Wednesday, July 25, 2007

En Estados Unidos de América

Te recomendé a mis niños rojos
que llegaron primero a tus llanuras
y que cobijaron su comunión con las montañas
y tú, hijo de la Roca de Plymouth,
tú que víste morir a William Prynne
por decir con sus libros: Esta es la deuda,
tú que víste a Henry Burton y John Bastwick
agarrotados y exangües,
cada hueso puritano en la molicie,
cada escrúpulo de amor
batido a golpe,
te trajíste a los negros en grilletes
y depojaste en Virginia sus corazones
en hiel, uncidos de coyunda esclavizante.

¿Cómo dirás yo nada debo? si has despertado
el rencor de cada indio,
de cada negro,
de cada mexicano
y en Tuscarora, la guerra habla de tus deudas
y los seminoles aborrecen tus caras pálidas,
horrendas de porfía
y crimen
y codicia
y sangre fría
y venganza
y autojustificación
y genocidio...
no eres mejor que el protestante
masacrado en Ulster,
no eres mejor que las brujas
quemadas en Salem o en Lancashire,
no eres mejor que 30,000 mercenarios
de Alemania, contratados por la fuerza
del Imperio para que América no sea libre y generosa.

«My country, right or wrong», tal es la deuda,
desde Carolina del Norte a Tennessee,
donde el Ku Klux Klan se fundara
y donde la Decimotercera Enmienda
constitucionalizada
es la burla del negro, impresa en tinta,
para memoria blasfema de sus ojos...

¿Y no me debes nada?
pues, Jack el Destripador me debe menos
porque él mató seis mujeres,
y tú has matado 5 millones de mis hijos
aquellos que confié a tu mano
cuando abrí los montes de Manhattan
y, bajo el umbral de la puerta
de este cielo americano,
te dí a Pocahontas y Tecumseh,
a Sacagawea y Sequoyah,
a Tenskwatawa, la Puerta Abierta,
a Pontiac y Squanto,
a Toro Sentado y el Halcón Negro.

16-3-1982 / Tijuana, dolor de parto

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