Monday, February 18, 2008

Los jacqueries


Entre mayo y junio de 1358, los campesinos

se rebelaron en el Norte de Francia; y ocurrió
una revuelta de pobres en París. Ocasionada por
las privaciones de la Guerra de los Cien Años y por
el anhelo de control de fueros hacendarios, o propiedad
inglesa en Francia, la represión contra los levantamientos
fue tan brutal como las venganzas cometidas por los nobles
contra los campesinos que les llamaron 'jacqueries'.


El que sirve bien a su patria,
no necesita antepasados:
Voltaire


Rodeado de miseria está el pueblo mío
que jamás ha visto la capa de Hugo el Grande,
la distinción de un Capeto.
La invasión de Otón II ya no cuenta.
Eso es pasado. Inútil es en la tierra
en que todo tiene dueño vitalicio, inútil
a quien trabaja duramente y no progresa.

Hoy lo triste es la armada que ha llegado
hasta el Norte y asesina a los hambrientos
a la vera de los olivares: dice Guillaume Karles.

Pero, como bien dice el dirigente,
los jacqueries, con los ingleses,
hacen migas. La nobleza es una clase absurda
con muchas satrapías. Añade: Nos piden,
por de pronto, que observemos el pasado
y recordemos la Capa de Hugo el Grande
y las ramas hereditarias de cada poderoso:
Anjou, Plantagenet, cualquiera sea
entre ellos. ¿Recordar? Nada vale. Y, en verdad
son hoy y ayer, como perpetuadas sangüijuelas:
codiciosos, asesinos, crueles y alborotadores.

¡Han regresado a controlar las tierras olvidadas,
las haciendas!
Han regresado como fantasmas sacados
de las brumas inglesas y el frío y el hambre.
Y no van a parar hasta matar a quien vive
en estos sembradíos y no datan en su mente
a propietarios: sean Capeto, o los reyes de Noyon,
o enemigos del Duque de la Baja Lorena.

De Luis el Holgazán el nombre queda
(pero, ¿qué sabe el pueblo mío
de apellidos famosos, o las buenas familias,
o los altos linajes?) Aquí, en medio de la guerra,
Carlos el Malo lo resume todo: Enrique
en Inglaterra, es como ellos, jacquerie
en el Norte, nobleza explotadora, dispensadores
del despojo y el saqueo. Tu solo amigo
es el trabajo con la tierra, dice Karles.
El pueblo está empobrecido. Y a él
no le sirve ninguno ni francés con linaje
ni el inglés lejano, invasor engrandecido.

Llevan casi cien años de dimes y diretes
en una guerra que nunca se termina
y el pueblo en hambre, enfermo,
viendo a la soldadesca intrusa
entregada a sus lealtades y requiriendo
del campesino la protección de fueros
inmorales; cómo se aferran los agresores
a la tierra que no labran, cómo matan,
jacqueries, por motivos de herencias
que no son suyas, cómo les manipulan
los parásitos en París, las sangüijuelas
y cómo sufre nuestra Francia abandonada.

3-12-2000 / De El Libro de la guerra

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