While I was in the boat, I captured a very beautiful Carib woman whom the aforesaid Lord Admiral gave to me, and with whom, having brought her into my cabin, and she being naked as is their custom, I conceived the desire to take my pleasure. I wanted to put my desire to execution, but she was unwilling for me to do so, and treated me with her nails in such wise that I would have preferred never to have begun. But seeing this, I took a rope-end and trashed her well, following which sehe produced such screaming and wailing as would cause you not to believe your ears. Finally, we reached an agreement such that, I can tell you, she seemed to have been raised in a veritable school of harlots: Michele de Cuneo, 28 de octubre de 1495
Era una hembra de Xingú,
mezclada con acagua;
una mujer caribe con dos ojos,
grandes como almendras;
el miedo estuvo en sus pupilas,
y una sonrisa todavía en su boca.
Como no estuvo sola, matamos
al que huyó y la arrestamos en nombre
del primer Almirante de estos mundos.
Hicimos que besara un crucifijo
y dijimos: ¡Cristiana sóis
desde hoy, serás civilizada!
Y fue cuando el espanto se formó en su cara.
Escuchamos sus gritos y dijo con su voz
palabras que nunca comprendimos.
El Cristo agonizante le dio miedo.
Y temblaba.
En el barco, al pie de una cabría,
se la amarró del tobillo, la aquietaron.
Seguro que, en silencio, no fui yo el primero
en desearla. Otros allí le miraban el chocho
desde las botiondeces del gozo en bandidaje,
pero sí, yo, Michele de Cuneo, la bendije:
¡Que hermosos son sus muslos y sus nalgas!
Limpia y sedosa es toda ella;
su cuerpo es salvajemente apetitoso.
Como dos lunas plenas de los cielos,
sus pechos, como dos altares
de vestal romana, sus caderas.
Como a niña inocente
la tomaría en mis brazos.
La llenaría de besos.
3-11-1989
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