mi conducta fue simple, que llamé
a los que pude y me creyeran...
Dije: 'es posible dirigir las propias vidas',
'se te puede ver en tu hermosura
sin que tengas que vivir en escondite'.
Tú eres, para mí, una vírgen serpentina,
cueva de gnomos, tesoro bajo tierra,
autogestión de quien busca su Luna,
vínculos que armonicen con la Tierra nutricia.
Tú eras Sybaris, Ix Tab, tú eras lo Oculto
eternamente bueno, el sub-divo generoso
que no se reducirá jamás
a la autoridad institucionalizada,
endiosada, de los dueños del Estado
y la economía totalitaria posmoderna.
... pero, aún así, llegaste, Lamia,
alcahueta de no sé qué otros demonios.
Me rodeaste de sicarios que vigilan y controlan,
pusíste en tu servicio a todos
como Guardias, Ejércitos, Gendarmes,
artífices de falanges y crímenes;
me díste oficio de martirio, rutinario,
me llevaste a una cama de hambre,
y podredumbre, me envolvíste en la colcha
de una lujuria que no cesa ni en publicidades.
Me raptaste los ojos y el descanso.
Me negaste el uso de espacio.
Un aparato de controles y trámites
lo llamaste mi mundo, Existencialidad.
Lo hiciste mi estado de vigilia...
Desde entonces, Lamia, no te amo.
De Heideggerianas
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