No conozco algo más hermoso, indescriptible,
maravilla accesible, que el movimiento rotatorio
de la Luz Ilimitada... Que, de momento,
entre las penumbras, pueda yo
no adivinarte, sino admirar
que te hagas presente como tal
y que seas volantín de mi dicha
con hebra que me guía
hasta el alcoiris de tu manifestación.
Chiringa hermosa eres y me llevaste
a tu Edén, hicíste el Jardín abajo
y me jalaste a las luces de las rosas,
a la memoria del primer sustento.
Por algo estoy aquí, Assiah,
con mis pies enroscados en la hiedra,
en esta pereza de Ishim, a medio camino
del proceso de alcanzar esa unidad
de verte con diez ojos, ojos de hombre
y de Dios, ojos de Luna y Sol y de las vasijas
de tus partzufim desde lo Eterno.
*
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