En los días del quebranto,
la fe no sirve de nada.
La caricia es insulto.
La civilización, blasfemia.
Pájaros de mal agüero son los horóscopos
y las coqueterías, los místicos esquemas
y las revelaciones, vengan de infieles,
mongoles o turanios, turcos vendidos
a Occidente, o creyentes
del Nuevo Imperio Romano.
A británicos se venderán tus propios fedayines.
El futuro es espada y el evangelio,
operación homicida de misiles,
las Cruzadas reditándose
con Rumsfeld y el mentiroso Powell.
En los días del quebranto, ninguno será
suficientemente bueno
ni fiel ni solidario,
ni sutil en su trato.
Sacrílegos se vuelven los ulemas.
Putazas se harán las ursulinas,
las dueñas del recato.
No se verá mujer ni hermanos.
Cuerpo hermoso y desnudo, ficción,
puñetería, alucinamiento zoolátrico.
La moral también será espejismo
porque a pan duro, diente agudo,
y a repulgo dime tonto, o te mueres...
La piedad, mercadería, simulacro
de ayudas filantrópicas, pose
que tapa un ojo al macho.
La verdad, ruleta rusa,
y el mal, día de la inocencia
y el sol que quema mucho.
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