Te quitaría los sonidos de la boca, la garganta,
la noción de que oyes y que hablas. Sin embargo,
es tan poco lo que escuchas; es tan pobre
lo que dices... que no... ¡mejor quédatelas!
No soportaría muchas chachalacas
y te ahogaría en ellas, al decirlas.
Ere sólo un grajido de rumores,
eco de los gritos de sirenas,
ruido mundanal de tus comadres.
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