Memorias de la contracultura
CARLOS LOPEZ DZUR
*
Copyright © 2014 Carlos López Dzur
All rights reserved. Todos los derechos reservados
ISBN: -10:
1497515491
ISBN-13: 978-1497515499
DEDICATORIA
A Iván Silén, poeta boricua,
A Joserramón Meléndes, Che,
Creador de nuestra generación
A Éxtor Henrique Martínez, El Charkito,
poeta y ensayista mexicano
*
Hippie es una etiqueta del establishment para un
profundo, invisible y subterráneo proceso evolutivo. Por cada hippy visible,
descalzo, lleno de flores, hay miles de miembros invisibles en un underground
encendido. Personas cuyas vidas están sintonizadas a su visión interior y
que están largando la comedia televisiva de la vida americana:
Los hippies empezaron
el movimiento ecológico. Combatieron el racismo. Se liberaron de los
estereotipos sexuales, alentaron el cambio, el orgullo individual y la
confidencialidad. Cuestionaron el materialismo robótico. En cuatro años se las
arreglaron para detener la guerra de Vietnam. Lograron que la marihuana sea
descriminalizada en catorce estados durante la administración Carter.
Timothy Leary, The Politics of Ecstasy
y Caos / en: Cybercultura
INDICE DE
POEMAS
Behaviorismo espartano
El código, la meta / 1
Los alaridos / 2
El Nadie, uno / 5
El anhelo / 5
No son arreados / 6
De las Cosas Sagradas / 9 de Av / 7
De la contracción intestinal / 8
El alma abandonada / 10
Regreso a casa / Desde Vietnam / 10
Hijo del Establecimiento / 11
¿A dónde me llevas, madre? / 12
Para cortar tus alas / 13
Orden de dominio social / 14
De las siglas y palabras del Temor / 15
Para quitar tus derechos locales / 16
Travesía de umbrales oscuros / 17
¿Qué harías de ti? / 18
Behaviorismo espartano / 19
Meditación sobre la muerte de Ana / 20
Novus Ordo Seclorum / 22
¿Un héroe? / 22
Elena y la guerra / 23
A real happening scene / 24
Los xenofobia / 25
Pánico moral / 27
A Jack, Padre de los Beatniks / 28
Hoy de la poscolonialidad / 32
La polarización / 33
La reacción conservadora / neoliberal / 34
Post Vietnam, 1975-1980 / 35
Instantes y salutaciones / 36
Profecía del Viento tormentoso de Juracán / 38
Del tiempo lineal / 44
El laberinto / 42
Tendrás que hacerte hombre o el Beso espartano / 43
La morada profunda / 45
Antecedentes / Your bag / 46
Los Baby Booners / 48
Cambio de piel y apremio / 49
You’re free: Lema jipi / 50
Brecha generacional / 51
Yo, Dweight / 52
La Gran Sociedad / 52
El inquisidor / 53
Erase un niño / 55
Transformación infantil / 56
Circula / 57
El hombre bueno / 57
La mano agradecida / 58
El hombre desorganizado / 59
La coerción y la obediencia / 60
El caprichudo / 61
Unexamnined lives / 61
La Nueva / Vieja / Madre (h)Era / 62
Cacería de brujas / 63
Human Be-In o el Edén / 64
El templo patético / 65
EL Hada y la paz / 68
Animal de Corajina
Los gorilas / 67
Police Power / 68
The Freedom Riders, 1961 / 69
Tiempos de choteo / 71
Al Dr. Timothy Leary / 72
Tail Gunner Joe / 73
El hombre-lobo / 74
El perro inquisidor / 75
Los perros bravos / 76
Como ajotar los perros / 77
¿Cuál es la palabra?: Rev. Albernathy / 78
Los perros del Shabouth / 79
La jauría / 80
Portazos bestiales / 80
Como un perro / 81
Los ingratos / 81
La traición / 82
Los perros y yo / 82
Anasthesia o el sinsentido / 84
El momento de la decepción / 85
Mis siete cuerpos / 86
No tengas miedo, Miranda / 87
Caines / 88
El amo entró a Haití / 88
Lynch Mobs, 1890-1860 / 89
De la perra vida y el
perro mundo
De la perra vida / 91
Y del perro mundo / 92
La libertad doliente / 94
Placer y dolor se vinculan / 95
Que se cante al amor / 96
Paradojas / 97
Los captores / 98
Captura del Estado / 99
Tortura / 99
El observador cauteloso / 100
La guerra fría / 101
Los divisionistas / 102
Los hipócritas / 102
La culpa existencial / 103
¿Cómo quieres que sea ella? / 104
No se atreverán a justificarse / 105
Formación / Bildung / 106
Valvas atrapantes / 107
El Estado / 107
La materia viva de los metales / 108
La mayor riqueza / 109
El que ve la realidad / 109
El fracaso de la cultura / 109
El capitán asesino / 110
Carácter y certidumbre / 111
Los destemplados / 112
El dulce temple / 113
Los hijos ajenos / 114
El protector / 114
Ajenidad / 115
Este paradigma olvidado / 116
Luz directa / 116
El perverso modelo de la horda / 117
Del llamado héroe / 118
Viajeros en la carroza de Taava / 119
Esa arrogancia del silencio / 120
Llegan a Elea / 120
Delirios paranoides / 121
Experiencias de percepción / 122
Emoción negativa / 123
Resistencia al Servicio Militar / 124
Vecino mío / 124
Una casa fértil, bien techada / 125
Todos sus nombres / 125
¿Qué me pasa? / 127
The Poofy Poppers / 128
El remordimiento / 129
La patriotería y el militarismo / 129
Contracultura: No a la guerra y el pillaje / 129
De las murallas del odio / 130
Beat, intuición y finalidad
Es como un rayo en la mejilla / 133
Un altar nuevo: Deja al sol entrar / 135
De los íntimos ornatos / 135
No lo usurparan / 136
Del legado perturbador / 136
Tu enemigo, Billie / 140
El ángel de mercurio / 142
Habitación del corazón / 143
Una cósmica queja / 144
Summer in love / 144
A Allen Ginsberg / 146
El desencanto con la transmundanería / 147
Despegue para rotar / 148
Introduce Charley! / 151
Extraterrestres / 152
Egalitarian ethos / 153
La novia / 154
Donde vive el más hermoso / 155
A Neal Cassidy (1944-1967) / 156
El rebelde subterráneo / 159
La necesidad de anhelar / 159
Ecologismo / 160
Los expertos en pasos ajenos / 162
Plegaria de James Galus / 163
Con el respeto que usted se merece / 165
Un regreso épico-erótico / 166
Amor libre / 167
Arquear la jeba / 168
----169
Memorias del hippismo
Es asunto ideológico / 170
Todos nos sentimos tristes y bohemios / 171
Actitud existencial jipera / 171
El Festival Hippie de Cabo Rojo / 172
Vulvarmente nutricios / 174
La reina de los hippies / 175
La sicología de la lástima / 178
Vamos con Joan hasta el final / 178
Como una graja de animales / 183
Es un trastorno desafiante / 185
La administradora / 185
We like silence /
Freedom Summer
/ 186
Op Art: Del Buen Ver
La expectativa malsana / 189
Hay sustancias para las pupilas / 189
Fuentes de gratificación / 190
La niña de la flor / 191
Ritual diurno / 192
La ausencia / 192
Baila, hombre triste / 193
La separación y la Fortuna / 195
Los hombres mutilados
El hombre mutilado / 197
El hombre acongojado / 198
Bioquímica de la ansiedad / 198
Confusión del propio espacio / 199
Trastornos de orientación / 200
También se suda frio / 201
El despersonalizado / 201
No nazcas aun, ángel mío / 202
Alucinación auditiva / 203
Desconexión del cuerpo / 204
Usted sigue vivo / 204
Deterioros emergente / 205
Canis dominus / 206
Lugares donde no estarás / 207
Viaje a la sustancia
Preparativos / 208
Ladrones / 209
Generación alerta en la zona del caos /
209
Abrir los ojos al Nosotros / 210
Desplazamiento / 211
Etapa anal de un colonizado / 212
Hay seres estrechos y mezquinos /
213
Los mezquinos / 213
El primer torturado / 214
El asesino de mariposas / 215
El primer cimarrón / 216
Los ladinos / 217
Estar expuesto al rayo / 217
El alma boricua / 218
El hermano auténtico / 220
Alienaciones / 221
Anormalidades estructurales / 222
Los normales / 223
A quienes se los lleva la porreta /
224
Los desentendidos / 224
Los apestosos / 225
El templo del
unilateralismo
Plegaria de los invasores sudaníes / 226
Locura mesiánica / 230
La ocupación británica de Grecia / 231
El templo del unilateralismo / 232
No olviden ni hogar ni amigos / 233
El rebelde y el guerrero / 235
Homicidas con guantes blancos / 237
Un tiro en la frente y un almuerzo
desnudo / 237
De amos y siervos / 239
1963: Segregation or Not / 240
Ritos de purificación / 241
Tiempos de modernidad cínica / 242
Voyeristas por lucro / 243
No hay tal viaje iluminado / 244
La anulación de la confidencialidad / 245
La conspiración inmensa / 246
La década del pedo / A lot of gas /
248
Anarquía y utopía
Defensa de la utopía / 250
La necesidad de ser honesto / 251
El poder y el areté / 252
El guerrero y la energía / 253
El guerrero y el conocimiento / 254
El anarquista / 255
Gente ingrata / 256
¿Qué tal el viejo éter luminoso? / 257
El corazón rebelde y serpentino /
257
Derramadores de sangre / 259
El aprendiz / 260
El Día de la Presencia / 261
El Estado y el anarquista,m dos enemigos / 261
EL Niño Naciente / 262
Aprendizaje / 263
El escarmentado / 264
Redefiir los intedtunos / 265
La guerra a las puertas / 268
Una mano invisible y la inmoralidad sistémica / 268
Contracultura y Letania contra una Promesa de Lealtad / 269
Para no desaparecer como sujeto / 269
Homenaje a Hebe / 275
Mi huésped y yo / 282
Una reseña del libro de Jonathan Leaf / 297
CONTENido
|
DEDICATORIA
|
|
1
|
Behaviorismo espartano
|
1
|
2
|
Animal de corajina
|
67
|
3
|
De la perra vida y el
perro mundo
|
91
|
4
|
Beat,
intuición y finalidad
|
133
|
5
|
Memorias del jippismo
|
170
|
6
|
Op Art / del
Buen Ver
|
189
|
7
|
Los hombres mutilados
|
197
|
8
|
Viaje a la sustancia
|
208
|
9
|
El templo del unilateralismo
|
153
|
10
|
Anarquía y Utopía
|
250
|
*
Una reseña del libro de
Jonathan Leaf, «The Politically Incorrect Guide to the Sixties»
1.
Nosotros, «baby-boomers», de los '60 y los '70,
fuimos el fruto acabado de una generación previa que le cantó a la democracia,
la igualdad social y libertad individual,
como ninguna otra en la vida estadounidense. Con rock, danza y bohemia al
aire libre, abrazó al indígena nativo y disfrutó lo ecológico, con activismo
estudiantil se dialogaron y activaron por causas comunes los universitarrios
más brillante de las distintas etnias y, en conjunto, se dio solidaridad a
movimientos libertadores y anticoloniales.
Con melenas, barbas, trova
musical y poesía que partió de la Generación
Beat se construyó el paradigma del
«rebelde con causas», demasiado vistoso, colorido e irreverente, para que
gustara a la autoridad conservadora y represiva, al final de cuentas.
Carlos López Dzur repasa con este libro, «Memoria de la contracultura» de poemas los
momentos cimeros del imaginario histórico de la juventud americana y
latinoamericana, estilos y preocupaciones de su propia juventud, cuando hippies y luchadores, anarquistas y rockeros,
forjaron una época increíble.
2. Reseña / Por Carlos López Dzur
El Librepensador (España)
En una actitud de
cinismo desesperado, la ultraderecha conservadora de los EE.UU. está elaborando
uno más entre sus nuevos falseamientos de la historia. Con la excusa demencial
de que los izquierdistas estadounidenses («Hollywood
liberals and leftist pundits») utilizan la Nostalgia de Woodstock para
secuestrar la Historia (¿es posible?} y cometer un «lavado cerebral» a las
nuevas generaciones, Jonathan Leaf publica un nuevo libro de la serie PiC, The
Politically Incorrect Guide to The Sixties [Regnery Publishing, Inc,
2009], en la se impone contrastar la atolondrada y rebelde época de los ’60 /
la que la Derecha conservadora misma calificara como la «turbulenta escena»
dominada por los viciosos hippies, amantes de drogas y sexo, y estudiantes
radicales, revolucionarios, con una evocación de la Nostalgia [y me pregunto,
¿puede la gente de la reacción ultraderechista regodearse con alegría ante un
espíritu de época que les fue, es y será acusador? ¿en qué consistiría, más allá
de los festivales de Woodstock, su parte en la dispensación de motivos con que
el decenio del '60 «hizo historia» en la historia?]
Jonathan Leaf es un
guionista y editor de espectácu;os en periódicos de New York. En el 2006,
obtuvo alguna notoriedad fuera de Broaway por «The Caterers» y fue
nominado para varios premios en el área de Teatro Innovativo; pero, hay una
diferencia entre ser nominado y ganar. Y para quien no ha sostenido el asomo de
calidad, hecho que se espera en el competitivo mundo del arte, o de los
dramaturgos serios, que un periódico menor y un reportero oscuro le .compare
con el ganador del Premio Nobel de literatura Saul Bellow por su «cultura y
seriedad» es extremo y, aunque no sea dudable, en la sociedad posmoderna en la
que cualquier mediocre pretencioso pasa por talento superior.
Y, ciertamente, hay
mucha miopía y parcialidad, además de sus prejuicios políticos contenidos en el
libro elaborado por él sobre los Sesentas. Hay que entender que él no es
historiador. O digamos mejor, a juzgar por este libro The Politically Incorrect Guide
to The Sixties, la crítica
cultural tampoco es su fortaleza.
Como un punto de apoyo
para yo especificar contrastes y distinguir entre un análisis apañado y uno con
excelencia, tengo un libro sobre el mismo tema, escrito por Luis A. Venegas,
titulado Años sesentas: los más utópicos del siglo XX [Universidad de
Cuenca, Ecuador, 2005]. Una de las observaciones que describen esa época más
allá de la farandulería, me servirá como marco y la citaré de Venegas, cito:
Los sesentas fueron
escenario del hippismo, españolizando a la subcultura hippie, y su lucha por el
anticonsumismo, la vida simple, la paz, el amor y la droga. Fueron esos años
también de las protesta en contra de la guerra de Vietnam y la aparición de la
mayor insurgencia internacional de los movimientos estudiantiles de la
historia. Los graffitis tradujeron una pedagogía vial profunda y los muros
universitarios fueron los nuevos pizarrones al servicio de una nueva filosofía
de la vida. El rock and roll, el
twist hicieron surgir a Elvis Prestley,
Chuby Checker y los Beatles,
mientras la guerra fría y el espionaje paranoico, cercaban libertades
elementales.
En los sesentas, la
vulnerabilidad del mundo se puso en evidencia a través del fantasma de una guerra
nuclear que desataba miedos y rabias. La crisis de los misiles de Cuba
significó el momento más caliente del termómetro de la guerra fría entre
Kruschev, que pasaba una fase depresiva de sus crisis siquitricas bipolares y
Kennedy, quien poco después sería asesinado. También el activista de los
derechos negros, Martin Luther King, fue asesinado, en tanto que Charles de
Gaulle excita el separatismo de Quebec, terminando su arenga en la ciudad de
Tres Ríos así: «Vive le Québec libre.
Vive la Canadá francois! Vive la France». [Venegas]
Los valores del decenio
anterior, «los años cincuenta», con el invento de la televisión, crean un nuevo
tipo de juventud que Venegas describe, en cierto modo ya «aburrido» de su
«glamour», pero, ahora «con sed de diversión». Cita a Ricardo Pozos Horcasitas
quien, con su artículo Los sesentas: Del otro lado del tiempo
[México, 2002], define algo más que una época. Para él, se trata de un ámbito
temporal prioritario, con profundo sentido. Contrario a Venegas y Pozo
Horcasitas, Leaf no sabe verlo. Mas la unidad de acciones de ese ámbito
prioritario es el eje esencial de análisis de Venegas:
«… Ni son diez años ni empieza en
1960 ni termina en 1970: es un ámbito temporal prioritario que identifica el
sentido de un conjunto de eventos, acaecidos en el tiempo, que forma parte de
una unidad de acciones políticas y sociales, interconectadas que producen una
tendencia y construye y da significado cultural a una época» [Pozo Horcasitas]
Ahora, en la
seudo-reflexión desinformativa de Leaf, la época de los «bell bottoms y Bob Dylan», tiene que convertirse en la Era del Acuario y del conservadorismo,
los Brooks Brothers y los musicales
de Broadway. «The Age of Aquarius was
really the age of conservatism». Es decir, en tal época, no tendría que
cambiarse nada. Todo estaba bien hasta que unas minúsculas «facciones
radicales» «secuestraron» el fenómeno del feminismo, el movimiento de Derechos
Civiles y la Academia, reemplazando las ideologías, sustentadas sobre ideales
tradicionales y amor al país, la familia y la persona humana, «con filosofías y métodos más extremos».
Lo que Leaf llama aquí
los métodos y filosofías «extremas» es la que hace a los Sesentas una época de
cambios; lo que da energía y coherencia a los ideales largamente disputados. No
se puede quitar a tal época su espíritu o carácter litigador, rebelde,
combativo y antiestamental, porque, de hacerlo, los 60 no serían los ’60. Y,
una de las características importantes del periodo, es cierto desenmascaramiento
del Derechismo o lo Ultra Conservador. Esta época lo
acarrola y lo hace ver a su opuesto: el iconoclasta, el herejético y el
izquierdista.
Rich Lowry, editor de la
revista «republicana» National Review, del que Leaf es
colaborador, llama a los Sesentas la
«década de la vergüenza» y la llama así porque coincide con su colaborador en
que el cine de Hollywood trivializó el periodo, contribuyendo a que el decenio
se dibuje en la consciencia norteamericano como uno de juventud en rebelión y
malestares sociales. Este es otro de los seudo-intelectuales de la Derecha Conservadora que se une al
corillo que desea combatir dizque una distorsión con otra.
En los Sesentas, al parecer, no ocurrió nada y
hay que corregir los libros de texto que contienen la «corrección política» de
la izquierda. De rabo a cabo en el decenio, la nación estadounidense permaneció
conservadora [«a conservative nation-and
in many ways, extremely so»] y, enfatizado, grandemente conservadora. De
modo que olvídese y tenga por mito el que piense que el decenio supuestamente
fue transformador para la vida sociocultural estadounidense, o su escenario
político.
El destructor de mitos
Jonathan Leaf viene a decir que el radicalismo de la época se redujo a un
pequeño grupo de aislados extremistas, a los que los intelectuales de izquierda
inscribieron su nombre en la historia, presentándolos como héroes. «In truth, it was mainstream America-conservative America, that
both quietly dominated the 1960s, and that has survived every outrage the
radicals have tried to hurl against it». Aquí, en este libro de
Leaf se han juntado el picor con la rasquiña, para atacar a los radicales de
los Sesentas y al Establecimiento académico que escribió sobre ellos y sus
aportes y justificar a los que sofocaron, como reacción sus presencias, al
entender que la bendita América jamás sería capaz de desviar su camino de
armonía y ortodoxia. Leaf concluye que los Sesentas son una décadas más
distorsionadas de la historia americana [«one
of the most misrepresented decades in American history»].
Para cumplir este
trabajo de negación de la historia estadounidense, se requiere limpiarla de
cada sombra de controversialidad. Uno de los asuntos es la resistencia a las
guerras en Vietnam e Indochina. En The Politically Incorrect Guide TM to the
Sixties, los sentimientos
populares contra la Guerra de Vietnam y los lemas de ‘Amor Libre’ corresponden a una minoría, con sentimiientos
comunistas: «were just a small part of the leftist counterculture». Por
supuesto, que para comprender esos sentimientos hay que identificar a los
economistas marxistas norteamericanos, agrupados en la «Monthly Review».
Entre éstos, están Paul
Sweezy, Paul Baran, Harry Magdoff y otros; los historiadores británicos también
tienen su cuota de influencia [Edward Thompson, Christopher Hill, Eric Hobsbawm
o George Rude]. Filósofos de prestigio como los alemanes de la Escuela de
Francfort, se van sumando al Establecimiento Universitario y adquiere especial
relieve en esos años: e.g., Herbert Marcuse; otros que, desde sus países,
influyen son Louis Althusser y André Gorz, en Francia, Galvano della Volpe,
Lucio Colletti y Lelio Basso, en Italia, Raymond Williams, Ralph Miliband o
Perry Anderson. Uno de los editores de la New Left Review, en Gran Bretaña,
Manuel Sacristán, en España, Ernest Mandel, en Bélgica, y muchos más.
Para Leaf, aunque muchos
de estos sean norteamericanos, no tiene valor alguno; no cambia nada. Lo que él
llama «Mainstream-consevative America», los que cuentan, son los que hostigan a
esa minoría disidente. Así, por ejemplo, en 1954, el Fiscal General de New
Hampshire, Louis C. Wyman emplazó a Paul Sweezy, investigándole por sus
creencias políticas y pidiéndole que delate sus amigos asociados, que son los
marxistas. Sweezy se negó a hacerlo, aparado por la Primera Enmienda sobre el
derecho a la ibertad de expresión. Se le arrestaba y perseguía por desobecer a
la Corte; pero él enseñaba al sistema a defender sus ideas y ser valiente, por
lo que la Corte Suprema le retiró los cargos en 1957.
El economista newyorkino
Paul Sweezy, fundador de Montly Review, doctorado en Economía
de Harvard, es uno de los ejemplos de la defensa a los valores americanos y
universales verdaderos y que el Mainstrem-político-conservador reprime. Sweezy
es un típico ciudadano de la generación del Sesenta; pero, en ese decenio de
intolerancia gubernamental, el trabajba con Paul Baran, otro economista, en un
libro titulado Monopoly Capital [1966], en el que expondrá su teoría sobre
cómo los excedentes económicos, creados por la acumulación de capital son
vendidos, aumentan el mercadeo, las deudas y gastos de defensa de los
compradores y cómo a largo plazo producen desgaste y hambre. ¿Qué tiene de
peligroso o subversivo compartir esta idea, que es la base de sus aportaciones
a la teoría económica?
Pero si las Cortes de
Norteamérica USA son capaces de hostigar y privar de libertades elementales a
educadores de la talla de Sweezy, desde la década del ’50 y ’60, hombres
blancos y brillantes, ¿qué no hará con quien no tiene un doctorado ni educación
que le permita defenderse? ¿Qué tal si es un afroamericano o un Latino?
En la década del
Sesenta, también se luchaba por el Movimiento de Derechos Civiles de los
afroamericanos. El torpe y malicioso razonamiento de J. Leaf, en aras de
inducir con su mala leche, dudas sobre la legitimidad y beneficios del
movimientos, asegura que éste no hizo mucho por los negros: «The civil rights movement did little to
improve the lives of average African Americans». Esa opinión se explica de
quien espera una solución mágica para los problemas de una minoría que fue
tratada con deshumanizante opresión por siglos. El movimiento de derechos
civiles experimentó recaídas en el decenio y la política gubernativa de Johnson,
Great
Society animaba su despendencia al Estado
de Beneficencia en las áreas urbana, concluye Leaf.
Algunas de las recaídas
o desintegraciones en su liderazgo que Leaf observa es que activistas que
comenzaron en grupos no-violentos, integracionistas, como Stokely Carmichael en
el Comité Coordinador de Estudiantes por
la No-Violencia (SNCC), destacados en organizar los «sit-ins» y «Freedom Rides»
en los primeros años de 1960, terninaron como renegados ya para 1965, diciendo:
«I am not going to beg the white man for
anything I deserve. I’m going to take it». [No voy a suplicar al hombre
blanco nada que yo merezca. Lo tomaré»]. Para Carmichael, el liberal blanco no
es confiable. Organizaciones negras como CORE y NAACP, que siempre enfatizaron
la necesidad de «white allies in the movement», vieron cómo la mínima solicitud
de integración ocasionaba más furibundos brotes de racismo institucional y
muchos líderes afroamericanos todavía no descubrir el terror y la persecusión,
como una fuerza infiltrada en sus propias organizaciones.
En el exterior, el
enemigo de la comunidad negra y pobre solía ser gente como George Wallace,
gobernador de Alabama, quien en su discurso inaugural de 1963 prometió en las
escalinatos del Capitolio de Montgomery: «Segregation
forever!»
Una de las «Marchas de la Libertad» fue a Selma,
Alabama, donde el Condado tenía unos 15,000 afroamericanos eligibles para
votar; sin embargo, el Mainstrem-conservador, decantado por la susodicha
armonía y justicia de «aquí no pasa nada» «son cuatro gatos radicales lo que se
quejan», sólo 335 de ellos pudieron registrarse. En 1963, se mató al primero de
los activistas de Derechos Civiles y de registro de votantes.
La actitud de la
comunidad afroamericana, aún el separatismo ideológico de ciertos líderes, en
los ensayos de Leaf, está mal enfocado y este es un componente importante en el
espíritu de la época. El Black Power
/ los Panteras Negras / fueron más
que íconos de radicales. Tras ellos está muchas ideas y emprendimientos:
fundación de partidos políticos, negocios y cooperativas, propiedad de
afroamericanos, así como escuelas independientes para negros. «Los negros
debían hacer las cosas por ellos mismos antes que depender de la caridad de los
políticos blancos» y «debe practicar la
autodefensa, si es necesario»; en adición, a desarrollar y enfatizar el
orgullo por su cultura. Sin esos principios, los 60 no serían los 60. Lo que
realmente es una manipulación de los académicos conservadores, anti-derechistas
y anti-afroamericanos es llamar insignificante a la intensa presión que
pusieron, a lo largo de sus luchas, para que se aprobara durante el gobierno de
Lyndon B. Johnson las primeras legislaciones sobre Derechos Civiles (1964) y
del Voto (1965).
Es muy significativo que
Leaf no se involucre en hacer la investigación que demanda una de las épocas
más represivas y más violentas de la historia norteamericana, donde el
espionaje doméstico es uno de los factores palmarios. Tomó diez años, a partir
de la década del ’60, para que se revelaran los programas secretos del FBI, con
el fin de «investigar y desbaratar organizaciones de los derechos civiles
durante los años 1950 y 1960». El mismo Sectretario Nacional de la Nación del
Islam, organización afroamericana, por la que pasó Malcolm X, fue identifcado
como un agente encubierto del FBI. Según Malcolm, John Ali, el secretario y
conspirador infiltrado, había agravado las tensiones entre él y Elijah
Muhammad. Este era su archienemigo dentro del liderazgo Nación del Islam.
Malcolm X fue asesinado mientras daba un discurso en Nueva York en febrero de
1965.
Leaf no comprende «The Great Society», o los programas
domésticos de Lyndon B. Johnson. Como la gente elitista y racista de los
Círculos del Partido Republicano no cree en dl trato negociador con el negro.
El asesinato de John F. Kennedy, quien en 1963, queda en el misterio, porque,
seguramente, Kennedy habría hecho aún más radicales movidas sociales que LBJ.
La Crisis de los misiles de 1962, si bien fue explotada por la prensa
sensacionalista y conservadora como una potencial hecatombe que desataría una
tercera guerra mundial, se evitó gracias a la voluntad de Nikita Jruschov y
John F. Kennedy. Mas nunca habrá agradecimiento; posiblemente, había intereses
en el ambiente para que tal guerra se iniciara.
Otro de las conclusiones
en los que el reportero Leaf muestra su incompetencia es la aseveración de que
la mayoría de los estadounidenses apoyaban la conscripción militar. «Most Americans actively supported the Vietnam War and the
draft». Leaf no toma en cuenta el hecho de que entre el 1948 al 1973, haya sido un
periodo de guerra o paz, las fuerzas armadas se nutrieron con la participación
obligatoria de los hombres al servicio militar. Todavía hoy, cuando el servicio
militar no es obligatorio, el Estado tiene la capacidad de chantajear para que
lo parece «voluntario» sea oscuramente mandatorio. Por ejemplo, la enmienda
Solomón de 1982 establece como requisito que un estudiante esté registrado en
el SSS para poder recibir ayudas, becas y préstamos estudiantiles. La enmienda
Thurmond de 1985 añade como requisito estar registrado en el SSS para solicitar
puestos y plazas en el gobierno federal.
Para las minorías
pobres, de cualquier color y raza, el ejército es una opción de empleo, ropa, techo, alimento y, quizás
becas y entrenamiento seguros, al entrar al Army y nada tiene que ver con el
apoyo a una aventura militar. Y el peor chantaje contemporáneo consiste en que,
al cumplir sus 18 años, el joven que no se registra al Servicio Militar, comete
un delito grave y que puede significar una pena de hasta 5 años de prisión y/o
una multa de hasta $250,000.
Como ha dicho, no hay
tal cosa como apoyo consciente de los jóvenes a una guerra. «El militarismo y el servicio militar son
contrarios al derecho a la libertad de conciencia». La estructura que Leaf
defiende como el patriótico Mainstream-conservador no lo permite. Es una lucha
entre Autoridad contra Ciudadano y éste siempre lleva las de perder. «La objección de consciencia ha sufrido una
atención decreciente, debido a la falta de énfasis en las enseñanzas pacifistas
y sociales en las comunidades católicas» [Marion Maendel, Periódico El Trabajador Católico] Cada año
seregistran cerca 1.8 millonesde hombres ciudadanos americanos, esto incluye a
todo varón extranjero residente. Los EE.UU., sofocado los hippies, pacifistas y
activistas, es una cantera de mercenarios.
Una de las lecciones que
la Guerras de Corea y Vietnam dieron a la juventud de Norteamérica es que estos
conflictos no tienen nada grato. Implica no sólo muerte, sino la incapacidad
física y enfermedades mentales de soldados y veteranos. Un 52% de los que
regresaron de Vietnam, padecen de enfermedades mentales o incapcidad» y baste
este ejemplo.
Para dar fuerza a este
comentario tiene la necesidad de echar fango sobre los más conocidos
estudiantes de izquierda, a los que destca como una minoría en los campus
universitarios. La mayoría de los estudiantes son unos felices despolitizados y
puede que tenga razón en esto. «They
spent most their time going to classes, going on dates, or just being
teenagers»; pero que vayan a clases y se la pasen bien, porque «a mí ni me va
ni me viene por ahora», no es suficiente para concluir que apoyaban la
guerra de Vietnam.
De hecho, mejor
indicador es que durante la guerra del Vietnam los objetores por consciencia y
evasores del Servicio Militar fueron
más de 200.000. Encuestas realizadas indican que «en el ejército del Irak, el 50 % de los soldados critican la guerra y
se oponen a ella. Pero, al acudir a ella y descubrir el espejismo de lo
prometido, quisieran volver atrás, desertar, pero no les es posible. Muchos
testimonios acreditan que, en esos casos, los objetores son acosados,
maltratados y sancionados». En una cultura guerrerista, la objeción de
conciencia contra la guerra no se considera un derecho.
«La experiencia en
E.E.U.U., sin embargo, muestra que el trabajo con ex-soldados y contra los
esfuerzos del reclutamiento militar es muy importante y prometedor. Las
campañas del movimiento contra-reclutamiento en E.E.U.U., en contra de la
presencia de reclutadores militares en institutos y universidades, dificulta a
estos últimos conseguir sus objetivos de reclutamiento. En esta tarea,
veteranos de las guerras de Vietnam e Irak, con frecuencia desertores u
objetores de conciencia, desempeñan una importante función, ya que estos
veteranos conocen el sistema militar por dentro y son más capaces de desmoronar
los mitos y mentiras de los reclutadores militares».
El afán de Jonathan Leaf
de cosechar para la Derecha Conservadora todo lo que provoca de nostalgia, de
certidumbre combativa y ensanchamiento de la consciencia de posguerra, lo lleva
a querer quitar de los nichos de admiración a los artistas que las audiencias
masivas fueron consagrando. Dice que la música rockera fue una pequeña parte
del legado musical de los 60. Hay pues que desbancar de sus sitiales a Bob
Dylan, Jimi Hendrix, The Who, The
Grateful Dead, o Jefferson Airplane,y
que considerar que el crooner Bobby
Vinton logró un mayor númbero que ellos. En diciembre de 1964, el tema de su
autoría, Mr. Lonely. como el hit
número uno.
Desde 1962, Bobby
Vinton, con su álbum “Roses Are Red
(y otras canciones para jóvenes y gente sentimental, se convierte en un
generador de ventas millonarias. Por 45 años, hasta hoy, Bobby Vinton es «Mr. Lonely», consagrado por la película
de Harmony Korrine de 2007. En la Era anterior a los Beatles, Vinton llegó a
estar 16 veces entre los Primeros Diez
Hits nacionales. Artistas como Connie Francis, Ricky Nelson, the Shirelles
y otros de los favoritos de la generación apenas alcanzaban los subir a los
primeros 20 o 30; después de la Invasión Británica en la música, Vinton es
utilizado políticamente. Durante la Guerra Fría y la intensificación de la
guerra de Vietnam, la American Forces
Network lo utiliza para giras y él ha escrito en 1966 el hit «Coming Home Soldier», a pedido de los
grupos militares.
Una vez llegan los Beatles, que son: los artistas que más
discos habían vendido en la historia de los Estados Unidos, de acuerdo con la
Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos, la decadencia de
Vinton y su sentimentería irá en picada. En la «Land of the Round Doorknobs»
están ocurriendo muchas cosas, que no son necesariamente mucho amor al país.
Venegas, Pozo y otros autores, explican que, entre las varias cosas que marca
la psiquis nacional, está el miedo a la Tercera Guerra Mundial, hecho que
repercute en el orden ideológico y, en segundo lugar, el asesinato de John F.
Kennedy. Ambas cosas crean una crisis de identidad colectiva.
Cada clase social en los
EE.UU. tiene una manera particular de entenderse con esta crisis de identidad,
o convulsión social y moral que incide sobre la sociedad en general. Entre los
sectores estudiantiles, artísticos e intelectuales, hay quien identifica la
influencia de la Generación y el tipo de reflexión que impulsa valores
contraculturales. La influencia de Bob Dylan en 1960 es la de un cronista
informal sobre los conflictos estadounidenses y canciones como «Blowin’ in the Wind» y «The Times They Are a-Changin’»
denuncian la Guerra de Vietnam. La misma revista conservadora Time incluye a
Dylan entre las Cien Personas Más
Importantes del Siglo, definiéndolo como «maestro poeta, crítico social
caústico e intrépido espíritu guía de la generación contracultural»; pero:
¿quién sino Leaf y Rowry, de la revista «National
Review» pudiera decir ésto de Bobby Vinton o el dúo inglés The Brook Brothers?
Se entiende que, en
2004, la revista Rolling Stone
coloque a Dylan en «el segundo lugar de los mejores artistas de todos los
tiempos». Por más gratitud y talentos vocales que tenga Vinton, favorito de los
conservadores, éste es una moda, un artista de relevo. Bob Dylan es otra cosa;
«una de las figuras más influyentes del siglo XX desde el punto de vista
musical y cultural».
El sicólogo social
Eugenio del Río, en su interesante ensayo, Altermundismo e ideología, nos habla
de la diversidad de grupos y movimientos heterogéneos que se dan cita en los
Sesentas. Al igual que el actual movimiento antiglobalizador, «o por una
globalización alternativa», las manifestaciones del ’60, en todos sus órdenes,
incluyendo activismo estudiantil y hippismo, tuvo repercusiones
internacionales. En este conjunto de movimientos algunos sectores son «más
tradicionales y otros más innovadores; unos más radicales y otros más
moderados; más vinculados a ortodoxias anteriores y más alejados de ellas; más
inclinados a los marcos ideológicos de conjunto y más dados a horizontes
ideológicos limitados y parciales; hostiles a toda realidad político-institucional
y partidarios de transformar las instituciones actuales. Por todo ello, cuanto
sigue apunta a hechos y síntomas de cierta amplitud».
Tal amplitud incluye,
insiste Del Río, «un deseo de novedad y
la latencia de ideas ancladas en el pasado de la izquierda» [Eugenio del
Río: Altermundismo
e ideología.].
Eugenio del Río, Venegas
y Pozo Horcasitas identifican en la conjunción temporal de los ’60 «en menor grado del naturismo alemán»,
«casos de comunidades intencionales», en rechazo al consumismo, como opción
por la «simplicidad voluntaria, ya sea por motivaciones hedonistas,
espirituales-religiosas, artísticas, políticas, o ecologistas». Los grupos más
politizados tienen, como los antiglobalistas de hoy, dice Del Río, «un elevado sentido solidario e
internacionalista»; condenan « las políticas comerciales de las grandes
potencias, del consumismo, de la adoración de la competitividad o del
productivismo ciego».
Los jóvenes siempre han
sido afectos a formar códigos y subculturas. Este es el sector, en ese marco de
movimientos, que reacciona positivamente a la Invasión Británica en la música.
Algo muy dulzón de los «croonies», de
Sinatra a Vinton, ya no representa su ideal ni entretiene sus oídos. Nada de la
imagen de los Vinton y los «fresas». Esta gente pone sus oídos a otro tipo de
rock, folk contestatario y música nueva. Para ellos, Janis Joplin es la
«reina».
Otro terreno de despojo,
en el que Leaf reclama su botín de revisionismo histórico, es la Revolución
Sexual. No sería justo adjudicarla al sesentismo, ya que, a partir de 1959,
prácticamente, se decomisaban las copias de El amante de Lady Chatterley, de D.
H. Lawrence, por su carga sexual. mujeres, Los estudios William H. Masters y
Virginia E. Johnson y los descubrimientos que aportan sobre el proceso de
excitación femenina son evaluados por la ortodoxia conservadora como una
descripció del sexo demasiado mecanicista, que ultraja la sensibilidad moral.
Para Jonathan Leaf, la
revolución sexual es una continuación de las inquietudes que datan de 1890 – y,
aún concluye más, los decenios de 1920 y del 1940 fueron aún «más sexualmente
explosivos» que el decenio del Sesenta. Uno pregunta por qué Leaf no quiere
aceptar toda la evidencia que muestra que la Generación del Sesenta y del
Setenta son las primeras que abordan el sexo, gracias a la píldora
anticonceptiva, «con fines placenteros o de relación compartida, más que
orientado a la pura procreación». Para los franceses, asistentes a cabaret de
París, en los años 20, la práctica del Topless fue normal. No escandalizaba.
Pero, ante los datos de Leaf, no hay que escandalizarse ante el hecho de que
una revista del Mainstream-conservador / «Cosmopolitan»
/ sea, gracias a los artículos de Helen Gurley Brown, sea la primera que discuta
abiertamente sobre el sexo y las relaciones prematrimoniales.
Esto ocurre en 1965 y,
hoy por hoy, es sabido que a una ‘Cosmopolitan Girl’ nadie le cuenta. Ella
practica. La década del ’60 cierre con la publicación de un libro del Dr.
Reubens que pretende dar cátedras de actitudes «liberales» frente al sexo;
pero, al paso de su buena intención, va dejando una ensarta de prejuicios, como
es la de alegar que la homosexualidfad es una enfermedad mental o no saber
distinguir entre una lesbiana y una prostituta.
Lo que parece que dio la
fama a los jóvenes del Sesenta de ser una grey de libertinos fueron las
sesiones de «love-in» en barrio de Haight-Ausbury, de San Francisco,
California. En 1967, se informó que en número de 10,000 los jóvenes
«reivindicaron el movimiento hippie», pero con el lema «hacer el amor y no la
guerra». Este atrevimiento no está nada mal para una sociedad estadounidense
que todavía no conocía lugares con camareras sin sostén ni manuales de
conquista de tanto sexólogo «pop». Mas ciertamente Leaf tiene razón al señalar
que el término ‘revolución sexual’ se
acuñó en 1929 en un libro de James Thurber & E.B. White y que la venta de
la píldora y los condones en las farmacias son lo que hace que se pierda el
miedo y lo que antes habría ocasionado escándalo.
A Henry Miller se le
prohibió en los EE.UU. la publicación de su novela «Trópico de Cáncer» por
incluir episodios explícitos de sexo. Este es un ejemplo de un autor que
desafía los valores culturales americanos y sus actitudes morales. Es lo que la
generación del Sesenta quería como ideal de hombre libre, sin tabúes. En los
años ’30, él publicaba en Francia, pero sus libros eran traídos en contrabando
a los EE.UU.. Pero cuando en los años Sesentas hay el valor moral y políticos
para pedir cambios, como hizo Miller y el economista Sweezy, siempre hay un
Jonathan Leaf que dirá que los intelectuales radicales merecen tales
prohibiciones e inquisiciones.
La publicación de Trópico
de Cáncer en los EE.UU. en 1961 provocó una serie de demandas por obscenidad
que pusieron a prueba las leyes sobre pornografía en el país. El caso de Miller
se llevó a la Corte Suprema que se decidieron sobre el mismo en 1964. La
decisión en favor de Miller fue considerada uno de las victorias de la llamada
Revolución Sexual.
Cuando Leaf habla de la
gran cantidad de sexualidad características de la posguerra y su impacto env
los dramas humanos [es decir, matrimonios precipitados, agobiantes
separaciones, soledad y miedo], sugiere que cuando los novios y esposos, se
hayan lejos, «se aceptaron las relaciones clandestinas, perdiendo intensidad
muchas inhibiciones morales y sexuales, traduciéndose estas en búsqueda de
placer e incrementándose la promiscuidad»; pero, el gran mérito que tiene la
franqueza y el hedonismo de la actividad sexual, en los ’60, es que se da la
cara públicamente. Quizás Uschi Obermaie, supermodelo alemana, ilustra lo que
la Revolución Sexual fue.
«Muchos le temían. En otra época tal vez hubiese
terminado en la hoguera… Sin intención de cambiar el mundo, sino de buscar
aquello que deseaba, dejó atrás las convenciones sociales y morales de los años
del milagro alemán. En 1968 se enamoró de Rainer Langhans y se fue a vivir a la
Comuna 1. Uschi posó desnuda y fumando un porro, se enamoró de Jimmy Hendrix y se
fue de gira con los Rolling Stones.
Uschi Obermaier formó parte de la Comuna 1, en Berlín,
durante una comida comunitaria en 1968. La comuna fue la primera formada con
fines políticos en Alemania. Se creó como respuesta a la moral y a los roles
sexuales conservadores de esos años. Si bien Uschi no participó activamente en
política, formó parte, sin querer, del movimiento revolucionario como
inspiradora de una femineidad no relacionada con los roles clásicos de esposa y
madre».
En resumen, como se
quiere hacer creer The Politically Incorrect GuideTM to the Sixties,
con la «incorrecta» revisión de Jonathan Leaf, no hay necesidad de festejar a
jóvenes idealistas y los eventos de rebelión social. Eso es cosa de radicales,
educadores universitarios y los medios de comunicación «izquerdistas». Tan
falsa como la autoglorificación que pretenden para el decenio y su ínfima
minoría. La verdadera historia de aquellos tiempos problemáticos es que aquella
dirigencia radical de los 60 fue «más
elitista y codiciosa» / «far more elitist and self-serving than we have been
led to believe» / que lo que hacen creer y su legado sociopolítico y
cultura, nos ha llevado a la ruina, asegura Leaf.
El libro de Leaf es un
falseamiento de las causas de la Guerra de Vietnam y el por qué Norteamérica se
inmiscuye, pasa a difamar el Movimiento Estudiantil, a menospreciar los Black
Panthers, JFK’s Camelot, la Corte de Warren, la legislación sobre Derechos
Civiles, el advenimiento del feminismo y las políticas de la Great Society, slogan de Lyndon Johnson.
Todo cuanto fue lucha e idealismo en la década queda reducido a los polos de su
capridcho. Fuera y dentro de Washington, asegura Jonathan, hay un pequeño grupo
de intelectuales, empotrados en las universidades más importantes, que arengan
a energúmenos callejeros («street thugs», les llamaría) para que subviertan la
Ley, Orden y Estabilidad Familiar.
Leaf no entiende que ese
espíritu de rebelión fue compartido y expresado, con idiosincracias propias, en
las principales naciones del mundo, independientemente de los agitadorcillos de
Gringolandia. Pensar que los Sesentas fueron un operativo publicitario,
organizado por unos radicales, es simplista; los brotes de rebelión social
responden a una comprensión masificada, no egoísta, de ciertas injusticias y
opresiones, a las que el mundo abrió los ojos, quizás por influencia del nuevo
lenguaje del rock, el compromiso político-poético de las Nuevas Trovas y un
mensaje, materializado en la práctica sensual, de Paz y Amor.
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