trauma alguno.
Todo cesa, hasta este yo, tan necio,
obliterado, que vive por vivir,
y no define nada, hasta que llega
un dolor que lo malvive.

¡Ya lo sabes, corazón, la realidad perpetua
dirá lo que tenga que decir, después que mueras!
Te enseñará un esqueleto en su morada.
El tuyo, el mío, el de los prójimos
que no tuvimos en suerte el encontrarlos.
Se irá lo más querido y lo que arrancó
tus náuseas, el pobre, el rico, el célebre,
el pordiosero y el infeliz que urdió el anonimato.

Pero no tengas miedo: el trauma del no-ser
es menos vulgar que el homicidio,
que el sentido de vivir, sin un apoyo
trazado en falso ser y objeto relativo.

Anda conmigo, corazón.
No pierdas control sobre tus pasos.
Templa tus nervios, no temas.
Lo irremediable viene al final
y entrega la plenitud de los olvidos.

2-12-1983 / Del libro El hombre extendido

Don Lion el Levitante

La caja de Pandora

To that end, he gives man hope. In truth, it is the most evil of evils because it prolongs man's torment: Friedrich Nietzsche


Al peor mal que tira contra tí
su mala vibra, que muerde con veneno
en tus entrañas, dále este nombre, hombre extendido:
Pesimismo.
Escapa antes de hallarlo
como piedra de tropiezo en tu camino.

Adivínalo, con el poco que tengas de tu olfato,
con la gracia que te ofrezca
el sacrificio de tu perseverancia.
Se víste de fantasía ese demonio.
Se vuelve dulce y tentadora imagen de esperanza,
pero no es fiel. No reciproca el amor
ni el sentimiento. Engaña. No abras la jarra
donde está ese demonio de Pandora.


16-09-1982
/ Del libro El hombre extendido / Premiado por el Certamen Literario Chicano de la Universidad de California, Irvine

El precio


Cuando un hombre se extiende así,
de esta manera, en hondo abismo,
tan pagano, tan sublime al mismo tiempo,
¿quién que lo busque? ... para andar a su lado,
o desandar su medida, o reabsober para sí
los muchos riesgos. La osadía.
¿Quién lo rescatará del desconsuelo?
¿Quién que lo alimente con su propia alegría?
¿A quién culpar si uno se aparta demasiado?
¿Quién que justifique su racionalizada conducta
o sus golpes de pecho, quién será
que culpe a otros, o niegue su premura?
¿Querías la gloria? ¡Pues, ténla y paga el precio!
... porque ni aún el amor nace en los campos
como hierba, se da silvestre en la pradera...

7-10-2000 / De El hombre extendido

La casa embrujada

Credo


No. Yo, como el universo, siento
una necesidad lógica de existir y permitirme,
un marco moral de padecerme,
un vínculo emotivo por querer dar mis voces.

Me auto-organizo del mísero modo que yo puedo.
Lamento mis erranzas: soy tan insuficiente
cuando juzgo mi anhelo. Soy un hombre extendido.
Todo me duele. Desfallezco y no acabo de morir
ni por culpa ni por remordimiento.
Es que no culpo a otros. La mayoría es como yo.

Ella me extiende. En comunidad me consuelo
y me salvo; en las falacias asociativas
de otros hombres y mujeres me sufro,
o me supero. Todo me duele; angustia soy
por social y vinculable, por mundano.

8-12-2000 / Del libro: El hombre extendido

Yo soy la muerte

La vergüenza


Me queda la vergüenza por refugio.
Como mi última bondad de ser inocuo.
¡La vergüenza que sólo admite dolor,
no la alegría! La vergüenza que no redime
a nadie, ni al Sí Mismo y te instaura en su lugar
como vil sospechoso.

La puerta abierta queda.
El patíbulo, vigía que, con sorna, rompe
tus narices si sales a la calle
y te perdonas
y callas y te humillas.
La puerta cierra.
No se asumirá
tu inocencia.
La vergüenza mienta
un culpable permanente
y solitario.

6-12-2000 / Del libro: El hombre extendido

El zorro y el ángel

Asimetría

¡Qué asimetría más absurda
el ego con su rabia y sus riesgos,
la incierta bondad, oculta en el espíritu,
o la presencia ideal de los perdones!
Asumido inocente, con tal que seas
culpable a todas luces y se pueda
un desprecio que te humille.

Uno ignorado después de haber nacido
para escarnio, uno en el despropósito
de los que entregan llanto para que pagues
su venganza con tus huesos.
Uno asumido inocente en la abstracción
del reino hipócrita que juega al escondite.
Uno, en autodefensa, en las ciegas miras
de la Nada, vecino de odios difusos,
en la diáspora de furtivas alegrías
y la nostalgia y el resentimiento.

7-12-2000 / Del libro: El hombre extendido

La culpa existencial

Estoy socialmente controlado
y no me justifico. Tengo internos conflictos
como sombra; en las penumbras, manotean
los fantasmas. Quizás del pasado han llegado
y han seguido mi rastro. Han ladrado
y mordido cuanto pueden como perros
en un orden contingente de mi andanza.

Me han llenado de culpa,
toda la que devela un superego poderoso,
toda la que tiene por tarea un agente carcelario.
Antes he dejado que se pongan grilletes
en mis manos, que escupan con rayos y centellas
a mi rostro, antes soy perro meado
y saprógena criatura de letrinas y panteones
que tomar la venganza temeraria
y que me devuelvan rencores por rencores.

No sé por qué dañar, sin un motivo, al que me dice
«Eres mi rival, mi victimario».
Más, ¡qué dura es mi sobrevivencia!
más cruel que el miedo, o el suicidio mismo
del egoísmo atenuado en las sombras.

La bondad recíproca no cuaja.
Una renuncia a medias vence lo que siento.
¿Por qué no ser todo lo perverso que es posible?
¿Por qué soy yo el que no quiero?

Del libro: El hombre extendido
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La muerte de Nano Ortiz

El zorro y el ángel


Un ángel conoció cierto Zorro,
yo conocí mi ángel, incierto ángel y él
mi sucio zorro, cierto zorro
que habita en los pantanos.

Entidad de cósmico desecho, cascarón roto
abandonado intencionadamente
por aquellos que deifican a las te(o)leologías
y místicas cooperaciones y fraternidades,
ese sucio zorro soy y él, incierto ángel.

Ciénaga alma, devoción de su pozo.
Nephesh, instinto animalizado.
El zorro se creyó maitreya, conocedor
del gran nivel de un potencial humano
y, ¿quién fue? ... mera lepra, cierto gusano,
supremo patógeno, malaria, aire malo
incubándose en lodo y lactándose
en la (g)lútea nalga de lo numinoso.
El animal soñó con cierto viento de Pneuma,
el arpa incierta del ruach (רוח), lo más hermoso.

Una noche el ángel descubrió
que, acaso, quise el alma, la voluntad
de espíritu, cierta victoria,
y me mordían las fuerzas tenebrosas
más obvias de mi mundo, la agresión,
el odio, el aislamiento, la tristeza.
Y dijo el Zorro, agradecidamente:
«¡Me hallaste!», Yo era el zorro y añadí:
«Por cierto que hallé un amigo.
Llega de algún lado de la Sabiduría.
De una Causalidad inexplicada».


Coincidencia divina, porque el Zorro
lo piensa, o lo invoca y lo dice.
Pero yo soy el Zorro, la materia bruta,
los sentidos, criatura hedónica-salvaje
y puede que no sea cierto y no haya ángel
ni milagro ni arcoiris por señal ni demonios:
«Hay variables ocultas y una fuente primaria
(inalcanzable fuente, Lodazal sin lodo)
y un orden en el Cosmos; hay algo más
que la miseria cierta, amago frustrante,
caos tan cierto, como el estímulo vulgar
de las temeridades y la indefensión,
que es madre del mordisco y las crueldades».


Y, sí, zorro como soy, hablé de una mirada
(tu mirada incierta, Angel) dizque limpia con luz,
opacidades. Y sobre un incierto alcoiris
después de aquella noche (tu alcoiris, ángel)
dije que me hablaste y pensé que te alojarías conmigo,
con esta cierta entidad de cósmico deshecho
(que soy y en las zorreras tiene su habitáculo).

Mas, ¿al rato del hallazgo y de comunicarnos
qué sucedió, incierto ángel, que híciste a cierto zorro?
¿Cuánto tiempo dura el amor (metafísico amor)
entre seres desiguales? ¡Me abandonaste!
Tú abandonaste al Zorro, tú que dices:
Soy cierto y mejor y supremo y divino
y universal y metafísico y cósmico trascendente...


¿Dónde te fuíste, sincronicidad, Alma de Aeon,
presencia de Gnosis femenina, Shekinah
de motel sideral y luna nueva y olvido?
¿Por qué ventana de conexión universal,
escapaste que la mía la cerraste?
Sí. Fui a tu puerta y la toqué y no abríste.

Tan insignificante soy ante Tu Rostro,
Peniel. Tuerces muslo y alma.
No me ves a la cara. Viras la espalda
y un poco más y escupes sobre mí
tu asco del mundo. Y yo, desconsolado.

¡Un ángel de fresa y oropeles, de media hoopla,
pandereta, algarabía del misticismo,
jaleo de velas y miel santiguadora, mágica.
Tras yo haberlo conocido, me ha dejado
sin remordimiento; se robó la pizca
de mi fe para hacerme más pobre.
Antes la tuve como mugre de mis propias pezuñas.
Hoy nada tengo, sólo la incierta memoria.
de un ángel selectivo, ícono de templos.
Un ángel que vive desnudo con sus alas.
Orgulloso de toda su pureza.
Cierto en sí mismo y sublime.

Y el zorro, incierto zorro de angustia.
se quedó en la Nueva Era del ocaso,
como pez traicionado en el Acuario
o en lo materialmente imperfecto de su ecología.
Por una inmensa ballena, zarandeado,
tragado por el hediondo pathos.
... porque el ángel no se inmuta, empero,
lo naufraga. No se amista con cualquiera.
Entonces, un tiburón celeste ha de ser
cierto ángel descrito por el zorro majadero.
Y la criatura de universos paralelos,
alma de los sistemas cuánticos,
no se entrega a los auditorios de los cazafortunas.
Con la data del Logos que
tan arduamente cede a ser manipulada
dejará doctrina; se burlará de los tontos,
chuscos de corazón, demagógicos campanudos.

¡Con la excepción de hoy!
No ser burlará de mí otra vez:
¡soy
el salvaje declarado!
Ya no quiero que vuelva
ni vincule mi mundo con el suyo.
Me defraudo con sus divinidades.


Del libro inédito: Teth, mi serpiente

Tuesday, January 22, 2008

El ángel del Devenir


Va directo a matar la soledad
(más la suya que la mía) ese fantasmal Devenir
al que he llamado mi ángel, pedacito
de mi fe sobreviviente. Ha de ser aburrido
ese rincón donde vive, ese mundo inexistente
o invisible que lo aloja. Ha de tener por alma
un yermo inhóspito en las selvas, o un pedestal
colgado de la Luna, astral con nubes
o poros de plata o agujeros oscuros.

Aquí, si llega, me encandila los ojos.
Se escapa para encenderse él mismo las pupilas
como un múcaro en la noche.

De plano que no se divierte, o no es siempre,
la dialéctica de mi historia y mis territorialidades
lo que puede entretenerle. Es diferente a mí.
¡Tan diferente! Nada en común nos une
y es tan neutro que duele. ¡Ella es como la Muerte!

Me habituó a su presencia porque juega con luz
y con silencio; distinto a mí,
no aprendió a llenarse de palabras.
Hay que callar con lo que sea,
hay que morderse la lengua o maldecirlo.
¡Que se vaya por los huecos numinosos!

No. Mejor no. No estorba.
Si es lo que quiere, lo hospedo para siempre.
Con él se zurce mi modestia, él me hace mudo
cuando a la bestia ruda del que-me-importismo,
desafío. El / o ella me calla.
Quizás por eso lo quiero.

Bien sabe cómo se juega su aproximación
a mis cinco sentidos, cómo lo invoco
ante una Luna llena, licenciosa, que inventa el tiempo
y me da sus arquetipos. El / o Ella crepitan
como la chavisca de mi alma. Es algo inexplicable
a lo que yo sonrío; simplemente, le comparto mi poesía,
doy este acento infinito de nostalgia.
¡Este cosmos incompleto de mi carne!

Con su tiempo sagrado, su presencia me atarea
y a veces, acaso si comparto lo que siento,
le digo mis verdades. ¡Que se joda si lo ofendo!
¡Que importa, carajo, que se enoje!

«¡Eres tan poco útil, ángel mío,
Devenir de lo Incierto y yo, la roña
en lo objetivo, tú, tan constante y espectral
como locura, tú conturbas a los más necios,
superticiosos de los hombres, pero, para nada
me sirves, eres la Nada alucinante,
yo, por ambición, amo mi mundo».


En vano es buscar la fase superior,
lo evolutivo, en su poder parasitario,
en fatua luz, en su energía.
Viene a robar de mi amor un gesto dulce
y lo ha logrado. Que diga al menos
que sí soy generoso.

Lo quiero en mi pared como un retrato,
aunque no me aporte un pan ni me haga caso,
aunque sepa que se va como vampiro
al que alimentaría con mi sangre,
si lo pide, con deseo,
con esperanza, con sexo.

Yo lo educo en la opción abierta de mi esencia.
«Esto es lo que es un pobre hombre:
un pecador, un cuerpo en sangre y hueso,
irredento, oprimido, socialmente y por los dioses».

Devenir, mi esencia pura está en la posibilidad
tan cierta, cruel y natural a la vez,
de mis realizaciones.

Bueno, no es nada personal
si riño con el ángel, o Azazel,
o el Devenir, o la Nada, o lo que sea
lo mismo. Estremecido de ternura
lo he mirado en los ojos, yo,
que no lo odiaría sin hallar un motivo.

«Díme si quieres que te ame.
No es nada personal si no lo hago.
Dáme el acceso a tí, Devenir.
Sé mi duende y mi voz.
Por de pronto, no sirves para nada».


Del libro Teth, mi serpiente

¿Qué haré contigo?

Tota huis mundi concordia ex discordia: L. A. Seneca

Ya no sé qué hacer contigo, Carlos.
Tú no te reduces a mis planes.
Me impacientas, me invocas con mil voces.
Lidias conmigo, replicas. Envías recados,
me oras y meditas con tus propias ambiciones.
Ya no sé decir si tú eres bueno
por cuanto me fastidias con clamores interiores.

No me atrevo decir que no me amas;
no sientes que es justo que te odie.
Te entrometes como intruso en los misterios.
Desprestigias a tu modo mis arcanos.
Tú quieres un dios que te obedezca,
un mundo que te plazca,
justicia que parece imposible.
La esperanza a la mano, sin medida,
la resuelta paradoja,
la certeza y contingencia de lo necesario.

No te enteras si te pregunto: ¿Qué te pasa?
... porque el mundo es malo, te sientes inconforme.
Si me apiado, te soy insuficiente. Te excedes
al intuir las perfecciones; me acomodas a tus vuelos
de rasero, me desafías a que baje de la Nada.

¿Qué voy a ser contigo? ¿Qué más fe habré de darte,
con qué carencias callaré tu boca, si aún vives
condenado a la muerte y, ambicioso de agonía?
Cuando batallas con mis explicaciones, no admites
mi sonoro canto, la armonía total que gobierna
mis inmensidades. En discordancia te hallo,
irreverente y triste, ambicioso, desconcertado.

6-12-1990 / De El hombre extendido

Meditación sobre San Sebastián de Narbona

El bien común y los indispensables

A Martin Luther King, Jr. (1929-1968)

Un mínimo de sinceridad es lo que falta.
Una sonrisa de Gandhi, marcha y abrazo,
pasos de paz, pero contestatarios.
El diálogo socrático, Martin Luther King,
vibrante con su sueño y la prudencia
sin alarde, palabra y gesto
de los indispensables.

Ciudadanos sacrificiales,
ejemplares y honestos. Valerosos
en medio de las provocaciones.
Inspiradores como homilías de Oscar Romero.
Informados, comprometidos, compasivos.

Al mundo lo desfigura el desvarío.
La discordia es la trompeta de naciones.
La mentira es la norma y la pereza,
ebriedad por exceso de cobardes
y apresurados triunfalismos...

¿Por qué se pedirá a quien estafa y miente:
Participa: tiende una mano, sé generoso?
¿Por qué si el impaciente obstruye?
El Bien Común ya los repele.
Vence el capricho, define sus iguales.
Para creatividad y sabiduría,
entre los humildes, ha muerto el insincero.

Hediente y descompuesto, se encuentra el mentiroso,
el divisor, el que navega en sombras.
Y a sus hermanos los conduce como turba
hacia un fin que no tiene sentido
o rumbos que los vuelve desgraciados.

Hay una dignidad y belleza en la fe y la paciencia
del combatiente honesto; hay un espacio real
para el que dice: unidos, activos, fraternos.
Sin violencia. Integrados, afirmativos,
no por el mero hoy. ¡Por el futuro!

4-8-1990 / Del libro El hombre extendido

Los delirios de Belén

Monday, January 21, 2008

El beso

¡Si ese beso se aproximara a mis labios,
diré romance, sentimiento, fe a mi historia!
Llegó una voz de compañía.
Armada, de virtud, obsequia su trabajo.
Dialéctica será que me redima.
Motivo será que me incentive.

A la bestia ruda del que-me-importismo
doblegaremos juntos. Trabajaremos.
Labios ociosos sellará el lamento.
Cesará sus maldiciones.

Su amor ha de ser lo que mata la Nada,
lo que ofende el fijismo, lo que niega
el afán determinador del reductio ad absurdum.
Házla que me bese, responderé.
Yo soy el que mantengo
mis labios abiertos.

6-14-2002 / De El hombre extendido

Meditación sobre San Sebastián de Narbona

El trabajo


Dáme este gozo, tan natural y simple,
tan placentero y profundo,
una labor cotidiana, la tarea de mi sustento.
Un trabajo, oficio para mis manos.
Vínculo creador de mi bestia
con espíritu. Sin esta bendición,
¿cómo querrás que me levante
y que la ética madrugue
y diga al Sol, padre mío,
y mis pisadas a la Tierra, madre amada?

No me des sepulcro en mi vida
ni me maldigas con el sello de Caín,
Nadie lo mate.
Admite lo que te doy
al litar en el altar de mis días
¡Puede que sea tan poco,
pero es lo que puedo!

5-8-2001 / De El hombre extendido

Cucán Oronoz / La muerte de Nano Ortiz

Ultimátum


Mi oponente, mi opresor, es la voz que calla.
Oído sordo al que dirijo mi queja.
Fuente cómplice que permite postraciones.
Continuidad del corazón en carne viva.

Esta es mi rebelión que lleva tiempo.
Debato entre paredes, remuerdo en celdas
de mis intimidades, me asomo a los barrotes
y pido negociar, con arbitraje.
Pero, ¿dónde el intercesor?
¿dónde él, tan predicado?

El me abandona y los emisarios huyen
porque es intolerable la acción directa,
incentivar a otros, clamar a los conformes.

¡Cómo desespera el amor en boicoteo,
el amor incomprendido; cómo lo empujan
a ser desobediente, a vestir su mala palabra
por lamento, a ejercer tan mal consuelo,
el pataleo! Nadie se agita con él, nadie
lo entiende desde la emisión de su ultimátum.

Planean dejarlo solo y no lo dicen
porque el espacio, no fraterno, insolidario,
es tan indecoroso y el amor que usurpa
a gritos libertades, voces vecinas,
se organiza para gobiernos paralelos.

2-11-2000 / El hombre extendido

La tradición bestializante

La mujer lúdica


Al contrario, soy acérrimo enemigo de la Nada.
Enamoro la sustancia de la cosa.
Lo animal que se combina bajo el Cielo
y fructifica debajo de la Tierra.
Amigo soy de lo que viene objetivamente,
no pausado, no regimentado a cuenta gotas,
por quererse providente en abundancia.

Me gusta lo que entiendo, lo que gravita
en un sí, en un Ser que anuncia
estoy-aquí. Voy a jugar contigo,
creo en tu abrazo, me gustan los alguistas,

los creyentes en algo.

En mi libertad se reprocesa lo que creo.
Me importa que me explique sus sustancia
y me coma con los muslos de su encanto.
Algo es Ella que no es miseria ni determinismo.
Algo es que verifica la hondura y calidez de mi mundo.
«Verifica tú el mío»,
me exhorta. «Juega conmigo.
Sustánciame en tus manos. Recíbeme en tu anhelo».


4-8-1990 / El hombre extendido

Reductio ad absurdum

A Dimitri Pisarev



Al contrario, me declaré acérrimo enemigo
de la Nada, del que-me-importismo,
ando por algo que me ofrezco sustancia,
por un tesoro que forje la esencia,
por un proceso que no me comprometa
al terrorismo y, a su pausada estafa,
la tristeza, el pesimismo, el dogma,
la inmovilidad, la cerrazón
de opciones infinitas no determinadas.

Odiador sí soy, mofas propongo
al conocimiento trascendente
y el reductio ad absurdum
que nunca se revela, pero, con llagas
te muele las rodillas, estigmatiza tu alma.
Odio se premedita verbalmente
cuando el dolor madruga y no he abierto los ojos;
si la autoridad me escarnece, mofas saldrán
de mi boca; la impotencia forja sus perros temerarios,
sus egos de piñón fijo, arquetipos de zorros.

Al contrario, yo no tengo otro artículo de fe
que mi fe en algo cognoscible, sea ya
lo que al rodearme me oprime, sea este hoy-aquí
al que pueda morderlo, desafiarlo y odiarlo
con todos mis arquetipos interiores.

De El Hombre extendido /
Leoncio Bourdón Jiménez /

Sin nada en sí

Yo, desorientado ahí,
sin nada del Ser, sin Nada en sí,
adolorido, digo: No, No, No
y Don Nadie escucha. No se vale.
El valor es cero, lo mínimo.

Me han compadecido
con el mismo desprecio con que jefes
diseñan la sociedad de sus consumos;
la belleza en abstracto que también se diluye
como humo. Ni a los dedos da grumos
y utilidad social real no tiene
aunque te pidan: «Págala»
(para que venga el ángel, la misericordia,
el milagro, la última frontera del poema).
Antes de tu hundimiento, disfruta del hedor
de un poco, casi nada, de alegría.

Vive del Dios que ha muerto, esteticista,
y de su indiferencia, su silencio.
Vive, al filo del progreso,
lo justificable de este odio cientifizado
a la costumbre, al prejuicio, al valor
de intuiciones sublimes,
que son espumajos de la alegoría.


¿En cuál de los sentidos vas a verificarte?
¿En qué hedonismo si tu creer es tan hueco,
si el creer da señal alucinada, creer es
puñal clavado y el quehacer, más anemia
cultivada en los valores vigentes.

Descreído y descreyente,
ni la intución te sirve ni la razón funciona;
el mundo es un asalto cotidiano, expulsión
de lo maravilloso. Lo aparentemente real:
la carcajada más cruel cuando viras la espalda.

3-8-2004 / Del lbro inédito Heideggerianas / Sequoyah 2

Thursday, January 17, 2008

Soledad y sociedad

La soledad es la prueba suprema de la humildad
o de la excelsitud de un espíritu:
Gabriel D' Annunzio

Yo a la sociedad no aporto nada.
No puedo. No sé decir las cosas chistosamente
y como quieren. Mi palabra es sospechosa
y violenta. Algo de bestia tengo, algo de zorro
escondo. De las especies presumidas, triunfantes,
autojustificadas, me desligo; yo no palmeo espaldas
ni sonrío cuando no quiero; apenas comulgo con extraños.

No hago brindis en público. No vocifero.
No confirmo ni hago turno para dar alabanzas.
Me gusta estar casi medio a solas.
Me satisface que alguien vea que no soy
una sombra, que no soy una pieza
de la Maya, frívolo espectro del buen trato
y del hombre honesto.

No [soy] sello de goma.
Uno que aplaude a todo.
Un ser dócilmente aplacado
por rituales, costumbres, cortesías.

Habría podido presumir que estoy situado
con virtudes mundanas; que puedo comprenderlos.
pero no fui modesto. «No quiero estar aquí».
Gente fatua se me sentó a mi lado.
Revisé sus mosaicos caricaturescos.

Ví a quienes organizan la chanza, el choteo,
la bola negra, el hermetismo, la retórica,
la obediencia vestida rigurosamente
con mentira. El precio de la buena acogida
se exorbita: Ví la traición al buen trato.

Del libro El hombre extendido

Tertulia La Central / Crucito el feo

Si no fuera por tí


... les souvenirs ne pleu pen pas,
au contrarie, ils élargissent votre solitude:

Gustave Flaubert

Dama añeja, choripanta, con asechanzas
endurecíste mi vida, me escondíste
la alegría, echaste abajo el proyecto
del vuelo luminoso y mi renacimiento.
De la esperanza, licuaste tu pitarra
y vino amargo, vociferaste en mi nombre
para echarme la biga, ahogarme en desconsuelo.
Bebí tu copa. Anochecí contigo.

Vieja memoria, necrópolis de mi alma soñadora,
ataste mis pies, dejaste de mis brazos
sólo un par de muñones y por eso te recuerdo.
Desandamos hasta que nos perdimos.
Si no fuera por tí, no sabría de mis propias cicatrices.

No sospecharía la cuenta de tus daños
y mi padecimiento. Vale mucho más olvidar
y, sin embargo, no puedo. Tu presencia
me ofrenda cementerios. Tu beso me envenena
la boca y no te olvido.

En mi soledad aparece tu penumbra.
Te agigantas. Asedias lo profundo.
Me conviertes en cómplice.

13-7-1985 / Del libro El hombre extendido

Meditatio mortis / A Luisa Bottari Rico / Foro pepiniano



La paciencia (2)


La patience est amère, mas soi fruit est doux: J. J.
Rousseau
No es que esté feliz, o que sea fuerte.
No es que mi carga sea ligera y leve.
Yo soy sólo una herida,
la más abierta que curarse espera,
un proceso sin atajos,
un momento dialéctico del ansia.

Como una gota soy sobre la peña.
Como un rictus del labio
atrozmente humillado y como ojos
por el llanto, ciegos.
No me resigno en virtud ni en tolerancia.

Mi corazón es más frágil que heroico;
mi voluntad tiene cortado el hilo
y pende de lo amargo. Transita
por un filo de navaja; en lo profundo
puede que la reciba el abismo.

No es que me fluya la fe por cada poro.
No que no quiera entender, no que no
me lamente. No quiera ser mártir.
O me falte un rencor. ¡Es este orgullo!

Tan solo eso, orgullo que prefirió
vivirse, perdurar, gafar su misión,
sea o no mi vida miserable, incógnita
de retribución en la desgracia.

Es que hay cosas que no tienen remedio.
Vivir es una de ellas, vivir su angustia
si la hay; vivir su premio, si existe.

23-9-2005 / Del libro El hombre extendido

Un destino hermoso / El profeta del No /
Energía cósmica / Para despertar a Leti

Wednesday, January 16, 2008

La paciencia

La paciencia comienza con lágrimas
Y, al fin, sonríe:
Raimundo Lulio

¡Cómo enseña esa desgracia cotidiana,
esa apariencia de vida transcurrida,
miserable vida al borde de la vida!
Cada desprecio se madruga.
Y no muere en la tarde como esperas.
Cada tristeza prevalece en la noche.

¡Cómo desorienta el desamor
sobre el odio que dispara en tu colleja;
un frío gatillo de abandono, una navaja
traperamente cuchillera!

¡Cómo enseña en torno a
qué estrangula o hiere bajo piel
sin darte finalmente la muerte!

Es como la mueca de la chanza
y la miseria a la sorda que te sigue.
Es como el sufrir un poder destituyente
que te abate o ser un pájaro de cuentas
que las debe, mereciendo viles callejones.

¡Cómo instruye el dolor antes que puedas
sonreir, cómo te dice la vida que llueve
sobre mojado, que es más duro lo contínuo
que pegarte tupido, en intensa molicie,
hasta que te metas en la concha en agonía
y te viertas de oquis en los huesos.

¡Ay, paciente heroísmo de vivir
siendo la queja muda, el silencio, el olvido,
tus reverberaciones, tus lágrimas en fuga!

23-9-2005 / Del libro El hombre extendido

Marcelo La Daga / Dios bendiga ese pasito sandunguero / Crítica sobre Carlos López Dzur / La realidad se impone

La copa de José

¿Por qué habéis vuelto mal por bien?
¿Por qué habéis robado mi copa de plata?:
Génesis 44:4


Es mi copa no sólo ente de plata.
Es la presencia de mis bendiciones.
Ningún ladrón robará la alegría de su vino.
Ni compraventa la urdirá para el hurto.
En mi tazón yo paladeo la alegría.

Y Zafanat-panea distribuye sus emociones
conforme al siervo que agradece y escucha.
En mi copa se colman mis verdades íntimas.
Es mi don y mi servicio.
Es la presencia eterna del Poeta,
su movimiento en los tiempos de exilio.

Ninguno, ante los cinco siglos de escasez
que vivimos, retendrá su abundancia
ni tampoco los residuos de mis lloros
y ausencias ni mis quehaceres;
mi copa se restaura y se pervive.

En cinco siglos de porvenir,
de múltiples satisfacciones, ninguno,
sólo yo, el vendido por sus propios hermanos,
sabrá regocijarse, pues
mi copa devela su regreso.

Mi copa anuncia sus rescates
y se confiesa por misericordia.
Es mi copa, no sólo ente de plata.
Es la vasija donde vacío mis versos,
el amor donde se cobija y alimenta el nexo
de mis generaciones
y cada pequeño benjamita,
dicha de su pueblo,
sustentador del padre que los ama.

3-12-1998

El alma bella / La casa embrujada / La tradición bestializante / Los delirios de Belén / Lista

Jactancia

The world tolerates conceit from those
who are sucessful,
but no from anybody else:

John Blake

Ninguno que sea pobre sea altanero.
No se jacte si no tiene fortuna.
Tener se ha convertido en autoridad,
medida de los hombres y hay medidas anuladas,
juicios impensables para quien en desgracia vive.

Baja tu cabeza. El hambre te borró del mundo.
Arrodíllate y no menciones a Dios ni con tus gimos.
Un bien vestido de sotana, una sociedad de mantillas
sobre el hombro, denunció tu pecadora vida.

Destituído fuíste de los cielos, sediento y con pesares,
tu espíritu se gafa entre las sombras. Palabras ociosas
son tus oraciones; en diálogo de sordo, sólo enseñas
el cobre. Prepara tu espaldas a los azotes,
tu mejilla al escarnio, tus ojos a las lágrimas amargas.

Tú no tienes ni una manta para el frío.
Tu presente es una cárcel clandestina
y tu ira, un testamento de la Nada.

3-5-1985 / La libertad doliente / La realidad se impone / Los herméticos / Indice / España