Sunday, January 27, 2008

El jardín

Entre cuerpo y alma, entre espíritu y materia,
allí encontrarás la Presencia Divina
en toda Su gloria:
Torat Shmuel, Drushei Jatuná


Uno no escribe un poema por capricho.
Uno no juega con la consciencia porque le da la gana.
La necesidad explica la entrada en El Pardés,
el jardín de su alfabeto, el árbol de su tierra.

Para causar un poder-ser uno invoca la Esencia,
el núcleo de su ser y su palabra, y Ella es
como una estrofa ausente, lo más apetecido,
la razón del esfuerzo, la raíz del objetivo.

Ayuda unitiva para verse a sí mismo
en afán de digna semejanza, en mutuo trazo,
en medio del jardín de la presencia,
quiere el que implora un fruto
y su mano levanta a la ciencia del árbol.

Y el diciente sale del muerto centro
de sus indecisiones. Escribe esa invocación
tan espontánea, asciende a pactar
con esa esencia que huyó de sí
como una amante, sin fruto, en lamento.
Apetente del gesto subjetivo
que no monologiza, el varón
con su cósmica estámina.

Uno no escribe un poema por la neutra costumbre.
O lo repetitivo de las mecanicidades.
Uno cree que la sinceridad sirve para algo,
que el coraje es una técnica, desespero
que abre camino, toca puertas invisibles
Un poema es un viaje al Pardés,
al lenguaje profundo y solidario.

16-6-2000 / Del libro Teth mi serpiente

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