Monday, December 17, 2007

Como a una perra, a Ana la fornican


A esa perra-potra-yegua-puta
la adoré como a mi propio
reflejo defensivo y asíntota de Lidia

... y le dije: Enséñame todo lo que traes
bajo el vestido;
el que menos corre,
vuela por su encanto
y la busqué, celosamente,
debajo del ombligo y supe así,
que otros la entregaron a los medos
y lo persas y más tarde,
el rival fue Alejandro Magno
y la tatuó encima de sus nalgas.

Yo exploré los canales del Bósforo.
De hecho, la tatuaron los salteadores
de Capadocia, los mercaderes de Ponto,
todo escribieron encima de su canco.

Yo hundí el primum mobile
en el estrecho conducto de los Dardanelos
y descansé sobre sus senos y, aún así,
confesó: No soy sagrada ya,
sino la Viuda rica,

con un ojo lloro penas
y con el otro repico tu alegría.
Después que vienes y, poco a poco,
me achatas, surte tu polea
en mi vagina remota y das amor
como abundancia
aunque estés en purita chilla.

Tú eres sagrada, Ana,
y el orgullo de mis confederaciones;
serás jónica porque lo que abunda,
siendo bueno, no lastima.

17-5-1988
De Estéticas mostrencas y vitales

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