Están al llegar
los cinco dedos mentirosos
del Manotas, la pícara presencia
de la Mano Invisible que dice a Abram:
Deténte, no tienes que matar tu crío,
al hijo de Tu Risa.
Están al llegar los burlones de la sombra,
gamonales de las cavernas de la historia.
Es mejor que lo dejes en la cueva
en el templo de Pitón,
en la cárcel sin angustia.
Vienen, están al llegar
los ultramontanos, integristas,
martinistas de huesos colorados,
geómetras euclidianos,
admiradores ciegos de Trasímaco,
ciegas larvas que suben las paredes
y cagan la moqueta
y salpican el fango
sobre el mundo plano, tieso, umbroso.
Ellos, que con superficies carcelarias
se confortan y masturban, casqueteantes.
Son ellos los que desprecian las curvaturas
del dominio complejo, los principios reales,
la quántica ciencia de los saltos...
Vienen, están al llegar,
los que no creen en vientos suaves
con placeres intensos, paradójicos,
momentos que limpian el espacio
como hoz segadora, separando
la paja del grano
y son, de ese modo, tan a su saber
dizque divinos, que las varillas
se clavan en la más blanda colleja
de la muerte...
Vienen, están al llegar
antes que la brisa sea en la noche
tu hacha de holocausto, obediencia y salto,
trascendencia purificadora.
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