el amor se quita la máscara del Justo
y la misericordia se viste de celo
y riñe como amante caprichosa.
Con el amor no se llena un estómago
ni se calma la angustia
ni la epidemia acaba
ni la sed ni la sangre.
El místico se muere igual que los más viles.
Los niños que, por edades, han sido
verdaderos inocentes, vuelan en pedazos,
cercenados por las bombas de cobardes.
Los mentirosos se abrazan con los asesinos.
Los santos se acarician con explotadores
y juegan a bugarrones por siquismo
de sus internos y matoides lupanares.
Cada demonio salta a los bateyes
a danzar de seguro las Danzas de la Muerte:
católicos al son de sarracenos,
calvinistas y luteranos con marranos.
El griego y el judío, el chino y el carabalí,
cómplices acaban, abanderizados:
el autor de los cohechos toma el mando.
La purria, gentuza de ojos torvos y burlones,
entre los pertrechos, claman sus cadáveres.
Con cañones y con fotos se distraen
sus vástagos hambrientos,
lelos en la matanza.
Aún quisieran repetir lo ya pasado:
en abrir y cerrar de sus ojos:
matarse con cuchillos de palos en el polvo,
con armas de plástico en el viento caliente.
O compartir los sueños de la gente pedante
que discursa en la radio y en la tele
¡vamos a quitarles el hambre
y bendecirles!
Quieren ser los primeros, agresivos
de aliento en ser alimentados,
en las filas del consumo,
la foto de prensa del jodido agradecido
gracias a misericordias liberantes
y publicidades
arteras del imperialismo.
2.
En el peor de los casos,
cuando las ganas de llorar han terminado
(y el honesto ante la angustia se ha vencido),
ya sólo queda que se invoque
a los ejércitos jehovíticos
y, ¿qué importa que acabe la Creación?
¿la humanidad, la cultura,
el comienzo de todo?
Si no la inventa Dios
con amén de segundos,
nuevamente, Bush se la inventa.
Total, la creación en el quebranto,
está de la chingada.
5-3-2003
De Estéticas mostrencas y vitales
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