Monday, August 19, 2013

A MIS HIJOS DE OTOñO / Del libro TETH


Como una hoja en el otoño es el cuerpo
del hombre, el alma viviente de los huesos.
Como una primavera eternizada,
el salmo de la unidad de la vida
al que HaShem / Creador designó
con su nombre favorito,
Unidad, el Todo en todo,
Iejidá  como el reino
de sus hojas
en el Arbol de la Vida.

Alma de otoño, deja de llamarte Mortal
si todavía no sabes qué es dimensión y Vida,
calma y no quemes tus hojas en lamento
si no has mirado mi eterna primavera,
la voluntad de Jaiá.

Te hablaré sobre la amarillez
que pigmenta carotenes y el ocre
de tus lutenoides, delicado protoplasma
de tus hojas; tú, lamentador de células,
nada sabes sobre el rojo de antocianinos
que puse en tu tejido como púrpura.
[¡Por algo te llamé, primer Adam,
hombre de tierra roja!]

Te hablaré como el Jardinero
que Sabe de su Oficio / que conoce /
la Tierra sembrada
porque creó el Edén, jardín perfecto
para tu delicia y, desde él,
te dio el secreto de probables futuros.

2.

El poder creador de la palabra es una herencia divina que nos convierte en cocreadores de nuestra realidad. Es el sujeto, con su palabra creadora, quien da lugar a los objetos, tanto internos como externos: Noah Gael Abramson

Tú elegiste la palabra.
Es casi elegir el lamento
si palabra no significara Mi Lenguaje /
Nuestro. HaShem tiene Su lenguaje;
lo tiene aunque uno
 no sea quien lo escuche.

Lenguaje que embelesa, arroba con colores,
lenguaje que no tiene abstracciones,
lenguaje que viaja por nanosegundos
y se aferra al tronco frondoso
de los árboles y respira en otras dimensiones
y con ellas forja a Neshamá,
tu Ser íntimo, el pasajero;
la Naturaleza es el Coche
y Todo el Universo, las raíces.

Te la ofrecí la disyuntiva
para que ames en silencio o regocijo
un Alma en Primavera
pero has preferido un alma de otoños,
de Viento de los polos,
el Otro Lado del alma dulce de Mi savia,
rica en azúcar como son los arces,
robles, sicómoros, árboles de púrpura
y escarlata donde puedas cobijar
la ausencia, sin necesidad
de que mi Serpiente te ilumine.

Arce de azúcar, te escondes
bajo otros árboles y tus pálidas mejillas amarillas
no enrojecen. No desprecies mi sol,
alma del otoño. No prefieras la escarcha.
No prefieras el día nublado o los secos veranos.

Bella y saludable es la noche fresca
que no guarda el azúcar, sino que la comparte
con el Sol brillante.

Que no me gustan los pálidos
porque a sus hojas las tira la escarcha
y los cristales de hielo que rompen
sus fibras leñosas y no adornan el campo.

*

NO TE LAMENTES

No te lamentes, hijo del otoño,
cuando venga la lluvia escarlata
y el oro de tus hojas revolotée
a ras de suelo.

Ojalá seas como el roble
que aún en su invierno
viste con hojas del alma;
permanece en follaje
dignamente.

Atentos, hijos otoñales,
con hojas caídas y mohosas,
aprendan este secreto.

Con sus almas hago pilas de abono.
No las quemo, valioso acondicionar
hago para mis jardines en el Universo,
aún con ustedes, pasajeros del Otoño,
pero son ustedes otoñales y viejos
porque así lo quisieron.

05-12-2000 / CARLOS LOPEZ DZUR

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