Tota huis mundi concordia ex discordia: L. A. Seneca
Ya no sé qué hacer contigo, Carlos.
Tú no te reduces a mis planes.
Me impacientas, me invocas con mil voces.
Lidias conmigo, replicas. Envías recados,
me oras y meditas con tus propias ambiciones.
Ya no sé decir si tú eres bueno
por cuanto me fastidias con clamores interiores.
No me atrevo decir que no me amas;
no sientes que es justo que te odie.
Te entrometes como intruso en los misterios.
Desprestigias a tu modo mis arcanos.
Tú quieres un dios que te obedezca,
un mundo que te plazca,
justicia que parece imposible.
La esperanza a la mano, sin medida,
la resuelta paradoja,
la certeza y contingencia de lo necesario.
No te enteras si te pregunto: ¿Qué te pasa?
... porque el mundo es malo, te sientes inconforme.
Si me apiado, te soy insuficiente. Te excedes
al intuir las perfecciones; me acomodas a tus vuelos
de rasero, me desafías a que baje de la Nada.
¿Qué voy a ser contigo? ¿Qué más fe habré de darte,
con qué carencias callaré tu boca, si aún vives
condenado a la muerte y, ambicioso de agonía?
Cuando batallas con mis explicaciones, no admites
mi sonoro canto, la armonía total que gobierna
mis inmensidades. En discordancia te hallo,
irreverente y triste, ambicioso, desconcertado.
6-12-1990 / De El hombre extendido
Meditación sobre San Sebastián de Narbona
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