La soledad es la prueba suprema de la humildad
o de la excelsitud de un espíritu: Gabriel D' Annunzio
Yo a la sociedad no aporto nada.
No puedo. No sé decir las cosas chistosamente
y como quieren. Mi palabra es sospechosa
y violenta. Algo de bestia tengo, algo de zorro
escondo. De las especies presumidas, triunfantes,
autojustificadas, me desligo; yo no palmeo espaldas
ni sonrío cuando no quiero; apenas comulgo con extraños.
No hago brindis en público. No vocifero.
No confirmo ni hago turno para dar alabanzas.
Me gusta estar casi medio a solas.
Me satisface que alguien vea que no soy
una sombra, que no soy una pieza
de la Maya, frívolo espectro del buen trato
y del hombre honesto.
No [soy] sello de goma.
Uno que aplaude a todo.
Un ser dócilmente aplacado
por rituales, costumbres, cortesías.
Habría podido presumir que estoy situado
con virtudes mundanas; que puedo comprenderlos.
pero no fui modesto. «No quiero estar aquí».
Gente fatua se me sentó a mi lado.
Revisé sus mosaicos caricaturescos.
Ví a quienes organizan la chanza, el choteo,
la bola negra, el hermetismo, la retórica,
la obediencia vestida rigurosamente
con mentira. El precio de la buena acogida
se exorbita: Ví la traición al buen trato.
Del libro El hombre extendido
Tertulia La Central / Crucito el feo
Thursday, January 17, 2008
Soledad y sociedad
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