Añonuevamenteviejo
Es precisamente cuando Jano,
dios de las puertas abiertas
(y de las ventanas cerradas, supongo)
inicia el año, con pocas ganas de vernos,
que el Año Nuevo se inicia.
Por mi parte, me pego una juma
en su nombre, me bebo hasta los codos
y me exhíbo. Digo todas las palabrotas
que le debo al existencialismo,
me cago al revés para negar el culo
y rezo en idiomas extraños, especialmente
los que nadie entiende, sánscrito, esperanto
y caló de tribus salvajes, si alguna...
Tal vez haya un despistado que diga
que soy interesante, debo tener algún mérito
que al mundo embarre de excremento
o una risa más histérica
que la tradicionalmente soportable
porque la gente de ventanas cerradas
suele no ver a nadie hasta que Jano lo ordena
y entonces comienzan los inicios y las gentilezas.
La puerta que se me tiraba en las narices
se abre con el rótulo: «Feliz Año, vecino».
La gente que no daba su abrazo
saca su mejor vino, o que lo que tenga sobrante
y lo dona para que lo lleves contigo.
Todo es confraternidad hasta que comienzan
a aburrirse. Tarda muy pocas horas
y vuelven y cierran puertas
y recorren cortinas y contribuyen, con todo
lo que pueden a hacerte desgraciado
y el Año Nuevo envejece
y los hipócritas con sus rituales
de Januarius y sus dos caras largas,
largas como palmas sin dátiles
o arenas, sin oasis,
y desierto humano para que comas
solo y duermas sobre un lecho de espinas.
30-12-2000 / Estéticas mostrencas y vitales: Indice
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¿Por qué me gusta el Día de las Brujas?
En el día que yo no uso careta
es cuando más se venden los disfraces
y el color negro se viste de galas.
Es cuando mi luto de uso diario se vuelve
la chacota de cualquier gracioso
y la gente acepta mi tristeza como una noble cara
que merece una fiesta y un aplauso.
Hasta los niños quieren tener arrugas y verse
narigudos, flacos como la muerte,
pálidos como fantasmas.
Se piden dulces de amargo olvido
y canciones de óboes y la joroba palidece
en la niebla... y yo, que mi brujo corazón
no necesito más Luna llena
que mis ojos y mis párpados cansados
por mucho lidiar con las desgracias,
siento que el mundo me hace fiesta por un día.
Después me olvidan,
me doblan en pedazos para que el año
que viene yo exista, me arriconan bajo una escalera
junto a un gato negro que vigila a una rata
y me dejan a solas. No pasan por donde me pudro
como imagen que merece estar abandonada.
Me gusta este día en que puedo negociar
mi truco por algún pedacillo de dulzura
de mi infancia, un pirulí o un caramelo.
Sólo tengo que decir: «Trick or treatl!»
¡Ay, se puedo renquear sin recibir una burla!
Avanzar en harapos, exhibir con orgullo
la llaga, ser la miseria, la aflicción,
la muerte, la agradable ignorancia.
¡Qué día más lindo para pedir un favor
a los desconocidos, pedir a un niño
que no nos libre del odio, aunque seamos feos
o deformes, viejos o excéntricos
como el hereje-mago de aquellos que a menudo
y aún hoy hablan con el pasado y ven las almas
a los árboles, a los manantiales
con la simultaneidad visual
de la mirada bizca,
extrábica del celta trasnochado!
01-11-2000 / Indice: Estéticas
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Conversando sobre las «Estéticas mostrencas y vitales» de Carlos López Dzur (1) / 2 / Indice Actualizado / El libro de anarquistas / Comentarios sobre la novela El Pueblo En Sombras
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