el ojo avizor acusa, caza-egoico.
El ego es sólo un disfraz en el patíbulo;
un vuelo de cabeza fascinada
que se estanca en su viaje de naufragio.
Andrajo de memorias de quebrantamiento,
el ego es y fue llamado a la humedad
del sedimento, a la espada de Heraclés,
el tumba-loncos, a que tronchara
la décima cabeza de la Hidra,
la inmortal. Llamado fue
el ego al hachazo de Abram
que iba directo contra el hijo, allí
donde la Ira-Piedad de Dios
fundó la pira del Moriah
y su olor ingrato
de Destino.
3-10-1994
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