Ya va a venir el día, pónte el alma
Ya va a venir el día, pónte el sueño
Ya va a venir el día, pónte el cuerpo
Ya va a venir el día, dobla el aliento,
triplica tu bondad rencorosa
y da codazos al miedo: César Vallejo
No, no. No, enano mío, hijo de mis fuegos
interiores, pez de mi Obra en los cinco sentidos,
no me llames Deidad ni diosa
ni Autoridad ni super-Ente.
Tú sabes ya, te lo dije, cómo vengo
a la mujer y al hombre. Tú sabes
el dolor ontológico del Parto e investigas
la Gran Obra del misterio del Ser, tú, heiddegeriano
gorgojito de mi gozo, gusano de Jacob.
No me llames Diosa ni te escondas
en miedos ancestrales.
Tú sabes quién soy: ¡Yo soy la Muerte!
2.
Te puedes levantar
y, a flor de labios, musitar bendiciones,
evitar que la mañana coma pulgas o trague polvo.
Te puedes aromar de optimismo
con tal que puedas reinventar calendarios
y cepillar antipatías y opresiones ajenas
contra tu mismo hirsuto pelo cotidiano.
¡Pero la muerte te mira!
Con el hueso de los muslos.
cadereas la felicidad hecha promesa
como placer de la piel y las piernas;
en fin, hay días para soñar,
perfectos días que no tienen iguales.
Oyes que alaban al sol hasta las ratas pudridas,
lo que no evita, después de todo,
el oculto lado oscuro, donde la bestia muerde,
el sótano donde alguien vive
haciendo miel del cansancio
y meditación de la alegría.
Y cuando bajas o subes
a ese escondido tendedero de muecas y cicatrices,
te mugen hasta las sombras y las ranas del patio.
Te llevan cucarachas y sal a la boca.
Es cuando el día muele su vendaval de decepciones.
Frente a los ojos, te anuncia el Decaer
para que sepas lo sucio, raído, malcortado de tus ropas,
a pesar de ese hueso alegre que te danza
y el zapato social con que ilusionas.
ideológicamente, la satisfacción.
el progreso y la historia de tus credos.
que apuntan, dificultosamente,
hacia la esperanza.
Bozeman, Montana - Abril 1987
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