Libro de poemas de
Carlos Lopez Dzur
Canto al hermetismo
Contenido / Indice
Preámbulo
Prerrequisitos
Han plasmado a Don Nadie
El estado veedor
La opinión infestada
Los nihilistas
Parte I: Communis opinio
Porque no admiten lo que piensas
Pregunta a la communis opinio
Los cuartos oscuros
¿De qué están hablando?
Esto se ha vuelto intolerable?
Esto se llama Londres
Parte II: El ciego
El ciego
A merced de los artificios
En realidad, era La Voz
El Ciego salió de las penumbras
Estoy buscando un parlamento bueno
El que me acompañará
El verbalismo de la vanidad
Te voy a dar mi nombre, Matoaka
Una zapatilla de cristal
Los examinadores
El Templo de la Libertad
El forastero menospreciado
¿Quién me lavará los pies si ando extenuado?
La misión
Visión renovada
Negligencia del hombte común
La ignorancia racional
La bruja o la vampira pálida
La consoladora oportunista
Los buitres majaderos
La clientela esotérica
El hada del Norte
Parte III: Las ideologías subjetivistas
El hada de la fantasía
Las hadas ideológicas
El rostro envilecido de la Mayoría
Viudas y herederas
Los ilustres embusteros
El templo patético
Dicen que no soy mágica en verdad
La que no quiere el pesimismo
La madrastra
El Hada de lo Noético
El Ciego ante las consoladoras
La emisaria del karma
Te recuerdo, Karma
De los odios pasados
La madrastra y el niño
Parte IV: La sandalia
La Voz que se fue
La Voz se apagó en el Sur
Y haces falta
Lamento de un gobernante ante una sandalia
Nostalgia por el viejo Ciego
Rastreo del Ciego y la Enamorada
Ella estuvo aquí
Lo que haría por tí
Sin ella todo es impuro
La nación soñada
Ella no será una parte del rebaño
Perversidad de las madrastras
Conversación con Jefferson Davis
Ahorcaron a Bridget Bishop
Las sordas penumbras del hermetismo
Dílo claro
¿Para qué sirve un ciego?
Parte V: La búsqueda patria
Los persuasores
Los liberadores
Los domesticadores
Lo indispensable para el futuro
No la verá sino quien ya la vio
El sostén
Los fatalistas
Es una revelación interior
El pájaro de mal agüero
El pretendiente
La acusadora envidiosa
La búsqueda que sea cautelosa
Las oportunistas
La avispa social
Cómo comunicar el placer y el dolor
Los sofistas mortificadores
Manifiesto cínico sofista de los dominadores
Para que hables inglés y tengas derecho al voto
Tú sólo viste tu ego
Parte VI: Interrogatorio del Ciego
Todo un señor Presidente
Con el respeto que usted se merece
Los expertos en pasos ajenos
Informe de la CIA
Los peores herméticos gubernamentales
Los sofistas del Estado
Enseñanzas del Papa Loco
Para que seas un buen militar
El Papa es un sofista declarado
El arresto del Ciego
Consejo del Ciego a JFK
El Ciego no es un desamparado
La sobrina del Ciego
Los poderes interventores
Don Nadie es un difamador
Norteños y sureños son igual de criminales
La pregunta del millón de dólares
Me confunden con otro pendejo
Yo soy un buen maldecidor
Discierne entre lo real y mentiroso
El Poderoso y el Ciego
Hablemos de tú a tú
Invitación al hombre humilde
Te hablaré en torno a Ella
Sé de quien habla usted
Parte VII: La Cenicienta
Cómo ofrecer villas y castillas
La Gran Noche
El Hada y la Cenicienta
La Madrina y las harpías
Ella es la esencia de la Unidad Suprema
Pero no la conocía ninguno
Estuvo allí
Si fuera Ella
Una Primera Dama
«No es ésto lo que quise»
Para ser Primera Dama
El trabajo
No cuenten conmigo
Los explotadores
Parte VIII: Los poderes interventores
El observador cauteloso
No encubras el poder ilícito
Parasitismo de las Tres Hermanas
La Causa Perdida
La Guerra Fría
Los hipócritas
Los chupasangres
La Casa en el Espejo
Custodios del Secreto
Protecciones que no llegan jamás
Jasón y los amuletos
Las parteras necesarias
Consuelos del Ciego
Los divisionistas
El ciudadano mutante
Si te hallara en mi beso
Algo ante lo que Ella difiere
El poder burgués
El Ciego no me cree
Los sitiadores
Los alacranes
La ilusoria Seguridad Mundial
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