En la poesía, los dioses preparan un espacio de aparición, de forma que lo santo pueda hacerse histórico. La falta de nombres santos es la ausencia de lo Divino y el no poder devenir histórico de lo Santo a causa del Olvido del Ser: Martin Heidegger
De los cascotes de un gran sueño,
en pos de hallar el Santo
y desbrujarlo del olvido
y las malas señales, de todo
lo que aparta su presencia, vendrá al caso
una piel de porcelana y unos labios
con púrpura de casio.
No será Inés de Atienza,
hermosa como es, pero sin versos.
Ella es cascabel gordo, boquillera,
mujer que quiere sólo las riquezas
de la Omagua, pero sin soñar
con dolor cada trozo
de esperanza y de esplendores.
No será ella
quien no supo dejar-ser,
preparar una morada para el fruto.
No será una jaula de huesos
(ni aún huesos de la bestia blanca)
la que al alma ofrezca sus besos, cariciosa.
Será, aún mejor, una bestia luminosa,
mujer de luna y hamaca como Cruspa;
no un rumiajo de sabara que maldiga
el ancho carrujo en la enramada
y el misterio cósmico del diálogo.
Se quedará a mitad de camino
esa hembra que no tiene ocultas luces
sino una preferencia por virreyes
en el ser-en-el-mundo de los hombres
sin revitalizar sus lazos con lo Santo.
3-1-1985
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