Sin Fin de la abundancia de Jerusalén,
te repite: No subiré al risco
donde te escondes y desafías, serpiente
de Lerma; no existe un hoy que mediré
con mi vara, porque tampoco existe
el mañana que merezca la pena.
No hay nuevos comienzos.
Oriente y Occidente dan lo mismo.
En solitario, comeré mi alegría;
no hay canto ilimitado;
los días son grises
y las Tablas de la Ley,
duras y tenebrosas.
8-02-1997
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