El dolor es lo que invoca. En el son del silencio, en el desgarro de su simplicidad, el dolor es el silencio mismo: Martin Heidegger
Todo lo que aprendemos es recuerdo.
Aprendí tu memoria. Abrí tu poder sacro, creativo.
Te llamé entre mis ríos, lo extenso, poema lícuo.
padre de lo físico, vientre primario.
Dueles perpetrado como máscara,
carimbo marcado de pez ígneo
en rostro limpio y fugitivo.
En mi trinchera y altar cuando te invoco,
se funda tu época de olvido. En umbrales
de Tu luz, calla la sombra. Y dueles felizmente.
Mas Léthe regresa, en mostración de su esencia,
alcanza la presencialidad epocal que me habita.
Ella se perdura, se otorga y la admito.
Invoco la concernencia de su Ser, la instancia
con lo mío, en la verdad de su Cuaterna,
el juego libre y sencillo de su aparición,
misterio de su retraimiento.
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