… porque Ella permanece enamorada
en un mundo donde el ojo se ciega con vendaval
de polvo y arena, el desierto desafía
al amor que nos vincula.
El mundo es oscuro, Nachash,
y la tierra seca y la Luna tan poca…
Sólo tú, cristalina y clara.
«Lo amarás en mí, también tú…
Amalo como yo, con exceso».
Ella me dice. «Invócalo,
como si tú mismo fueses la reina
de los cambios, y atráelo a tí».
¡Cómo decías quererlo, zorrita de Chesed,
próspera coneja de transformaciones!
¡Cómo vas por las calles, revolcándote
sobre aldizas y juncales! …
A él, no exageres,
¡así es que lo amaste
y aún lo amas, Nachash!
«Ahavá, humedéceme en el manantial
de Tu Deseo», susurraste, yo oyéndote…
(tal vez hasta celoso) porque
te aferraste a El y a mí.
¡Ay, Güila, pollancona de cachondo himeneo,
a veces prefiero que la puerta de Dalet no la abras
para mí. Que la tires contra mis narices
y con El te quedes y te vayas para siempre…
11-03-1989
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