a tu techo. Con las estrellas se clavará
cada cimiento; el firmamento será
la madera, la divisiones siderales
de lo edificado. Beth, mi puerta azul,
en casa de mi sangre está tu humedad,
en agua, mis receptividades,
en misericordia de Chesed, mi riqueza.
Sol, alimento del mundo, un mendrugo
de Tipharet, me sobra y se multiplica
en mis alacenas. Una acacia inmutable,
perenne, será el archivo de mi ruta empírica
y crecerá con raíces de obediencia
en el proceso inteligible que me detiene
o me lleva a tu puerta; con un cuerno de carnero,
te daré canto y tú enviarás la Luna
y tu Sol, ¡sol de Tipharet, me hará novio sagrado
y carpintero de la casa que me das.
2.
No diré: Te hice casa, Yesod.
Eva era ya la casa. La primera casa.
En la naturaleza divina convergí
por la madre clara, que no engulle
por la novia tibia, que libera
y dije, Eva es buena y hermosa
y recorreré los caminos de libertad
por donde ande y la veré entre las ninfas
que danzan cada noche ante el fuego talámico.
Eva es la casa que busco.
Y como dos copas, me serviré
de lo que Ella contenga y de mi copa
beberá de lo que he recibido
lejos de sus labios.
7-03-1995
*
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