Agradezco la matriz que me atrajo
a su interior y me dijo, toma este pantano
por cobijo. Navega en él, halla una fuente,
el ojo de una luz. Es subterránea
como una ley del lodo; pero es lo más íntimo
que tengo; yo soy la Madre Tierra, salud breve
de tus días, la voz sutil de tu noche.
No seré de ese vientre por siempre. Me alzará
en sus brazos un Sol, el círculo de fuego,
y comenzarán las verdaderas abstracciones
y tendré que dar un nombre a cada una de ellas
y separar en dos categorías lo que en tu Vientre,
madre-cósmica, fue Uno.
Tú me díste la noción de mi gozo agradecido.
Fuera se asfixia el pez y la separatividad es la muerte.
Tú no tenías codicia; me alimentaron tus pechos oscuros.
Tú no tenías egoísmo, tu sola ambición era yo,
verme junto a tu vida y no soltarme.
Pero el Sol vino. Me mostraría otros bosques.
Así supe por qué anduvíste escondida,
sumergida en tu fuente, sólo danzando
en la soledad de mi noche.
La multitud neurótica vigila tu sonrisa.
Almas hay, separativas y hostiles. Ni van
con el sol ni se aferran a tu luna.
No saben a dónde irán; no saben de dónde
han venido; no saben vivir solos,
no saben religarse, en amor, y hallar
los ojos de luz de los pantanos.
3-17-1998 / De El hombre extendido
Monday, February 18, 2008
La matriz cósmica
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1 comment:
Es excelente este poema. Complejo y profundo. Te lleva a la Madre tierra, te atrapa entre sus cálidos pechos y sientes que todo puede estar abajo.Luego surge la interrogante del arriba.....Con los pies atados a la tierra y el centro coronario flecha rápida hacia el cielo.... Columna vertebral del todo.
Gracias por tu poema.
Besos Beatriz
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