Monday, September 28, 2009

De la historia yugoslava

«Tú te quedas con tus libros y yo con la realidad»:
María Fischinger
En un sistema de vigencia que se quiera llamar
la realidad, la vida, el dolor que siento,
la historia de las etnias y los provocadores,
la historia de matanzas y lealtades calladas,
obediencias suicidas, cautela... hay que tener cuidado.
Todo a su tiempo sale a la luz.
No hay verdades oficiales por siempre,
se quiebran, sale lumbre, o en su defecto,
tirria y lamento, más cuchillos
de corazones que se dijeron conmovidos,
limpios, inocentes, inocuos....

Muchos de los espejos se desaparecen.
Hay sombras a medias que cruzan el camino,
copias borrosas de Verdades
que se dieron por ciertas y aclamadas.
Hay tramas de acontecimientos
que ya no se asoman con su culpa
a los tiempos, decisiones que se quedan
guardadas para que a ojo pelado no se vean.
Cautela: la realidad, la vida, tiene
laberintos y es un hueso duro de roer.

Entonces, en tiempos desmemoriados,
tiempos de actuales generaciones inocuas
que sólo van por la ruta de los fósiles
sin el conocimiento de qué van a hacer
con ellos, entonces, en tiempos
cuando los muertos no hablan y a nadie
le importa en rigor más que el mero ver
en el fondo de las fosas vacías,
o sobre las osamentas sin fosas y sin lápidas,
el preguntante tiene que ser
el que investiga, el que rastrea los libros
y olfatea los datos, como el más acucioso sabueso,
el que va al corazón de los viejos, corazón
tendrá de verificador del que miente,
el que va a la charla de la élite directora,
a sus archivos que documentaron secretos,
eventos para el andamiaje de ese jalón histórico,
se acercará a la voz inescuchada,
oirá el latido del que ya no vive.

No hay que tirar los libros,
m por mal escritos que estén.
En la historia, hay datos perdidos,
mal leídos, saltos de la censura o la verdad
que no se quiere; ocultas entre páginas de libros,
hay memorias de manos temblorosas,
hay cartas del tradicionalismo,
hay tinta ya seca de probables perspectivas,
lamentos de situaciones cósmicas,
ayes de gente asustada
en medio de la encrucijada.

2.


Usted puede estar allí, en la misma Banovina de Croacia,
materialmente presente, y no querer ver la Italia facha
ni la Alemania Nazi; usted puede ver el cadáver
de Vlako Macek y gente de su partido
y no atreverse a decirle:
«¡Títere, marioneta,
te administran, te arman, te controla
el poder totalitario, el chusco militarismo,
la clique de los pervertidores!»


Ahora sólo en los libros se detecta
la Eslovenia anexada por los Nazis desde 1941
hasta el fin de la guerra; Croacia y Montenegro
por tres años anexada por la Italia fascista
en días en que Mussolini invade Grecia
y a un príncipe, de 17 años, Pedro
bendito de los chetniks
se le pide que comprenda su mundo
cuando apenas comprende la razón
de sus barbilampiñeces.

Si tiramos los libros debajo de la cama,
¿cómo se desmentirá al que hoy pide
que se olvide el pasado y se asignen a los asesinos
tratos de patriotas y prohombres en el presente Estado?
¿Quién recordará cuando Croacia independiente
fue satélite del nazismo, no república,
quién asentirá que fue regida
por la milicia fascista de la Ustaše?

3.

¡Se ha sido duro en Yugoslavia con gitanos!
... pero el libro que no miente nos recuerda los húngaros
cayendo, con alemanes e italianos, sobre la capital,
Belgrado, porque en obdiencia de rebaño
somos nadie, matamos, invadimos, escupimos
al prójimo, hacemos uniformes y puñales,
fabricamos las balas, la pólvora, la infamia,
mentimos, nos cagamos, maldecimos,

y después nos deshacemos del libro que nos mienta,
que nos recuerda lo que hicimos,
aunque no hayamos pretendido ser católicos
ni nazis, ni fascistas ni colaboradores...

No, yo no esconderé el libro
que ilustra sobre la responsabilidad
de lo que somos, o fuimos...
a fin asumir este dolor que la historia
señala con el dedo, desde el primer Caín,
el fratricida... Todo pueblo es realidad
más que suficiente y la vieja Yugoslavia
es una parte, mi pueblo, mi pasado,
aunque no esté presente
y tan presente está que un libro, escrito
en cualquier lengua, viene y me dice que los nazis
ocuparon Bosnia, Herzegovina, territorios adicionales
de Serbia y Eslovenia y que se sumaron
búlgaros, italianos y tropas de las tierras
donde abundan gitanadas; yo no puedo esconder
el libro que me habla de campos de concentración
en Croacia, construídos para serbios, bosniakos,
judíos, gitanos, comunistas, anti-fachos
y todo quien se oponga a una estrecha visión
de naciones que han advenido juntas
a la meta de convivir, respetarse, y no quieren
hacerlo, por la razón que sea.

4.

Los libros me instruyeron que los chentniks
de Mihajlovic son sectarios. Sólo su Gran Serbia, existe
y por un pedazo de esa tierra degüellan, se venden,
ocupan su escaño, aceptan una alcaldía de aldea,
se agencian darse al mejor postor en cada caso.
Son la generación mezquina de homofóbicos
(y yo si hallara y presenciara sus fosas,
seguro que sabría por qué su hedor es malsano).

La Pan-Yugoslavia, étnicamente mixta, inclusiva,
integradora de los partesamos, también está en los libros
y su líder fue arquitecto y liberador
de una Tierra entre Imperios,
húngaros y austríacos, pero es una tierra triste,
con muchos asesinos y muchos invasores,
con mucha gente que arrastra su sed
de soberanía hacia el mismo abismo
que su exclusivismo, porque no han aprendido
los que allí moran otras cosa
que obedecer este peculiar mandamiento
de los siglos: «Separa, aliena, despoja, excluye,
saca al albano, créate enemigos, desintegra,
desarmoniza, olvida, esconde».

27-09-2009 / De El libro de la guerra

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