Temibles son las niñas del pantano.
Las que son brama perpetua.
Llenas del calor del trópico.
En la cuaja de la tarde
se van a ríos profundos.
Van por tentarujas, no de seres
enfermos, densos, de pasiones.
Van por las cabezas inmortales
que no han sido cortadas con tarrajazos
de hienas de uniforme; van
por los que saben líarse a la culebra
sin cuchillo y chafarotes.
Del libro Teth, mi serpiente
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