a mi amiga Margi Sevan Karas, estudiante armenia
Todo comenzó una noche del 23 de abril.
Alguien te llamó minoritario: Dhimmis.
Alguien en 1915 habló, triunfalmente,
en parlamentos del odio sin sentido.
Alegó: Ellos no creen lo que creemos.
Que no pisen nuestra tierra como extraños.
Que no respiren el aire ni abran sus bocas
porque este espacio es NUESTRO.
Que no valga ninguno de sus testimonios.
Destituídos sean sus dioses, sus penas,
sus esperanzas; abajo sean sus sueños.
Y, para que así fuese, comenzaron
a llamarlos DHIMMIS, bocas torcidas,
renegados, cristianejos con barbas de chivo.
Malnacidos, occidentalizados.
En tan sólo dos años, 1894 a 1896,
victimizaron los primeros 100,000 …
y nadie dijo nada.
En 1906, otros 30,000, entre armenios,
dijeron de sí mismos:
«¡Pobre de mí, karma es mi dolor cristiano
y larga espera porque ni Dios lo oye!»
Ante ningún tribunal se asomará
(porque el espacio de la ley es EXTRANJERO
y se nos dice: USTEDES no son de los NUESTROS).
Con impuestos excesivos pagará su intrusión
en tierra ajena, su condición de armenios
a medias tolerados, siempre sospechosos
por su cáscara amarga y su vestido
y su barba de fe y su voz disociativa
que contraviene al turco.
Y empezaron a empujarlos a Anatolia.
Y a matarlos entres sombras agrestes,
a herirlos en cruces de caminos.
Se les prohibieron las armas y hasta apretar
el puño o mirar a los ojos;
se les quiso indefensos,
descabezados, secuestrados,
sin un portavoz en ningún predio;
se les puso en las manos
de batallones de ex-convictos carniceros.
Se les ha gritado: «¡Véte, véte o muere!»
Mataron a sus varones más valientes;
escupieron a los viejos en las calles.
A los niños hambrientos y haraposos
se gritó que a las moscas pertenece una fruta podrida
en los mercados. «¡No toquen alimento de las moscas,
a volar, hijos de DHIMMIS, cerdos impuros!»
Después se violaban sus mujeres.
Se forzó a las armenias a prostíbulos.
Se raptaron sus niños, se abortaron
en cañerías o se vendieron como siervos.
¿Quién protestó este acoso de las dictaduras?
¿Quién reconoció esta crueldad? ¿Quién dijo: ¡Basta!?
¿Cuántos años requirió esta memoria
para que no quedara impune?
Jóvenes Turcos, liberales y constitucionalistas,
¿no vieron que los dhimmis le llamaron su esperanza?
Y pudo más las rencorosas ínfulas y el ultranacionalismo.
Mas no será por siempre...
¡que el olvido en perversión se esconda
y o el gobierno se escude!
Y, Dios de los DHIMMIS, Jesús
de los cristianos, ¿qué significado tiene
ese dolor, ese exterminio? ¿Por qué
Tú lo permites, por qué Tú? *
De El hombre extendido
* «El caso de los armenios en Turquía es el primero de los genocidios del Siglo XX. Las matanzas sistemáticas de armenios durante la dictadura de los Jóvenes Turcos constituye una muestra de una masacre que acabó, según varias fuentes, con la vida de cerca de millón y medio de personas»: José Carlos Rodríguez
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