de violencia el que busca quien combate
al Lobo (y lo Temporal) y lobular de su innatismo.
No lo apuesta todo el invocador a los instintos.
Quien invoca sabe del fuego doloroso
y del camino a Sinaí y de Sémele en llamas.
No es tiempo de Moisés y ley logificante
la que alimenta el dolor de las sequías,
las hambrunas, las tormentas, el naufragio
y la peste, cuando implora el zorro obligatorio.
No es el paisaje y su sendero un paraíso.
La miseria que histórica se aúpa
pide que cese el Tiempo que se traga
a sus hijos, uno por uno.
Lo dispuesto también traga los suyos.
... pero nació él, el primer Zorro atento
y la morada en que reside la llamó
Reserva Ontológica del Ser.
Y entonces invocó, dio gracias, predijo
escuchó a las Divinidades, amó a la madre,
Zorra-Léthe... y le pidió Alétheia.
7-30-1982 / De Heiddegerianas
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