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/ BIO-BIBLKIOGRAFIA DE CARLOS LOPEZ DZUR
A la Dama de Elche
En
terraplén ensombrecido sobre un montículo
de La Alcudia, de leche la abarroto, solapado
por mi propia bellaquera,
y es por roto enlechado o jocunda manotas
que confieso mi deliquio:
lo bella que es / o tal vez sigue siendo /
LO BELLA QUE ERA
ELLA, hembra del Illici / sombra
que me enciende y que amo.
... jonia sólo por esferas
que le cubren las orejas,
aunque no oye el gemido, alma de piedra.
No obstante, sedujo mi presencia,
jonia es por colgantes cadenitas
ceñidas en la frente,
y collares y coronas
galas de filigranas,
sin embargo.
Sería lujo de Etruria o de emergente Italia;
pero es sólo Iulia Illici Augusta, amada
de un soldado invasor, perdido en la colonia
Confieso: me gustó una hembra de Illici.
La Dama de La Alcudia.
Se ha vestido una túnica y una mantilla
y en el pelo, una peineta puso
(o puede parecer una tiara)
que cae sobre su pecho como babero,
pero soy yo, el de las babas.
La mantilla es rojiza. Lo aseguro. La veo.
La disfruto cuando el albornoz de tela gruesa
y marrón sus senos cubre y un ribete rojo
de sus labios baja. Si me chupara con ellos
el terraplén ensombrecido sería el montículo
mismo de La Alcudia y mi anaranjado barro
piel compartida, pues habría
besado el pene de mi soledad
con la boca caliza y caliente.
Es su rostro el Extremo Occidental del Mediterráneo.
Su esqueleto es cuasi neolítico. Sube apenas
a la Edad de los Metales.
de La Alcudia, de leche la abarroto, solapado
por mi propia bellaquera,
y es por roto enlechado o jocunda manotas
que confieso mi deliquio:
lo bella que es / o tal vez sigue siendo /
LO BELLA QUE ERA
ELLA, hembra del Illici / sombra
que me enciende y que amo.
... jonia sólo por esferas
que le cubren las orejas,
aunque no oye el gemido, alma de piedra.
No obstante, sedujo mi presencia,
jonia es por colgantes cadenitas
ceñidas en la frente,
y collares y coronas
galas de filigranas,
sin embargo.
Sería lujo de Etruria o de emergente Italia;
pero es sólo Iulia Illici Augusta, amada
de un soldado invasor, perdido en la colonia
Confieso: me gustó una hembra de Illici.
La Dama de La Alcudia.
Se ha vestido una túnica y una mantilla
y en el pelo, una peineta puso
(o puede parecer una tiara)
que cae sobre su pecho como babero,
pero soy yo, el de las babas.
La mantilla es rojiza. Lo aseguro. La veo.
La disfruto cuando el albornoz de tela gruesa
y marrón sus senos cubre y un ribete rojo
de sus labios baja. Si me chupara con ellos
el terraplén ensombrecido sería el montículo
mismo de La Alcudia y mi anaranjado barro
piel compartida, pues habría
besado el pene de mi soledad
con la boca caliza y caliente.
Es su rostro el Extremo Occidental del Mediterráneo.
Su esqueleto es cuasi neolítico. Sube apenas
a la Edad de los Metales.
Defiende
la cerámica
a costa de la misma ecología.
Es como una alba del primer milenio.
Desde Europa Central otros ligones
como yo vienen a verla
desde Campos de Urnas.
Han llegado hasta célticos intrusos
a la colonia de emociones que describo
por desarrollo ereccionado, mas dudo
que alcancen mi rituales de admiración
y erotismo, eso lo doy con mi propia bellaquera
a su vulva de La Alcudia... y voy en forja
con derrames a la Cultura del Argar,
y a los Millares, y soy envidiado
entre tartesios.
¿Qué dirán Veleyo Patérculo
y Tito Livio si supieran
que me ligo a la primera Dama,
codicia sexual de los fenicios,
a ochenta años de acabarse la guerra de Troya?
Sí. Escandalícense los fieles de San Abdón
pioneros de las basílicas,
obispos procedentes de Illici (Elche)
hagan condena. O asombro.
De la primera Dama, tuve el monopolio
de su carcanía, y la busqué
en Ebusus —Ibiza—, Sexi —
Almuñécar—, Malaka
y al fin
con ella se llenaron mis ojos. La vi
sobre un montículo de La Alcudia,
y sólo de este modo anoto
lo bella que es, la bella querencia
de saberle su nombre:
Iulia Illici Augusta.
a costa de la misma ecología.
Es como una alba del primer milenio.
Desde Europa Central otros ligones
como yo vienen a verla
desde Campos de Urnas.
Han llegado hasta célticos intrusos
a la colonia de emociones que describo
por desarrollo ereccionado, mas dudo
que alcancen mi rituales de admiración
y erotismo, eso lo doy con mi propia bellaquera
a su vulva de La Alcudia... y voy en forja
con derrames a la Cultura del Argar,
y a los Millares, y soy envidiado
entre tartesios.
¿Qué dirán Veleyo Patérculo
y Tito Livio si supieran
que me ligo a la primera Dama,
codicia sexual de los fenicios,
a ochenta años de acabarse la guerra de Troya?
Sí. Escandalícense los fieles de San Abdón
pioneros de las basílicas,
obispos procedentes de Illici (Elche)
hagan condena. O asombro.
De la primera Dama, tuve el monopolio
de su carcanía, y la busqué
en Ebusus —Ibiza—, Sexi —
Almuñécar—, Malaka
y al fin
con ella se llenaron mis ojos. La vi
sobre un montículo de La Alcudia,
y sólo de este modo anoto
lo bella que es, la bella querencia
de saberle su nombre:
Iulia Illici Augusta.
* c
La
Cesta de Tus Placeres
… porque me pintas huesuda,
siempre hambrienta de cesativas ondas
en trámites vitales de la urgencia,
no seré Tu Dopamina, rito de la Hermosura
y la Consciencia Satisfecha.
Pondré límites a la leche que mamas,
al placer de los escritos llenos,
a los gorgoritos que saca de la vulva
tu boca mamadora.
Ya no seré la cesta de tus hermosuras,
de libido, químico dispositivo
con que anheles placeres.
Me has menospreciado.
Has dicho que soy fea,
canija, huesuda.
Tomaré la venganza.
A ti vendré depresivamente:
con cuota calavérica de tu serotonina.
Aquí es donde quiero que vayas
Al
Dr. Rick Strassman, investigador
de
la Universidad de Nuevo México,
a
María H. Escoda, (f. en 1978)
Una vez decidido tu viaje y valorada
la armonía, abre la ventana de
Brahma,
susurra tus ajnas, con destellos
de luz, saca de la vasija lo que
dije:
materia oscura no ajena
del asiento de tu alma,
cascarones del menosprecio.
Ve pensando: «De este polvo sideral,
¿qué es lo que quiero? ¿Qué soplo o
su vaho
me provee regocijo; cuál es la cesta
que contendrá mi ayahuasca?»
2.
¿De dónde realmente se origina ese
olor
de sabandijas, roedores esquilmados,
carnalitas putrine, dónde
se arrinconan esas agonías?
Me agrede un espantajo puto,
abombao,
excrementicio
de sobrajas, un juicio final
de podredumbre.
¡No me traigas aquí, Viajera Oscura!
Siempre me diste manantiales, limpios
surtidores,
siempre te hallo en los prados de vanadio,
¿por qué avanzas hoy hacia mi bruma
oscura?
3.
Distingue a la distancia la mansión
de Niwan entre brumas, sé jinete y
veedor
del escudo protector, el toroide que
rodea
tu cuerpo. campo electromagnetico
de tantras y áuricos
entramados,
eterno regalo que yo invoco
y cultivo
y dejo cuando me voy.
Nada es más útil cuando comienzas
a romper el nido del muriente, Carlos,
(y ninguna cosa de la Physis,
comparable a la glándula pineal
que desaloja el espíritu
y no quiere meramente percepciones
en este momento en que decides:
«Cruzaré la niebla y veré el rostro
de la materia oscura y universos
paralelos,
reinos de existencia habitados
por entidades entidades olvidadas».
4.
Como soy yo, ¡cómo he sido contigo,
amada!
me diste la cesta y la desagradecí
sin saberlo, cómo eres de bendita,
Dama de la Muerte.
que me sacaste a los úteros de la
vida
y aunque me diluyo en toroides
no alcanzo a reciprocar
tu denso amor y colores.
No me desamas
aunque la energía nunca es
totalmente gratuita, se conquista
antes de rendirse al alcance de
todos.
Pero tú la entregas, mediadora.
¡Y hoy te lo agradezco!
8-9-1991 / CARLOS LOPEZ DZUR / De YO SOY LA MUERTE
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