Sunday, July 31, 2011

El crimen y la Joya Palestina / cuiento


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Cuento de Carlos López Dzur
Para varios profesores, ambos de Oriente Medio, que laboran en la universidad en California, la joya de su corazón es una alumna palestina en el mismo campus. Del dúo que la enamora, uno es chíita, su padre iraní y su madre palestina. A quien ella más gusta, quien gana la yihad de sus amores, es un saudita. Es más agnóstico en la práctica que profesante del islamismo sunita.

«Ha dejado de creer en teologías», dijo ella al otro. Su análisis es más político-económico. La alumna se extasía, escuchándolo, pese a que su rival caricaturiza al árabe sunita. Ella protesta.

«Eres un fundamentalista. Un chíita asqueroso», le dice por razón y desmesura de la libertad que ha adquirido en América, Occidente, esto es, en los EE.UU.. La leatad es pelestina; la crianza, norteamericama. Y sólo la marca la edad 22 años de hermosura y una chispeante inteligencia. Es sincera, valiente y feminista.

Hay que reir las gracias y destemples que salen de la Joya Palestina. Le duele que le llame un chíita asqueroso porque, sea como sea, él, su enamorado, es hijo de un noble y próspero iraní, socio en más de una corporación petrolera. El es, portanto, a la edad de 34, joven millonario, con doctorado de los EE.UU., con cátedra en Estudios sobre el Oriente Medio. Viaja libremente por el mundo

«¿Llamaste 'asquerosas' mis creencias? ¿Y sólo porque te gusta más mi colega, el sunita, que es un pobre diablo, saudita sin petróleo y sin nobleza, posiblemente sus padres, empleados de mis padres?»

«Entiende que el que seas rico no implica que lo puedes tener todo... a mí no me tendrías, aunque seas la mayor Autoridad de Irán, o de América, o del Mundo... Te d\iré quien me extasía, en rigor, y así te ahorres el tiempo y los gastos de saliva... Me gusta el árabe, quien no tuvo más riqueza que el silencio del Desierto. El nunca me habla sobre el dinero suyo (posiblemente, lo tenga es muy poco); pero me habla sobre lo bueno que sería que se finalizara la geo-política agresiva que desde 1948 ha sugido en la zona en que Israel y Palestina están comiéndose las almas. El apoyo de Inglaterra, Francia y USA a Israel han aplastado a Palestina, la que hoy no posee ni un octavo del territorio que tuvo. Cuando el habla sobre estas cosas en su clase, yo siento que tengo un hermano árabe. Un verdadero compañero y amigo».

Escucharla crea más odio por el rival sunita. Cree que, desde su cátedra, él se avemtaja y la 'fanatiza', le quita esa adorable dulzura que anhelara para sí y que es consustancial con su rostro de enormes ojos con color verduzco. Piensa que si tuviera la ocasión de tenerla, como él en sus clases, neutralizaría lo que el pobrete y desenfadado profesorucho barbón le dice. De hecho, se entretiene con el pensamiento de matarlo pues así de celoso ha venido sintiéndose.

Ahora sus ideas en torno a Palestina han variado. Ha sido así, desde que asesora a cierto Comité del Consejo de Seguridad de la ONU sobre el problema de la apropiación de tierras palestinas por el Estado de Israel. Le han advertido que Israel tiene un poderío de armas nucleares y la temeridad suficiente para utilizarlo contra quien sea, en Medio Oriente, o en cualquier rincón del planeta. Y, con su alineamiento tácito a Israel, cree que su visión se ha enriquecido. Tiene amigos en todos lados, incluyendo círculos palestinos. Lo que le falta es el amor de ella, La Joya.

El pretendiente celoso se siente, entre sus amigos, colegas y paisanos del Oriente Medio, «ancho y orondo de orgullo», «crecido», porque es miembro de la Base. Entre algunos simpatizantes de las rebeliones yijdistas, y las efervescencias islámicas, se le sabe ya adláter de Al-Kaeda y a su disposición se le ofrendanlos mártires, gente dispuesta a cumplir al pie de la letra lo que él diga. Obviamente, es más político y carismático que aquel profesor de Barkeley.

Y, viendo avanzar la posibilidad de que el corazón de aquella niña palestina pasara a las manos amorosas del rival sunita, testigo de que ya se besaban en el salón o en pasillos vacíos, en rumbos hacia la privacidad de su oficina, invocó la Base. Olvidó la solidaridad sagrada que el yihadismo le debe moralmente a Palestina. Convocó a unos esbirros que alguna vez Osama Bin Laden involucró en sus matanzas de soviéticos y tropas en Afganistán, financiadas por la CIA, y el novio de su Joya Palestina amaneció apuñalado sobre la cama de su apartamento cercano al campus.

2005 / California
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Friday, July 22, 2011

Selecciones (2) de Yo Soy La Muerte / de Carlos López Dzur


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Ver entrevista en torno al libro

LLAMAME DESEO / ALEGRIA / FRAG. 2.



 
Desde hoy me llamarás
Deseo / Alegría / ausencia de tristeza.
Que sean otros los que me digan
Puta Muerte / hechicera / choripanta traicionera.

No tú, Carlos, orfebre de palabras.
Cántame como canta el beso tierno a los labios.
Admira mi boca roja de vanadio.
Abre mis muslos, mira la charca en que nacíste;
sumérjete en mi parto; nazcamos juntos
en el amor de la voluntad de belleza.

Te prestaré la joya de Gersimi.
Te haré nacer en la luz de los mares.
Edén llamaré a tu isla, alcoiris su libertad.
Libre albedrío, tu consciencia.
Tu nuevo Yo, el que no cesa,
lo fundaré en el acto que se llama Armonía.

Bozeman, Montana - Abril 1987

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ELLA NO ES

No. Ella no es madrejón ni seco río.
Ni habita siempre en el hiperespacio
más allá de las tres dimensiones conocidas.

Le gusta la superficie toroidal de mis ejes
y unce las toroides de mis planos
y a mis cabrillas las vuelve torbellinos.

¡Ay, Bicha de Balazote!
me has despertado
y en el rescoldo de mi angustia
te apareces
y escardas de mí lo bueno
y quemas de mí lo malo.

Con tu piel me coses
un velario. Con tu memoria me compartes
la narrativa propia de mi yo y el Olvido.

5-8-1989 / De Primera parte / Narrativas del yo cesativo

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VANADIS

¿Para qué buscar tan lánguidas bellezas /
más allá de tu cuerpo querido y de tu corazón dulce?:
Charles Baudelaire
Lo que doy a los cinco sentidos
es demasiado generoso, cada vez es más rico.
Es un yo-casi-glorioso y si lo piden lo doy
y si lo toman por ser poco, lo retiro.

Te diré que soy llamada Vanadis
y mis templos tuve y tendré en los cielos
del Norte y en las cuevas de Vikingos
y de Vanes germánicos; se me invoca
como Freya, la más puta de los Ases.

Y me dijeron maga, curandera, pitonisa
porque soy más sabia que puta,
pero más ardiente y bella que las joyas
de las Valquirias y la Maya.

... Yo soy La Muerte, Carlos,
y dispenso la Luz en el yo cesativo
y con mis besos regenero a varones
de débiles potencias.

Doy libertad vital y liderazgo.
Pongo en los inviernos del abrazo
la erótica y mi alegría se avanza
en otoño, en verano, en primavera.

En un manto mágico de plumas de águila
te guardo, te subo a las nubes más altas,
a predios del hiperespacio.

Te he llevado a mi palacio en Asgard,
donde recibo por Odín las almas de los muertos,
donde amo a los dioses del futuro.
a los enanos que trabajan con mis cinco sentidos

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LOS ASQUEROSOS

Hay hombres / bestias / entes / seres
que yo no quiero ver.
Son los que dejaron de pensarse como egos cesativos.
Me dan asco y no voy a sus camas
a entregarles su futuro sepulcro.

A ellos no les cierro los ojos.
Yo no. Otros que sean los que susurren
una mentira para ellos: «Están muertos».

No me arropan las colchas de esos cadáveres vivientes.
Me gusta más tu cobija y tu cuerpo desnudo
que me adivina, acaricia, me sube con manos
tiernas, esplendorosas, pequeñas, al estómago.

¡Tú me has amado, me invocas, me respetas:
tme llamas hermana, madre, mujer, amante,
materia prima de tus ansias, pulpa femenina
de tus sueños!


¡Cómo me amas, enano,
desde la flor de tus cinco sentidos!
Me siento más bella cuando tú me quieres.

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EROS / EROS / EROS / Frag. 6.

No se trata de las renunciaciones.
No del cadáver del Deseo.
No de una moneda colocada
en la costilla o la boca del difunto.

¡Esto se paga en vida,
venga o no venga la Muerte!
Esta es la virtud anticipada
y la gracia trascendente,
la bendición a tiempo:
¡Eros, eros, eros!

[De Segunda parte: ¿A dónde vamos?]

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METAMORFOSIS

Tú... ama mi fango, hijo mío,
que yo de lo turbio forjo La fuente de aguas
cristalinas; la Muerte es filtro.
Del fango es alimento.

Tú, medita en mis huesos, siémbralos en nombre
de la Güenda; yo, los haré como semillas
que se pudran y florezcan y sean un vestigio al fin
de lo nuevo en tus ojos y en tus pasos.

Es mi palabra: lo que te doy no se vencerá
ni la estacada de nuevos abandonos.

5-13-1989

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DE LA TRANSITORIEDAD

A George Simmel, primer sociólogo de la modernidad, sicólogo de la acrobacia y la pirotecnia, hombre sin base firme, retórico neobarroco de la transitoriedad…
Estos son los discursos sobre la muerte amarga,
la agonía ad hoc, defunción giratoria,
el sepelio insoportable, el petardo,
la disolución infernal,
la Nada victoriosa
y el nihilismo.

Aún sabiendo la directa relación
entre la vida y la forma, ellos no van al fondo.
No se juntan contigo, no suben
a la Nao de la bruma,
menos se ponen en tus botas.

No lloran con la ralea sufriente
que pide tu café, el asma de tu madre, la tragedia,
el disparo, el cuchillo rayado y afilado
con la brea de una orilla de tu calle.

Ellos buscan el espíritu del tiempo
como se busca un chiste en el vacío,
un pedo difuntal entre utensilios,
definición impresionista de la Nada.

Por la expresión básica de instintos
no van a la fe, sólo la mientan.
Huyen a los saltos, leaps of faith
kierkegardianos.

No harían una intrahistoria agónica,
senequista, goyesca, unamuniana.
A la esperanza no le daríán su hóla
olfateando la pasión.

Vivos ya están en los panteones,
muertos en nequencia,
deambulan como zámbies…

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A MONCHO LIRA Y MARIA CULITO

No saben el discurso, la queja existencial,
abierta y dolorosa, el don, la hondura
del ebrio despreciado, Moncho Lira,
el don histriónico, oratorio,
de María Culito,
la pobreza dura, el esfuerzo,
el heroísmo de Millita,
el hambre en la misericordia,
la reunión de los pobres por un caldo
y zapatos, o trapitos nuevos y fiambrera
que les brinden los Torres y Boultrón,
Cheo El Indio, o para el pobre
la cajita de muerto de Don Aguedo.

Para tus días, nada saben sobre la muerte.
Inventan estructuras y cohesiones sociales,
el dominio, el puño atroz,
la Mano Invisible del estragulamiento
para que no se construya
un yo maravilloso, ser-con-otros
projimal, destino comunitario, benévolo.

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YA NO ME DETENGO

Abro mi paso. Yo no me detengo.
Mi prisa empuja secretamente lo que encuentra
y no puede evitarlo. Echate a un lado, cadáver vivo,
si observas que este viento arrecia en forma de persona
o la barca que lo auxilia se navega
con su preciosa carga.

El sol está en mi sangre y lleva lo mejor del mundo:
estos egos cesados, premio de muertos.
Me acompaña una zona vibrante de silencio
que como tal azota el luto y vomita sus cráteres.
Consumió lo que pudo desde su garganta
que tiene sed de alba.

A mis pies circula el río más caudaloso
(de tu monte, Carlos) y me añade la premura que me falta.
Me alcanza, me empuja, me reanima.
De los valores recobra a los ausentes remolinos
y con la lengua perfora más agujeros
que los que queman en las almas.

¡Qué violenta y golosa es la tierra que conozco
por causa de esta prisa, de los pies a la boca!
Voy donde me lleva la promesa más pura,
vida que brinca entre charcos y vientos,
de norte a sur, de meridiano en meridiano.

1-7-1977

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EL SUSTENTAMIENTO EN LA AGONIA

¡Qué pena de advenir y carrusel!
Imagino a los muertos
como langostinos que saltan de la red,
peces transformados por insaciable apetito
y que oscurecidos, en el día final, se fijan tiesamente
al regodeo de la tristeza mía, se pegan
a las horas en que sucumbo contigo, Sepultura,
y con sus cuerpos...

La feroz madrugada vibra
el ciego holocausto de la aproximación;
me voy cuando ya tú me sueltas,
te dejo, pero me has sustentado en agonía
(y, si me has mutilado, qué ojos lo dirán, no sé).

Estuve al habla con una pena inmunda
y nueva que ajota hambre de ser
y prisa de aguacero, repentino e intenso,
y muina de barro y godeo de celo y mujer.
¡Ay, qué empleo me dio la pena y la tronga,
ardiente, lujuriante, caprichosa!

¡Que arrastre sobre los vientres de la sepultura
los de estos vientos que han devorado
el mal soñar, con maderos viejos,
leños de mal arder
y el mal dolor del trinqueval,
con dos ruedas del carrro negro,
deslizado y sepulto al fin,
allí en la ribera de uverillos que florecen
en abril, y luego se secan, ajenos al río y la mar!

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QUE PENA DE ADVENIR U CARRUSEL

¡Qué pena de advenir y carrusel,
la vida como noria y giros de Samsara!
Téngase lástima por mí
que los sepulto, por todos,
por los que nunca se aferraron al hoy
y por los que siempre se aferraron al ayer
en medio del desgaste del ser-en-otros
y en Uno-ser y en Nadie-ser,
espaciados en inmensidad maravillosa.
La muerte al fin.

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ENTRISTEZCO, DON AGUEDO

Huérfana de palabra, Ella satisfecha en mí
y mi incrédulo yo, satisfecho con ella...
Entristezco, Don Aguedo.
Vea que entierro los míos, un cadáver tras otro,
y ¿quién vendrá por la sospecha de saberme poco,
todo y nada, cautivo de su nombre,
a enterrarme a mí?

Una memoria agradecida se encargará
de quitar mi nombre de Cerbero,
pero... ¡Ay! me hallas, te veo, te solicito
y con qué ojos percibo lo que seas,
no lo sé, Muerte, hasta hoy.

Hice el oficio de servirte, peor
hubiera sido ser verdugo y juez…
En tristeza personal,
te confieso.
«Te he amado;
yo te desnudo».

En cohecho de noria y carrusel, te amo.
Tú y yo fornicamos sobre las sepulturas.

26-4-1989

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LA MUERTE A ESCONDIDAS

Mejor que no me observen
ni me compartan quejas.
Que no vayan a mi jardín
ni me añadan sus flores.
Quiero ser muerte a escondidas.

Esperen. Levantaré mi mano
y les llamaré porque conmigo
serán amados, les diré mis prójimos,
seres de mi anhelo, lo prometo,
pero no formen bola,
no se agrupen, yo sé mi archos,
mis reglas coercitivas, mi voluntad
de cizaña castradora.

Sé cuando expido mi consentimiento.
Sé cuando quiero el fin de las persecuciones.
Sé cuando recibo a los desprestigiados
y cuando acabaré las extorsiones
y la privación por violencia y engaño.

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CUANDO NO HAY SABIDURIA AL MORIR

De lo contrario, yo deformo,
apago el aliento y los preño en la angustia
por las sendas de días y sinsabores
más largos que el cienpies meado.

No me cobren una cuota
por el amor que permito.
No hagan nada por fundirse
en mi abrazo, suicidas del chantaje.

No me sellen con emblemas
por sabérselo todo: yo soy la boda
y el divorcio, yo soy el jardín que yo quiero,
el policía verdadero de la dicha,
el retollo de flor y cipreses
del colapso, árboles llorones
afines a mi llanto.

No quiero proclamas con medidas
para mi emplazamiento
ni género ni número ni turno;
no doy licencia a destiempo
ni ofrezco privilegio.

Que no haya enojo
cuando decido y amonesto
ni se afane una norma de muchos
ni una coerción de pocos.

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LA MUERTE ES JUSTA Y OBJETIVA

No lo acepto.
No imito pendejadas soberanas.
Que no haya prohibiciones que equivalgan
al castigo, yo soy la Generosa,
sin monopolio de verdades ajenas.

Los que me insultan, o me menosprecian,
en su propia impostura los preservo
con la fuerza que condena,
con el robo que les roba,
con el odio de sus propios desprecios.

No. Yo no me burlo,
yo les recibo en el Seno de Abraham,
y beso a la mujer majúa,
como a lloricas que vendrán a mí,
a su debido tiempo.

No multo por lo tarde
a quien regresa, ni añado más traición
a los que se traicionaron a sí mismos.

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LA BARCA NAVEGA EN LA LAGUNA

Laguna Estigia, río luctuoso,
realidad contínua del ego cesativo,
tránsfuga y sangrante, lágrima y risa
de Caronte, perla de oro de las Erinas
y las putas más putas putas
del Ovario Bendito,
la nave tiene prisa.
La barca está abatida por las olas.

El agua empuja para no sentir
todo lo que se pudre en un pantano:
al planeta envilecido del primate.

Algo se tiene que morir, almas desgarradas,
el yo cesativo que se pervive idiotamente
en la historia perpetrada de los mitos

... sin hallar su justa interrelación,
su calidad de vida
en el espaciotiempo vibratorio.

El alma envilecida, su cerebro
que fue alma irascible, piloto,
el buen caballo,
ya no halla superficie de contacto,
porvenir inductivo, simetría de salvaciones,
ni las rutas al interior del Cielo.

[De Séptima Parte / La invención del alma]

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EGO, CESA YA

Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob pues me ha suplantado dos veces. Se apoderó de mi progenitura y aquí ahora ha tomado mi bendición: Génesis: 21: 35-36
Bajo la piel del carnero
(mas no en la página vacía de la indiferencia
sin sustancia) está la bendición, el camino,
la estrella más brillante...

David en seis sentidos expresado, el hijo con raíz,
a son of the Soil! e Isaac que bendice
y yo, Viajera Oscura, que los recibo
donde Astrae es justicia
y valle de vanadio, mis lágrimas.

Pero lo que está bajo la piel es mío.
La carne es caduca, pero no lo son
mis ríos uterinos, la Tierra que protejo.
La doy al hombre / mujer por abrigo y amparo.

Ego, cesa. Yo te recibo;
despídete de la Madre, y nichos ecológicos,
amores gentilicios, íntima simbiosis,
vecinas dependencias; ego, cesa.

El ego tiene que morir, irse conmigo,
dejar que yo sea su memoria,
su nuevo canto.

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DAR Y QUITAR DE LA MUERTE

Todo lo que quito, al fin y a la postre, lo devuelvo.
Si. Soy ladrona de vida pura.
No quiero Ego de muertos.

Digo, en la orilla de las Estigias del planeta,
desligáos del cadáver.
Un cadáver no sirve.
Sóis más que huesos mugrientos;
la vida sin los huesos, hoy se inicia.

Desligáos de toda memoria que no sea
su amor profundo, olvidáos de las cosas,
lmecanicidades, inesencias frívolas
e impuras. Ego, cesa.
¡Alma, múerete ya!
Así podrás vivir conmigo.

[De 1-29-1998 / De Narrativas del Yo cesativo]
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El hombre enamorado de la vida / Entrevista


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Por Abelardo García Vera
Universidad de Oviedo
Escribí hace unos años un breve mensaje electrónico a Carlos López Dzur, poeta residente en los EE.UU.. Había leído muchos de los fragmentos que de un libro de poemas, entonces en preparación y por tanto incompleto, él colocaba en revistas electrónicas españolas en astrolabio, net. «Yo soy la muerte», «Barcas de la gloria», «Barcas de la Muerte», «Introducción a la Laguna» (Estigia), «Oralidad de los demonios», eran algunos de sus títulos para textos que hoy, ya finalizado su libro, veo publicado en versión electrónica por la Editorial Alebrijes, fundada por Norma Segades-Manías, poeta argentia. Las secciones previas preanunciaban el proyecto. Según hice lectura de sus partes, cada vez que las publicaba, entendí mejor el meollo de su mensaje.

Lo primero que reproché a él con un mensaje que agradeció, con esta respuesta: «Gracias por su comentario y su interés», fue: ¿Por qué un joven autor está tan obsesionado con la muerte? ¿Por qué se buscó semejante tema que, al parecer, agotaron los poetas griegos y romanos, con la figura de Caronte, hijo de Erebo y Nix, o como en 'Trilogía de las barcas' o 'O Auto da Barca do Inferno' (1517) de Gil Vicente?

Sí. Llegué a preguntárselo, temiendo otro "Gracias por su comentario" y hasta ahí. No me daría más explicaciones. Mas no ocurrió así. La cuarta micromisiva que envió fue la siguiente: «Agradezco su lectura fiel. Una respuesta sencilla a su pregunta: Estoy enamorado de la vida y la Muerte (Ella) está enamorada de mí: CLD».

Unos meses después me escribió y envió un documento en Microsoft Word (versión, rft) con el documento completo del libro, el índice y la dedicatoria. Anunciaba que sería publicado en papel. «El documento lo envío en 'attachment' en Microsoft Word y tan pronto termine usted su lectura, ya que lo enviaré a impresión, espero que sea una de las primeras personas que me comente. Cada lector es especial para mí. Usted ha sido el más fiel. Carlos».

He leído su poemario finalmente. No tengo la formación académica para juzgar su riqueza ni soy un poeta con los recursos de lenguaje y de imaginación que López posee. Como lector de poemas y artículos en grupos literarios en la internet, no puedo ofrecer otra crítica que la que se reduce a decir: 'Me gustó, o dejó de gustarme'. Esto sí, al fin y al cabo, me gustó el libro y pedí al autor, que es un profesional en estos menesteres, que responda abundantemente a mis preguntas, de modo que algo resulte al tomarse este artículo como un ejercicio de entrevista y expresión de mis curiosidades en torno al tema. Algunas que me quedaron en flote.

Según releo el libro de López Dzur, más capto y disfruto lo leído.

Pregunta: Hace unos años le pregunté por qué su obsesión con este tema que, siendo universal en la literatura, no es necesariamente el más popular y agradable.

Respuesta (R: CLD): La pregunta es válida. Sin embargo, no crea que dedico cada libro que escribo a mencionarla y en hacer alrededor del tema de la muerte un chorro de poemas. No soy un poeta fúnebre ni elegíaco. Ni escribo para deprimir a los demás... La muerte está en todas partes, adquiriendo mil formas o manifestaciones: por ejemplo, piense en el número accidentes vehiculares, fatales, o personas arrolladas al cruzar negligente o inocentemente una calle; cuantifique en torno a los homicidios, las enfermedades terminales, las guerras, los suicidios, así y así... La violencia, como la muerte, son apabullantes y, muchas veces, aún con el luto ante los seres queridos, estos seres se pierden o se superficializan en cuanto amados por causa de rituales triviales. No basta una actitud solemne. Más o menos, por decirlo así, nos vamos insensibilizando por lo común del tema y el hecho necrológico y bruto... Vivimos en la época del muerto al hoyo y el vivo al retollo. Los sentimientos con que evocamos la pérdida humana de un ser querido o la presencia grata de ellos en nuestras vidas ya estorban... No pienso que ésto deba ser así.

P:
¿Qué me quiso decir una vez que me escribiera: «Estoy enamorado de la vida… Y la Muerte (Ella) está enamorada de mí»?

R: CLD:
Que sólo en apariencia éste es un libro sobre la muerte y la expresión social y humana del no existir más por haber fenecido y haber sido ya enterrado, llorado en novenarios y el cadáver a la postre, descompuesto en la tumba o reducido a un puñado de cenizas. Lo triste de la muerte se bloquea con el olvido. En las personas normales, se va ponieno a un lado. La vida sigue. Los que aman mucho hacen lo que yo, 'meditatio mortis' para extraer alguna lección.

P:
No hay que hacer de la muerte un culto...

R:
No. Sería terrible. Basta una meditación a tiempo sobre el buen vivir y la gratitud. Enterrar con dignidad a los que mueren...

P:
Su libro casi no toca lo que es enterrar, o cómo se hace.

R:
El mejor entierro es respeto. Un pensamiento de amor en el momento del adiós, o del funeral.

R:
Su libro tiene alegorías y especulaciones sobre el más allá...

R:
El libro se estructura sobre varias alegorías. En el sentido interno y profundo, la Muerte en torno a la que yo poetizo es la consciencia de eternidad, de belleza, de éxito, de sentido y de Bien, antes de haber muerto. Es por lo que comparo la Muerte con una Dama, con una Enamorada, con un Ser Adorable. En ese contexto, ella es la Vida deseable, el ideal de la Libertad en los cimientos de la Tierra. Cuando la Muerte / Vida se enamora de tí, se compensan y se dialogan, no hay miedo al desaparecer físicamente de la tierra ni hay miedo a trascender a otras dimensiones de energía o de consciencia. La muerte comienza en la vida y la vida se consagra, a medida que se va muriendo, con paz y con un sentido del deber cumplido cuando se estuvo encarnado.

P:
Usted es espiritualista... cree en el más allá...

R:
Me considero, en cierto modo, panteísta. No ateo. Vivir o promocionar una filosofía de la muerte no es lo mismo que una reflexión personal que la aluda, meditatio mortis. No digo que haya que vivir para otra cosa que para el buen morir; porque, de hecho, la muerte no es una especulación. Es un hecho que experimentaremos. Nos toca a todos, a unos más temprano que otros. Al envejecer y desgastarse el cuerpo, como se desgasta el árbol que dio buenos o malos frutos, al final moriremos en ese sentido literal del «fallecer» y quedar secos, sin una hojita o un tronco resistente. Nadie puede escapar a ese destino, el proceso de la muerte, ni aunque se dure más de cien años sobre el planeta... Quien vive teniendo la muerte como meta inmediata jamás descubre que la muerte es Vida / Dama / una riqueza extra / para el fin de nuestros días terrenales... De modo que hay que dejarse vivir en el cuerpo, pero sabiendo que no es un final, porque hay una cotinuidad y sucesión en la energía...

P:
Que es la reencarnación.

R:
Sí. La reencarnación. No significa que me interesa la comunicación con los difuntos en el sentido de la doctrina espiritista. No me interesa mucho lo que sea el «más allá»; me interesa muchísimo más lo que sea mi consciencia, mi ser-aquí y ahora. ¿Es eso ser espiritualista? No. A veces, parece paradoja, pero los muertos están vivos y los vivos muertos. No hay salud en el vivir de mucha gente porque sus vidas carecen de una meditación de vida, sentido, continuidad ni ética...

P:
¿Es necesario creer en la eternidad?

R:
No es necesario, basta una ética de gratitud y de amor. Después de todo, cuando nacemos nadie nos avisa ni nos pide permiso. Como existencialista práctico, repito a Heidegger. Somos seres 'arrojados' al mundo y ésto es triste si lo tomamos como una condena que anulará nuestro potencial creativo y de libertad. Lo maravilloso es que, si bien se nos arroja al mundo, también se nos arroja a la eternidad y, si así lo comprendemos, antes de morir, vivimos más felices, más armonizados con cualquiera sea la vida tras la muerte, que es siempre mucho mejor que ésta, donde la necesidad material, sus leyes y su competencia, doblegan más.

P:
Usted está convencido de que no es apropiado hablar de...

R:
En vez de valuar a la muerte como una Dama Amenazante y el Ser Macabro o los guías siniestros / demónicos que esperan en la «otra orilla», la admito como una Voz o Maestro Interior que nos prepara para el buen vivir y el bien morir aquí en el planeta... 'Mi yo soy' la muerte significa que yo la disfruto desde ahora. Me la comunico en vida no con imágenes pesadillescas o funestas, sino con imágenes de amor.

P:
En la primera parte de su libro, leyendo el poema «Invitación», escribes que se aparece "Ella, mi Loba", o La Dama Maldita del primer poema, ¿a mostrarle a usted el proceso de transición a la otra orilla, el más allá, u otra dimensión? Es cuando dice en su texto: «Ven a mi hiperespacio por tan sólo una noche». ¿Es que se puede viajar, inducido por algún visitante hacia el astral y ver ese mundo posible después de la muerte? ¿Es usted profeta?

R:
Desde niño tomé en serio mis sueños y los mensajes del subconsciente. Me gusta soñar cuando me acuesto y analizar al otro día, o inmediatamente al despertar, si hay coherencia o un orden natural de cosas en lo soñado... Mi poesía, lo mejor que haya escrito en términos alegóricos y metafóricos, es un producto de ese esfuerzo y análisis que practico desde niño. Mi «loba» nunca ha sido maldita, sino una dama que el mundo «mal-dice-y-teme». Mi loba se parece más a la que, en las leyendas empáticas, nutre a Rómulo y Remo, lactándolo para que sobreviva. Es una loba fransciscana. Que si las tratas bien, como en el poema «Los Motivos del Lobo» de Rubén Darío, se retira al bosque... Tiene una loba maldita, con fauces sangrientas, quien hostiga y crea culpas, y nunca se reconcilia con sus presuntos enemigos...[...] Es cierto que hay sueños que parecen inexplicables, misteriosos y demasiado complejos, pues hay sueños que expresan las ansiedades en la vida diaria, pero, al soñar y al gustarse de la libertad que se involucra en ese proceso, uno puede trascender hasta el hiperespacio, adquirir paulatinamente herramientas simbólicas y discernir de qué se nos hablara en tan común experiencia para todas las personas, como son los sueños, porque todos soñamos y no necesariamente tenemos que ir por el mundo jactándonos de ser profetas o conocedores especiales de alguna necrofilia...

Lo importante es, a fin de cuentas, que sí yo sueño, dialogo, con La Dama Maldita, La Zorra, con unos seres reales o simbólicos, y que los investigaré porque son Arquetipos y, como entes cognoscibles, dejan un mensaje que se relacionará a mis (los) deseos, esperanzas, miedos o fantasías. Este proceso revela el Yo oculto («hidden Self»), Yo que no cesa, un yo que es el Dragón, o el Ser, tema del quinto poema del libro en cuestión. En el libro Yo soy la muerte, si alguna enseñanza hay, es que a «la fuente bendita de La Mujer en el fango», esto es, La Loba, la Zorra, la Sabia Muerte, hay que bendecirla. Bendigo la fuente de los sueños, en cuanto me enseña el arte del bien morir (la Sabia Muerte).

P:
Le gusta soñar con muertos...

R:
Con los vivos aún más... ¿Pero quiénes son mis muertos? Por lo general, mis padres, abuelos o gente muy familiarizada conmigo. A los seres muy amados que han representado para mí unos ciertos principios de compasión, ayuda cuando la necesito, confianza y servicio, así como el principio de autoridad que representó mi padre en la familia, yo no los tiro a la borda sólo porque ya murieron. Esa comunicación y relación sigue. La cultivo. No es un emplazamiento de mi parte; pero yo la agradezco si la sueño.

P:
¿Qué dirías que es el Opus Magnus que menciona en el poema Dragón?

R:
La Gran Obra es entender el proceso de la individuación, en sentido junguiano, el paso hacia una adultez armonizada con los demás, donde se ha superado el miedo al fallecimiento y a toda la mitología negativa que se haya asociado a morir. Cuando uno cree en la vida eterna, en la reencarnación, en las leyes de compensación y ensanchamiento de la consciencia personal, cuando se diluye el ego animal en pos de un Ego real, solidario y espiritual, se cumple con la Opus Magnus, o con la Gran Tarea de la vida, y se entiende que, pese a la violencia, la mezquindad y carencias del mundo, la felicidad es posible... Observa que no estoy hablando de la piedra filosofal ni de la alquimia ni los esoterismos místicos. Estoy refiriéndome al proceso de la vida que comienza en lo precario y con lo vulnerable de un organismo, con «ADN imponderable, molecular, visible» (La Baya, Solidaridad), pero, ya corporizado, un ser sintiente que emprende su rumbo vital hacia otras transformaciones cada vez más cualitativas. En «Solidaridad», pese a ese proceso de consciencia animal que resulta al final en un morir / deterioro («fosforalización oxidativa»), se estará preparado para lo que venga y lo que viene es lo Eterno que evoco:

Vendrá
y estaré en duermevela
y yo, Carlos pupa, invocador de lo Eterno...

P:
A usted que obviamente tiene preocupaciones filosóficas y científicas le interesan los sueños y los mitos, ¿por qué? siendo que la filosofía contemporánea es más cientificista, incrédula. Lo que suceda después de morirse no se puede probar. Nadie regresa y lo cuenta y convence. Puede que sea muy subjetivo o fantasioso lo que diga...

R:
Admitiré que soy esencialmente una persona que escribe sobre los problemas existenciales. La muerte es uno tan importante como lo es la facticidad (el «en-soi» de J. P. Sartre) y la sustancia contingente, pero, desde ese existencialismo ateo y puramente humanístico de los ateos, cada vez se ha ido progresando hacia una explicación menos logificante y arbitraria. Me gustan esos huecos de salida o de conciliación… Supongamos que yo llamo a ese hueco el Ser, el «Yo escondido». Si bien, como decía Heidegger, el Ser está escondido y ultrajado por discontinuidades, el conocimiento de ese Ser, ser como autenticidad vivencial y ontológica, tiene que venir del vivir, al existir. El ser se supera pues viviendo... En la tarea de vivir y de pensar para superar los conocimientos, cosificantes y logificantes, muchas veces tenemos que acudir a ciertas argucias y temeridades. Es lo que Martin Heidegger anunció en 1927 como deconstrucción («Destruktion»). Derrida prefiere el término deconstrucción... Hay poemas en Yo soy la muerte, libro en que cito muchas veces a Heidegger, donde planteo que el Yo escondido, el ego que no cesa, no puede ajustarse al sentido de lo temporal, así como no puede darse gato por liebre. Hay un sentido originario del ser que debe ser respetado y, si bien está escondido en discontinuidades, en maleza de falsas explicaciones y raseros, es lo mejor del hombre. Es lo sublime de la naturaleza humana...

P:
¿Y por qué esa vergüenza o maldad de querer destruir lo que es sublime, o lo que tiene el ser originario como verdad o mérito?

R:
Muchas veces la conceptualización que hacemos de las cosas es muy egoísta, mezquina e hipócrita. Se intitucionaliza como tal despótica y artificialmente. Cuando se pierde la solidaridad, o se manipula la opinión de los otros para el provecho de lo que no es más que el oficialismo de la ortodoxia o el de una minoría opresora, se silencia la opción más ennoblecedora... La muerte vulgar, con el hombre explica su fallacer, es una ideología más, sin belleza, sin sutileza, sin intuiciones. Es la doctrina de la muerte del sistema que vivimos donde se la deseamos a quien el rival, como unos hijos codiciosos al padre rico, cuando especulan con herencias, o satisfacer bajos instintos u odios ocultos. Es una muerte social. Yo hablo de muertes deseables en términos de transformaciones espirituales posibles.

Personalmente, yo deconstruyo la metafísica. Quiero que se muestre o se traiga a la luz (y este es el papel de la imaginación) cómo hemos llegado a temer a lo que no debe ser temido, o cómo se han desfigurado los conceptos de libertad, alma, muerte, virtud, eternidad, historia... y, en cuanto esa es mi tarea filosófico-poética, en vez de acudir a ciertos esquematismos logificantes, como harían Kant y otros idealistas, voy a la base de cierta existencialidad que me permita redefinir, hurgar en las diferencias, descomponer cuanto quiera a las estructuras del lenguaje y los discursos, en fin, será necesario reflexionar y entrar en las malezas, en las discontinuidades...

¿Por qué tengo que admitir una verdad o una belleza o una justicia que sólo tenga su referencia, o su juicio contingente de sujeto, en el cristianismo? ¿Por qué ha de ser la tradición occidental, su pensamiento y su política, la que imponga su creer? Yo soy la muerte es una manera occidental de validar lo que, años antes, hice en mi poemario Tantralia. Para este libro previo, con una imaginería védico-hinduísta, pude utilizar por título Yo soy la vida...

Entonces, lo que hago, en aras de diferentes significaciones o extrapolaciones, es utilizar una hermenéutica realmente universal. La presencia de Heidegger que aprecio como útil en el contenido de este libro está expresada en el poema La inesencia y respondería a la pregunta, ¿por qué es una maldad destruir lo que es sublime, o lo que tiene el ser originario como su verdad o mérito?, citando el poema:

... si vives en el imperio
de la inesencia, entre entidades maquinales,
abandonado a la tribu de creencias,
presupuestos teologales, encubiertos de tradición
de codicia, crimen y sofismas, te malvives; el lenguaje
será la perpetuación de metafísicas,
el recuerdo, su fantasma abstracto,
signo de bestialidades; el gozo fascista
del poder engrama y legitima
sus dizque aportes a la historia,
realpolitik de acción hipócrita
y agresión incondicionada,
de tu humanidad.

Otro recurso, como se observa en mi libro, es navegar entre los raudales de lo onírico. Los ríos del alma. Reservas de mensaje. Los sueños son barcas para que viajemos con seguridad. No voy para invocar muertos; voy por guías para mis sentimientos e información que pueda utilizar de un modo creativo. No voy por transmundanerías. Voy por recuerdos e información iniciante, o como dijera Heidegger, el recuerdo que se interna en la historia puede ser el único (o unos de los pocos caminos transitables) hacia lo inicial… Como soy intuitivo, no temo ser neopagano ni heterodoxo.

P:
¿Qué diría sobre el elemento de erotismo de sus poemas? ¿Viene de los sueños? ¿Está relacionado a lo que Freud dijera al pensar que la mayoría de lo que soñamos tiene mucho que ver con lo sexual?

R:
Lo hay. Lo es. Mi erotismo es intenso y bello. La muerte es una dama muy ardiente en mis sueños. A veces lo que me transmite es un claro mensaje de consolidar una cercanía, calidez y aún intimidad, no necesariamente pasional, con seres que amo. Lujuria y erotismo no son lo mismo. Mis sueños aluden a que me ponga en control de los sentimientos... Fíjate hasta qué punto este libro no es una invitación a deprimirse, o un canto a los aspectos negativos del vivir, sin dominio de sí mismo, que en el mismo proceso de escribirlo, gozo las escenas que precedieron un texto.

Por ejemplo, para escribir la segunda parte de «Llámame Deseo / Alegría», me hundí en un sueño tan jarioso y cachondo que me daría rubor tener que contarlo en sus detalles. Todos soñamos con esas cosas. Para mí, ha sido como soñar que hago el amor con la más deseada, pero inalcanzable de las mujeres hermosas. Para una persona que funciona bien con su pareja y que se abstiene sexualmente, por mutuo acuerdo, porque tiene otras metas y apetencias inmediatas, como trabajar en sus libros, estos sueños eróticos son regalos. Son parte de la energía necesaria que se libera y, carajo, quien no se excita gratamente y agradece un orgasmo onírico, un reventón subliminal, una jodienda astral...

P:
¿Qué fue lo más difícil o lo pesadillesco en el proceso de reunir una colección de poemas como éstos? porque, bien que sé que hay algunos que rezuman el dolor sentido y la pérdida, asco por las injusticias del mundo... Ese romance de la Muerte y tú, esas cosas que ella / la Dama / cuenta y hace que veas, son duras...

R:
El sueño no inventa el hecho que lo inspira. No todo hay que soñarlo, o aprehenderlo de los detalles de un sueño. El sueño filtra y da una información muy pura. Intensifica la atmósfera emocional para que mejor lo absorbas. A veces, de algún evento triste presente en el sueño, lo que éste recrea con nuevas imágenes y detalles, en tu beneficio, es la forma consolante y más nutriente del mensaje. He soñado varias veces con un hermano más joven que yo, quien se murió con mucho sufrimiento moral, agonía y dolor físico. He soñado a mis padres, a mis abuelos, y vienen a darme su consuelo. O a pedir que yo consuele a otros. Me han preparado... He sido testigo de mucha aflicción y enfermedad entre los míos... La etapa dura de vivir esas muertes, sin admitirlas por lo imprevistas e indeseadas, fue parte de mi vida.

Hallarse-en-con una noticia luctuosa, tan de sorpresa, sin que estés preparado para ayudar es lo que realmente me ha afectado. O que se me informe cuando estés ausente me duele... Hay algo más doloroso que el sepelio. Es la enfermedad. Ver a la gente sufrir, aferrada a la vida y no estar ni uno ni ellos preparados para decir: Moriré en paz. No te preocupes. La muerte es irremisible. O yo decirles: mejor que mueras con tranquilidad y medites, a que sufras innecesariamente.

Siempre he sido, a mi modo, muy espiritual. La gente que más me ha amado es quien me ha pedido ayuda cuando no pueden absorber la experiencia de una muerte en sus familias. Piensan que estoy más preparado que ellos para asumir la muerte o entender su misterio. Quizás por esta razón, a partir de la muerte de mis padres y de Chato, es que emprendí el recaudo de estos poemas...

P:¿Cómo exactamente descarta usted una filosofía que logifica demasiado y que, por tanto, no le gusta? ¿Por qué su base existencial? ¿Carece lo intuitivo de un método?

R: Mi temperamento existencial no se riñe con lo intuitivo porque para lo que necesito mis dos o tres intuiciones básicas son unas cosas muy prácticas. Vivo mi ser-en-el-mundo / mi ser-ahí muy localizado y focalizado desde el plexo de mi corazón, más sentimental que místico. Vivo una extraña tensión porque siendo heideggeriano, muy adscrito a conceptos, a desgranar doctrinas, soy intuitivo y me mortifica, o desafía serlo; yo no deseo ser ni hermético ni místicador, algo que aún no comprendo del todo.

No soy un sufridor, no. Yo aposté mi corazón a las emergencias, al epicureísmo. Soy entretejedor tántrico de ideas y emociones y optimista, casi absurdo. Admití la responsabilidad de vivir a tenor con las leyes naturales y evolucionarias. Admití la ambición vital, la líbido, el deseo y su conato de Delicia. A mí no me avergüenza que tenga mis comportamientos de primate bípedo y un diente agudo para el pan duro. Lo que yo pueda aprender, o vehiculizar o comer espiritualmente, lo que pueda ser mi proyecto en lo deyecto, que lo aprenda yo despacio, pero bien aprendido… Esto es precisamente por lo que digo que tengo unas pocas intuiciones. Todo me cuesta mucho como si yo fuera un animal humano, sin racionalidad sofisticada, y me vea ante experiencias muy sutiles; pero, sea lo que sea, un animal de fe. Fe en la esperanza, fe en lo creativo. No fe ciega de secta caraita ni de seguidor de una Tannaim supersticiosa.

La fe mía se parece a la actitud de Eva que se jugó al azar el todo por el todo cuando le dijeron 'conoce y decide'; prueba y come; al punto, cosechó el libre-albedrío y hoy se habla de Ella como una serpiente tentadora, el espejo del Demonio. Se habla también de los dos árboles, uno del Bien y el Mal. Uno de Vida. No condeno a Eva, me gusta su alegoría. Eso es un misterioso asunto, misterio que me atrae y desafía: Que no pueda darse un Bien Completo, el Tov Meod, sin que Dios lo asigne porque somos prisioneros del Yetzer Hará. El libre albedrío es la posibilidad que tiene el hombre de desafiar lo Absoluto, separarse del Bien, léase Dios o la Verdad o la Realidad en mayúsculas, eso es inquietante y existencial. Es lo que se llama la Caída, la separación o el arrojo. El ser arrojado de Heidegger.

P: ¿Desconfía usted de lo intuitivo? Leí de la contratapa de «Yo soy la muerte» este planteamiento: que el libro es «fruto de una mente intuitiva que no desvirtúa ni menosprecia el aquí y ahora ni la oralidad ni el mito. No lo histórico ni lo sociológico». ¿Qué significa? ¿Ecleticismo filosófico? ¿Que cree que no hay iluminación prospectiva para el ser humano ni Verdad absoluta ni una creación dual en la que la inteligencia perfecta de Dios es el Creador u Objetivo infinito? ¿Por qué se aferra a las vías de la oralidad, el mito, la sociología, el aquí y ahora?

R:
Tengo muy pocas intuiciones religiosas, es decir, de lo Absoluto y lo mejor de lo que admito son intuiciones de aplicación existencial, tan simples como éstas: Creo en la aceptación de la paz, en la armonía, que nace de una integridad o autenticidad del ser. Eso lo aprendí de Heidegger, quien no era judío para clamar el Shalom y el hashlamá; Heidegger que sabía equivocarse peligrosamente y rectificar. Creo que hay una esencia de dolor, Vayehi / Lashon Tzar en la Naturaleza. Un poema que titulé «Estado gestatorio», en la Primera Parte, dice:

Te contaré que muy pocas veces es feliz el mundo;
pero, con geografías generosas,
yo fui madre querida, rueda de timón
y Sirena y pez, con rumbo, alegría.

El mundo es un dolor de parto,
permanente estado gestatorio,
incesante sucesión de formas nuevas,
molicie atroz de lo caduco... mas canta,
poeta, mis creaciones, no pierdas la memoria
de que yo también sufro y canto,
y estoy muerta por tí de amores.
Deseo que tú perdures
y me cantes.

Creo en las Puertas / el Daath / hacia un mundo mejor, hacia una superación de la consciencia. Creo en la muerte como el filtro y en la reencarnación como aprendizaje, proceso sucesivo y continuado de vidas o encarnaciones. Tengo la intuición de que existen los ángeles, entidades superiores al hombre. U hombres perfectos que dominan dimensiones densas y visibles y itras cuánticas, inmateriales... Creo en la relatividad del tiempo y, en sabios que han ido un poco más allá que el soñar, en ese sentido en que sueño yo cuando extraigo de él poesía y coherencias, o deconstrucciones filosóficas en el sentido de Derrida.

... Creo en un ego que cesa, se desintegra, pero también en la energía con memoria que es no es el cuerpo presene, sino algo más sutil e imprescindible. Digamos mejor, es el espíritu, el Atman. Alma espiritual distinta a las almas de una lagartija o un gato. Alma ideológica y sensual del simio-humaano.

Esto sí lo aprendí del judaísmo, en particular, de Eliyaju de Vilna, Maimónides y Spinoza, a quienes leo con la misma fruición que a los Evangelios o los Libros Védicos.

P:
No has mencionado todavía que este libro tiene una influencia portuguesa e italiana, es decir, la de Gil Vicente y Dante Aligheri, quien incorporó a Caronte en la mitología cristiana en el Libro III de La Divina Comedia.

R:
El barquero del río Estigia, o del Aqueronte, está en mi libro. Es el Caronte de Dante. No me interesa el pintarlo como un anciano flaco y gruñón, con vestimentas oscuras y con antifaz ni como un demonio alado con un martillo doble. En algún texto, él si elegía a sus pasajeros entre la muchedumbre que se juntaban en las orilla del misterioso río, entre aquellos que merecían un entierro adecuado y podían pagar el viaje. Todo está muy codificado en mi libro... A veces mi Caronte está en el Cementerio y yo lo transformo en Juanito Pana, u otros enterradores, vecinos del Pueblo del Pepino (San Sebastián del Pepino, en Puerto Rico)... La primera referencia de Caronte que yo leí que es de origen egipcio la dio Diodoro Sículo; pero, obviamente, Gil Vicente es quien estructura estos viajes a la Otra Orilla de los que vuelvo a reelaborar...

P:
Respecto al título, en una carta me dijíste, que está inspirado por una canción popular en el Caribe, de Ismael Rivera... un salsero...

R:
Sí. «Maelo» Rivera, entonces del grupo Cortijo y su Combo, fue una influencia. Lo escuchaba desde niño. Me gusta la «plena», género musival que él cantaba y una fue «Yo soy la muerte». Cuando escribía este libro, ponía la música del Sonero Mayor, de Maelo y Cortijo...

P:
Como poeta, ¿tienes otros rituales para escribir?

R:
Escribir es algo que me gusta hacer a cualquier hora de la noche. Medito mucho, elucubro recostado, en soledad. Trato de soñar con mis temas y despertar para dejar apuntes. Lo importante es obsesionarte con el tema; leer mucho antes de escribir, meditarlo obsesivamente...

P:
¿Algún poema de ese libro que sea tu favorito?

R:
Por supuesto. «Elegía en la muerte de Chato» y el que dedico a la muerte de mi mamá.

P:
Son muchos tus libros poéticos. ¿Cuántos?

R:
Más de una docena. Y muy diversos.

P:
¿Alguno que te guste más que otros?

R:
En todos hay algo especial. Pero, en conjunto, son libros como «El hombre extendido» (que tiene dos ediciones) y fue premiado por el Departamento de Español y Portugués de la Universidad de California, Irvine, y mis poemarios intimistas, como «Teth, mi serpiente» y «El libro de la amistad y el amor», los que más me gustan porque me han ayudado a encontrarme a mi mismo. Hay libros que los escribo porque son necesarios, son los más, aunque no son los que más me gustan. Son libros políticos, o en cierto modo, protesta social. Mencinaría, por ejemplo, «El libro de la guerra», «Cuaderno de amor a Haití», «Lope de Aguirre y los paraísos soñados», «Canto al hermetismo» y otros.

Carlos López Dzur, miembro de la Generación de Escriores y poetas del Setenta en Puerto Rico. Comenzó a publicar sus libros en los 80; educado en la Universidad de Puerto Rico, San Diego State University, Universidad de California y Montana State. La mayor parte de su obra expuesta en las redes de la internet. Se ha dedicado a la enseñanza de Historia y Filosofía Contemporánea y el periodismo. Tiene más de una veintena de libros escritos (prosa y poesía).

Entre otros, «Teth mi serpiente», «Tantralia», «Lope de Aguirre y los paraísos soñados», «Berkeley y yo», «El pueblo en sombras», «Heideggerianas» y otros.

Yo soy la muerte

«Ya va a venir el día, pónte el alma
Ya va a venir el día, pónte el sueño
Ya va a venir el día, pónte el cuerpo
Ya va a venir el día, dobla el aliento,
triplica tu bondad rencorosa
y da codazos al miedo»:
César Vallejo
No, no. No, enano mío, hijo de mis fuegos
interiores, pez de mi Obra en los cinco sentidos,
no me llames Deidad ni diosa
ni Autoridad ni super-Ente.

Tú sabes ya, te lo dije, cómo vengo
a la mujer y al hombre. Tú sabes
el dolor ontológico del Parto e investigas
la Gran Obra del misterio del Ser, tú, heiddegeriano
gorgojito de mi gozo, gusano de Jacob.
No me llames Diosa ni te escondas
en miedos ancestrales.

Tú sabes quién soy: ¡Yo soy la Muerte!

2.

Te puedes levantar
y, a flor de labios, musitar bendiciones,
evitar que la mañana coma pulgas o trague polvo.
Te puedes aromar de optimismo
con tal que puedas reinventar calendarios
y cepillar antipatías y opresiones ajenas
contra tu mismo hirsuto pelo cotidiano.
¡Pero la muerte te mira!

Con el hueso de los muslos.
cadereas la felicidad hecha promesa
como placer de la piel y las piernas;
en fin, hay días para soñar,
perfectos días que no tienen iguales.

Oyes que alaban al sol hasta las ratas pudridas,
lo que no evita, después de todo,
el oculto lado oscuro, donde la bestia muerde,
el sótano donde alguien vive
haciendo miel del cansancio
y meditación de la alegría.

Y cuando bajas o subes
a ese escondido tendedero de muecas y cicatrices,
te mugen hasta las sombras y las ranas del patio.
Te llevan cucarachas y sal a la boca.

Es cuando el día muele su vendaval de decepciones.
Frente a los ojos, te anuncia el Decaer
para que sepas lo sucio, raído, malcortado de tus ropas,
a pesar de ese hueso alegre que te danza
y el zapato social con que ilusionas.
ideológicamente, la satisfacción.
el progreso y la historia de tus credos.
que apuntan, dificultosamente,
hacia la esperanza.

Bozeman, Montana - Abril 1987

Reproducido de la revista del grupo AERA / Argentina. De «Yo soy la Muerte», hay una edicíón en papel, publicada en los EE.UU, con la siguiente portada.



Ver reseña de sus libros
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1ra. Convocatoria al Estudio de la Historia del Pepino / 2da. Convocatoria / El pacto de los Fundadores / estampa pueblerina / Sequoyah / Núm. 70 / 69 / 65 / 62 / Cristina Valisakis / Ojo por ojo / cuento /