La mano del pre-aviso; la que ofrenda
después de su abundancia
y se queda vacía.
La siempre pordiosera, abismal mano.
Antes, innecesariamente, la llené
de lo que me abundara, consumo necio
del eco y la réplica; tener
sin de veras desearlo,
¡tener y más tener!
Por eso hoy jala tal mano hasta sí
con la presencia de objetos innominados
extrañamente perdidos o ignorados
hasta el desprecio de lo inconseguido.
¡El gemido declara lo que nunca obtuvo!
Ay, la pertinente mano, accidentada,
dice su yo, se define...
¡no es corazón surtido!
Volver a estar vacío,
tal es su sueño.
Hoy se inventa al quiero poderoso.
Da la primera ofrenda
por los destituídos...
19-9-1983 / De El hombre extendido
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