Thursday, July 19, 2007

Los areitos: Narrativa de la transformación

Another behavioral measure of fear has received considerable attention: the augmented startle response. When an animal hears a sudden, loud noise, its muscle suddenly contract. An especially strong response may even cause a four-footed animal such as a rat to jump into the air. The magnitude of the startle response is strongly modulated by fear: Neil R. Carlson


Ninguna bestia es más inmensa
que el ser asomado
al equinoccio de la primavera,
a la selva donde la ley es
Sál y encara el riesgo.

Los mares han sido ya el Akasha,
primordial ventana que se agita
en los comienzos, pese al miedo,
con la urgencia de forma
que a la vida concreta.

Ninguna bestia es más grande
que el fuego cardinal que enciende
a las galaxias con deseos de vivir
y dominar el vacío,
monstruos de materia negra.

II.



Graceful woman, prudent, creative and authoritative:

Fray Bartolomé Las Casas al describir a Anacaona


... pero Ella, flor de oro,
no fue monstruo negro con cadenas,
aunque fue ejecutada y malquerida
por extraños, deseosos de espacio vital
y oro pluvial en las Islas de la Sangre.

Ella fue el suspiro que canta en el areito.
Fue la bestia más hermosa por su forma;
tesoro femenino, curva y cuerda,
catenaria eficaz en las hermanas-islas
posesión deYocahu profundo, unificante.

Fue la dueña sin dueño, la cacica,
Ella, vencedora del terror, ensancha al mundo.
Da el sueño a todos los que sueñan,
pública o privadamente, a todos
entre dos pilares de la sangre cósmica:
narrativa, progresiva, explicatoria,
Cemí-Yaya, madre-Catenaria-totalizadora.

Ella discursa, persuade, dialoga y tramita.
Gran espíritu que abraza a las semillas
con la pulpa de su amor inmenso.

Ella fue, es y será
la que se expande cuando vibra,
o se silencia, o se distancia.
¡Ya-ya ya-ya ya-ya como mantra
en la garganta anacaóntica del mundo!

Ya había sido el fruto drupáceo,
una almendra, y el misterio, faríngeo,
la amígdala del alma,
el eco de las rosas.

En el velo del paladar fue
el ciruelo de los días, el jarabe
del endrino, el mordisco triunfante,
memoria de la overa y el durazno.

En las noches del areito, Anacaona
a la abundancia la llamaba Choreto
y para todos quiso una porción,
porción imprescindible; fue generosa.

Por eso fue la boca de la Yaya
y llamó, junto Mayobnabex, el cacique,
a los pioneros de la oleada y los bendijo.

Del libro Lope de Aguirre y los paraísos soñados

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