Recogíste todas las palomas
y las mariposas y los soles diminutos
y las semillas que había en los cielos.
Me dejaste con una espera
que ya no tiene asombro
sino la sensación de una tierra hendida,
abismada con su propio crujido de volcán.
¡Ya no puede ser peor, ya no resisto!
¿Cómo es la ausencia? … que no hay posibilidad
de sonreir desde los huesos. ¿Cómo es no verte?
¡Que la tierra me traga y no me espanto?
Tu voz se fue de mis labios
¿y para qué decir palabras que el viento
dispersa o en la pared rebotan?
Me dejaste solo y yo exendí mis brazos
Hasta nunca verlos pues no pude estrecharte.
Ya no existió el sentido de tu cuerpo y el mío.
En el espejo, como en un recuerdo borroso,
pareces un fantasma; en sueño, borrosamente,
reapareces y te pienso un delirio, incoherente,
y suspiro queriendo más de tus voces.
Pero ya no te veo. Ya ni tú ni yo existimos.
¿Dónde está tú? Que juegas con la muerte.
Yo estoy acá, en complicidad de yerma.
Esta geografía es una boca callada.
Y mi alma es un dolor inverso.
En este vacío entre frutas de lo cotidiano,
no quiero olvidarte. Te invoco.
1-12-1980
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